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Extracción masiva de agua y vulnerabilidad de Laguna Verde por vibraciones, alertan

Temor de veracruzanos ante próxima operación de la mina Caballo Blanco

La empresa descalifica reclamos; las prácticas son seguras y medidas con sismógrafos independientes

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Panorámica de los cerros La Paila y De la Cruz, en los límites de los municipios de Alto Lucero y Actopan, Veracruz, donde la compañía canadiense Goldgroup Mining Co. avanza en la puesta en operación de la la mina a cielo abierto Caballo Blanco, para extraer oro, plata y cobreFoto Sergio Hernández Vega
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 11 de diciembre de 2011, p. 25

Alto Lucero, Ver., 10 de diciembre. Está trotando el caballo blanco, dijo Rick Irvine, gerente de Minera Cardel, cuando hace dos meses arrancaron las pruebas para que a partir de 2012 se inicie la explotación de la mina, ubicada a tres kilómetros de la nucleoeléctrica de Laguna Verde.

Pobladores de las comunidades cercanas a la central nuclear, como los de El Ojital, tienen miedo de que las vibraciones de los explosivos afecten los dos reactores nucleares de Laguna Verde y los productos químicos que se usan en la minería contaminen los mantos acuíferos.

Aun en su fase exploratoria, la mina ya registra los primeros pasivos con la tala del bosque bajo, la destrucción de sitios de reposo de aves migratorias y la extracción masiva de agua para la lubricación de los barrenos, pese a que en muchas comunidades de la zona ni siquiera tienen el líquido para el consumo doméstico.

María Antonia, vecina del ejido La Yerbabuena, sufre a diario para acarrear, sobre los hombros, dos cubos de agua desde pozos artesianos para lavar trastos y preparar alimentos. Si hay que bañarse o lavar ropa tiene que traer más o acudir a los riachuelos cercanos para realizar el aseo en el sitio.

Actividad acapara mantos freáticos

La incipiente actividad minera acapara los mantos freáticos, alimenta la mina, no a los pobladores, en su mayoría pobres, señalan investigadores y activistas de La Vida (La Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental). En su fase extractora se consumirá agua para lubricar barrenos así como para llenar las lagunas de lixiviación, señala Juan Manuel González Muñoz, representante de la organización.

El uso de cianuro de sodio y mercurio para separar el oro y el cobre de la roca extraída es una práctica común en las minas a cielo abierto, como será Caballo Blanco, y eleva el peligro, pues las lagunas de lixiviación podrían contaminar los mantos freáticos.

Según el Centro de Policía Mineral de Estados Unidos, la desintegración del cianuro en el ambiente natural es inocua pero hay evidencias de que persiste en aguas, por lo que los veneros subterráneos serían envenenados por la filtración, alerta González Muñoz.

La veta Caballo Blanco fue descubierta en 1995; abarca 19 hectáreas de los cerros La Paila y De la Cruz, en los límites de los municipios de Alto Lucero y Actopan. La reserva de oro se estima entre 539 mil y 650 mil onzas, además de la producción paralela de cobre y plata. En 2008, Minera Cardel, filial mexicana de las canadienses Gold Group Mining y Almaden Minerals, obtuvo la concesión para la explotación del filón.

El 27 de septiembre pasado se realizó la primera detonación para remover la roca como preludio de la explotación en 2012.

Irvine negó que las comunidades cercanas y la central nucleoeléctrica de Laguna Verde sean vulnerables por la mina.

Minera Cardel descalificó el reclamo de grupos ambientalistas para que el gobierno suspenda, por razones de seguridad nacional la concesión minera por las posibles afectaciones a la estructura de los reactores nucleares por las vibraciones, estimadas hasta de cuatro grados en la escala de Richter. Nuestras prácticas son seguras y medidas con sismógrafos propios e independientes, indicó.

Sin embargo, los activistas también acusan que la extracción minera vulnera el perímetro de seguridad establecido en el Programa de Emergencia Radiológica Externa e incrementa el riesgo de un accidente radiactivo.

Si hubiéramos sabido lo que sería Laguna Verde nunca la hubiéramos dejado instalarse, se queja José Juan Velázquez, quien vive en El Ojital, una de las comunidades aledañas a la central, a la que le se le atribuyen daños a ecosistemas, proliferación de enfermedades cancerígenas y nulo beneficio económico, además de elevados recibos de gastos por consumo de electricidad.

La única alusión de la Comisión Federal de Electricidad –propietaria de Laguna Verde– la hizo el gerente de la central, Rafael Fernández de la Garza, en junio, y consideró que aparentemente la mina no vulnerará la seguridad de la planta, aunque se comprometió a investigar con ellos (los responsables de la mina), no tanto las explosiones, sino qué tan seguido van a darse, dijo.

Hay permisos para detonaciones

Sin especificar el tipo de explosivo ni la cantidad a utilizar, Minera Cardel informó que cuenta con los permisos de la Secretaría de la Defensa Nacional para realizar las detonaciones desde mayo pasado.

Expertos en perforación minera aseguran que en yacimientos similares en Coahuila, Hidalgo, Chihuahua y Sinaloa se remueven hasta 30 mil toneladas de roca por mes para alcanzar una producción óptima. Ello implica usar entre 2.5 y 10 toneladas de explosivos, dependiendo de la dureza de la piedra, y aunque los detonadores aplicados de manera adecuada no dañan al entorno, la vibración y los decibeles aumentan peligrosamente con el número de detonaciones por día para cubrir la cuota mensual referida.

El cumplimiento de la citada cuota mensual demanda de cinco a seis detonaciones por día, práctica común de las empresas canadienses y esa tendencia se daría en Caballo Blanco.

El riesgo paralelo, señalan los especialistas, es la posible contaminación de los mantos freáticos con residuos de mexamon y tovex, compuestos de nitrato de amonio, que son los explosivos más potentes usados en la actualidad. La lluvia y el viento arrastrarían los residuos de los explosivos hasta el subsuelo.

El campesino José Sánchez resume el miedo de los pobladores: La mina es como una víbora de cascabel a la que le quitarán la sonaja pero la dejarán chillando.