Opinión
Ver día anteriorLunes 5 de diciembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El planeta, en problemas muy graves
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anto por la dimensión como por la complejidad de los problemas que se presentan al final de este año, iniciando la segunda década del siglo XXI, parece inevitable recordar las profecías de Michel de Nostradamus, pues aunque la complejidad que se va generando, y el carácter tan general que presentan estas crisis, hacen que, toda proporción guardada, tanto por la lejanía del origen de la historia del viejo continente como por las diferencias en el desarrollo económico, que son indudablemente las que producen los contrastes que se hacen presentes, cuando se intentan análisis del futuro próximo en Europa, que se tratan de aplicar en otros continentes, léase por ejemplo África o América Latina, o bien América del Norte –la de Estados Unidos y Canadá–, a la que si bien pertenecemos geográficamente, cuando se piensa en función del pasado histórico, y de alcances hacia el futuro, tenemos que cuidar mucho el no entrar sin establecer las grandes diferencias que hacen más difícil intentar soluciones comunes, porque, obviamente, los recursos que corresponden a unos y a otros son igualmente diferentes, y hasta contrastantes.

Hay otro ejemplo: el gran bloque de países que integran el mundo islámico, el que justamente ahora mismo no acaba de terminar con la revolución social, política y económica a la que se le llamó eufemísticamente la primavera árabe, y que habrá de presentar consecuencias, en general positivas, muy profundas, pero que se han mezclado las religiosas y culturales con las políticas, tanto internas como de mayores proporciones, de alcances continentales y aún mundiales. No sabemos todavía qué pasará en Medio Oriente, donde Israel, Irán y Afganistán están todavía trenzados en las arenas de los desiertos que los separan, en actitud siempre amenazante, aparentemente dispuestos a llegar a un conflicto armado, el cual no será una verdadera solución a los problemas religiosos, étnicos y políticos, para no complicar las cosas con algunas consideraciones de carácter territorial y de infraestructura económica.

¿No será una exageración demasiado pesimista expresar nuestra preocupación en tono ultravioleta, y en dimenciones planetarias?

Pues tratemos de precisar los fundamentos de nuestras afirmaciones para tener mejores elementos de juicio: en lo que a Europa se refiere, lo que empezó perfilándose como crisis económica en Grecia, Portugal e Italia, la cual intentaron inmediatamente de resolver con el apoyo de la comunidad europea, la canciller alemana, quien se ha revelado como jefa de Estado de excepcionales cualidades humanas y de liderazgo, que junto con la colaboración bien coordinada con el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, básicamente, y la distinguida y de muy grata personalidad nueva directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), la francesa Christine Lagarde, buscan alternativas de gran aliento.

Esto no quiere decir, por supuesto, que no haya diferencias de criterio entre la canciller Merkel y el presidente Sarkozy, aunque éste ha expresado desde el 1º de diciembre que ambos están tratando de llegar a un acuerdo, nada menos que para repensar y refundar Europa. Aunque en la cumbre del G-20 de 2009, el FMI cuadruplicó su capacidad financiera hasta un billón de dólares, y se ampliaron considerablemente sus facultades, no tenemos elementos para medir sus posibilidades reales de actuar eficazmente para llevar a feliz término un proyecto de semejante envergadura, la declaración mencionada está hecha y publicada.

El presidente de Francia anunció una nueva reunión con la canciller de Alemania, precisamente para este lunes y, después del fracaso de las cumbres anteriores, que no han logrado el control de la crisis aguda por la que atraviesan varios países europeos, los días 21 de julio y del 23 y 26 de octubre, el Consejo Europeo se reunirá nuevamente el 9 de diciembre y, a juicio de los analistas, ésta será una de las últimas oportunidades que le quedarán al euro para superar esta grave crisis.

No se puede pasar inadvertida tampoco la situación de España, que vive una fuerte crisis política, en la que el PSOE de Felipe González perdió contundentemente las elecciones recientes, en todos los órdenes y, por si fuera poco, padece un grave desempleo, la seguridad social del país cerró noviembre con 111 mil 782 afiliados menos. El diario El País publicó el 3 de diciembre que el grave deterioro del mercado laboral va camino de tumbar el último bastión de la bonanza económica: el superávit de la seguridad social. El gobierno admitió que el sistema puede cerrar el año con déficit, por primera vez desde 1998, después de otro mes nefasto para el empleo.

En la comunidad de Castilla-La Mancha, una de las más importantes en España, se está recurriendo a bajar el sueldo de los empleados y un plan de recortes de empleos.

En Gran Bretaña, el gobierno de David Cameron no va a la zaga con problemas internos de orden político –que no ha sido frecuente en su historia que se presenten en la supuestamente flemática sociedad británica–, quien enfrenta la mayor huelga desde los años ochenta, como manifestación de protesta contra la reforma del sistema de pensiones del gobierno. Las coaliciones extrañas, que mezclan a los conservadores y a los liberales, y por primera vez son atacadas desde diversos ángulos políticos. Más de 30 sindicatos convocaron a 2 millones de trabajadores afiliados y lanzaron a la calle a varios cientos de miles de miembros, que mostraron más eficiencia en la práctica que las coaliciones, que, por el contrario, parece que han disparado la gigantesca protesta que logró intimidar al premier.

Tras este breve repaso por varios de los países europeos en crisis económicas y políticas, apreciado lector: ¿piensa usted que estábamos exagerando?

Me atreveré a decirle que, en esta ocasión, deliberadamente no tratamos lo relativo a nuestros propios problemas, y también por falta de espacio, porque, entre otras causas, usted vive y conoce los problemas de México mejor que nosotros.