Opinión
Ver día anteriorSábado 10 de diciembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Apuntes postsoviéticos

La estocada

E

n plena lucha por el poder político, el líder ruso Boris Yeltsin asestó un golpe irreversible al presidente soviético Mijaíl Gorbachov, su gran rival, al reunirse con sus dos colegas eslavos, el 8 de diciembre de 1991, y clavar el estoque –con la creación de la Comunidad de Estados Independientes (CEI)– en una Unión Soviética ya de por sí herida de muerte.

Yeltsin convocó en Belovezhskaya Puscha, coto de caza de los dirigentes soviéticos y hoy parque nacional en territorio bielorruso, a los presidentes de Ucrania, Leonid Kravchuk, y de Bielorrusia, Stanislav Shushkevich, a espaldas de Gorbachov, quien estaba puliendo los detalles de un nuevo pacto federal que pensaba presentar para sacar del estado comatoso a la Unión Soviética.

La CEI, convertida en la actualidad en un simple membrete, nació como consecuencia del fallido golpe de Estado que intentó dar en agosto de 1991 el sector conservador del Politburó del Partido Comunista, así como, poco después, de la separación definitiva de las tres repúblicas del Báltico.

Los acuerdos tomaron a Gorbachov por sorpresa y ya no pudo reponerse: dos semanas más tarde renunció y la bandera roja soviética dejó su lugar en el Kremlin a la tricolor rusa.

Resumida en cuatro párrafos, esta es la historia de la estocada que acabó con la Unión Soviética y cuyo vigésimo aniversario acaba de cumplirse.

Su artífice Boris Yeltsin, el gran destructor del anterior sistema que, a copas de vodka, destruyó también su salud, murió hace cuatro años y ocho meses y recibió un funeral con honores de Estado.

Mijaíl Gorbachov, la víctima del complot de Belovezhskaya Puscha, tiene 80 años y, activo en política desde sus opiniones, acaba de pedir la repetición de la recientes elecciones legislativas rusas que considera fraudulentas.

Poco o nada se sabe de Leonid Kravchuk y Stanislav Shushkevich, ambos de 77 años de edad, desde que perdieron la presidencia de Ucrania y Bielorrusia. Pasarán a la historia sólo como comparsas en la firma del acta de defunción de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Para Vladimir Putin, actual primer ministro de Rusia y candidato presidencial, la desintegración de la Unión Soviética fue el mayor error geopolítico del siglo XX, mientras el Partido Comunista califica de un crimen los acuerdos que precipitaron el fin del país y exige someter a juicio a los responsables de esa destrucción que todavía viven.

Es significativo que el premier ruso y el Partido Comunista opinen lo mismo, pero –más allá de las lamentaciones– saben que ya es imposible restablecer la Unión Soviética, y de eso gobernantes y oposición son responsables por igual.