un códice contemporáneo

El relato gráfico que ofrece Migrar (Ediciones Tecolote, México, 2011), literalmente despliega ante nuestros ojos la abiga rrada y dramática historia de un niño migrante de los muchísimos miles, quizá millones de chamacos y chamacas que primero ven irse a sus padres, y luego ellos mismos acaban por dejar el pueblo en busca de mejor existencia. En esta historia, para el protagonista el fin del viaje de Guerrero a Los Ángeles es apenas el principio de la búsqueda de su padre.

Creado en papel amate por Javier Martínez Pedro, artista de la comunidad de Xalitla, sigue la tradición de narrativa visual de su tierra para retratar en esta ocasión la crónica de los que se van. Algo muy común en el suelo guerrerense. “Yo jugaba a correr entre gallos y cochinos”, comienza el lacónico y espléndido relato paralelo al códice, escrito por Juan Manuel Mateo. El niño saltaba de un surco a otro en el campo familiar, navegaba en la laguna, se escondía detrás de las palmeras con sus pies descalzos.

Elena Poniatowska escribe de esta obra (de arte): “Antes, el papel amate guardaba las hierbas de la tierra y cuando los tlacuilos pintaban sobre él, el papel retenía los colores naturales, el aire del campo y de la montaña, el agua de temporada y sobre todo los huellas de los pies de nuestros abuelos. Ahora conserva el sufrimiento, los miedos, la inseguridad de los que se van” (La Jornada, 3/12/2011).

El lienzo (códice, rollo, o más precisamente, acordeón) acompaña con alegre barroquismo esta historia de infancia libre, abandono, miedo, trenes en movimiento, muros, agujeros para esconderse, solidaridad, patrullas, polleros, perros policías, y al final, inmensos freeways corriéndoles encima de la cabeza a los indios furtivos y fugitivos con su hamburguesa de Burger King. Allá en el norte, el niño del cuento aprende que correr no siempre es divertido.