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Penultimátum

Cloaca

D

urante los pasados 10 años Jason James Murphy trabajó en Hollywood haciendo castings con niños para películas independientes y superproducciones. Pero Jason estuvo en prisión en Seattle por secuestrar y acosar sexualmente en 1996 a un niño de ocho años. Calificado por las autoridades como delincuente sexual, no podía cambiar de nombre y tenía prohibido trabajar con menores de edad. Sin embargo, lo hizo para varios importantes productores de cine en California, utilizando otro nombre. Su verdadera identidad fue descubierta hace poco.

Durante los recientes 15 años, el asistente de uno de los entrenadores de futbol americano más famosos de Estados Unidos abusó sexualmente de, por lo menos, 30 menores de edad. Estos delitos tienen en shock colectivo al estado de Pensilvania y a su todopoderosa universidad, donde ocurrieron los hechos. La prestigiosa casa de estudios tiene más de 80 mil estudiantes y unos 5 mil profesores. Posee terrenos de extensión mayor que los de la ciudad donde se ubica. Su poder es inmenso y a su labor educativa y de investigación suma el patrocinar a uno de los equipos del futbol american más victoriosos del país. Su estadio puede albergar a 112 mil aficionados. Cuando hay juegos, entran a la ciudad más de 20 mil automóviles.

El entrenador del equipo, Joe Paterno, recibe más de 2 millones de dólares al año y es casi un dios, porque es el que ha ganado más juegos en la historia del futbol americano, deporte que es el mayor negocio de la universidad y ahora su dolor de cabeza. Ese dolor comenzó cuando en 2010 Jerry Sandusky (67 años), asistente de Paterno (84 años), abusó de un niño de 10 años en los baños de los jugadores. El caso fue denunciado al entrenador; éste a su vez a dos dignatarios de la universidad, quienes lo reportaron al presidente de la misma, Graham Spanier. La ley dice que si sabes de la violación de un menor, tienes que reportarlo a la policía. Nadie lo hizo. El culpable siguió en su puesto protegido por una cultura interna de evitar escándalos que afecten la reputación de la universidad. Por temor al costo de una demanda de la familia del niño abusado. Y por cobardía.

Lo peor es que el violador trabajaba también como entrenador voluntario en una fundación para hijos de familias pobres. Sandusky está en la cárcel y despedidos el dios Paterno y el presidente de la universidad. El escándalo por lo ocurrido es de dimensiones nacional e internacional. Fracasó el intento por tapar la cloaca y se esperan nuevas revelaciones. Como ocurre en la Iglesia católica, donde muchos abusadores son protegidos por sus superiores jerárquicos, en clara violación de las leyes civiles. Mencionemos finalmente que el asunto salió a la luz pública gracias a Sara Ganim, reportera del periódico local The Patriot News.