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La exposición está integrada por 45 piezas en las que el artista experimentó con la técnica

Exhibe el Munal una serie de grabados que Picasso decidió mantener guardada

Tal vez no los dio a conocer porque algunos abordan temas muy íntimos y otros tienen fallas técnicas, afirma el curador Juan Carrete

La muestra permanecerá hasta el 5 de febrero de 2012

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En 1960, los grabados se comercializarían con la firma del pintor, pero finalmente se negó y las guardó en una caja
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El visitante al Munal podrá contemplar una pieza sobre los niños Paloma y Claude con sus juguetes de Día de Reyes
 
Periódico La Jornada
Lunes 12 de diciembre de 2011, p. 9

Las páginas íntimas de una autobiografía que Pablo Picasso (Málaga, España, 1881-Mougins, Francia, 1973) guardó celosamente durante su vida, recorren ahora el mundo.

Se trata de una colección de grabados que muestran los rostros de las mujeres que amó, momentos familiares privados, así como sueños inquietantes, los cuales se exhiben desde ayer en el Museo Nacional de Arte (Munal).

Ahí están los ojos claros y melancólicos de Dora Maar, los niños Paloma y Claude con sus juguetes de Día de Reyes, pero también el minotauro (personaje recurrente en su obra) violando a una mujer, entre otras imágenes con las que Picasso experimentó la técnica del grabado, la cual le permitiría satisfacer su necesidad de difundir sus creaciones para mayor número de personas.

La exposición se titula Picasso. Series, y se divide en tres módulos temáticos: Caja de remordimientos, Los fumadores y Retrato de familia. La muestra está conformada por 45 piezas que Picasso comenzó a realizar, grabando en placas de cobre, alrededor de 1919, las cuales no le gustaron, por lo cual decidió no darlas a conocer.

No sabemos a ciencia cierta sus motivos, señala Juan Carrete Barrondo, curador de la exposición, pero al mirar los trabajos podemos suponerlos: o se trata de temas muy familiares o, en algunos casos, son sólo apuntes, borradores, ensayos, piezas con fallas técnicas de un artista que era un perfeccionista.

En 1960, continúa el especialista, hubo una gran presión de los editores de Picasso: querían obra para comercializar. Descubrieron 101 planchas de cobre y de zinc que no se habían estampado, y le solicitaron autorización para hacerlo.

El artista pidió pruebas de impresión de cada una y él mismo seleccionó las 45 que conforman esta colección. De cada una se imprimieron 50 ejemplares, las cuales debían ser firmadas para ser puestas en el mercado, “cosa que a Picasso le aburría muchísimo; estamos hablando de 2 mil 250 piezas, y sucedió que la avaricia rompió el saco: los editores cometieron el error de enviarle todo el material al artista y él dijo: ‘no voy a firmar ninguna’. Todo aquello se guardó en una caja y nadie pudo impedirlo”, detalla Carrete.

Fue hasta 10 años después de la muerte de Picasso cuando su familia encuentra los grabados en lo que ahora se ha llamado la caja de remordimientos, pero “si bien él nunca estuvo completamente de acuerdo con que se imprimieran, no considero que sean sus ‘remordimientos’. Él nunca destruyó nada, pues guardaba hasta los boletos de autobús. Los remordimientos son de esos editores que quisieron que él firmara todo de una vez, en lugar de pasárselas poco a poco”.

La firma que ahora lucen los grabados se puso con un sello. La colección que se exhibe en el Munal pertenece a Bancaja, entidad financiera que en la actualidad es propietaria de uno de los mejores y más vastos fondos de obras de Picasso en el mundo. Además de las series que exhibe en México, posee las colecciones: Suite Vollard, Suite 156, Suite 347 y Suite 60, así como 80 libros ilustrados y seis linograbados.

Diálogo con artistas

El resto de los más de 2 mil grabados de la llamada Caja de remordimientos, se vendieron a diversos coleccionistas, sin que fuera condición adquirir la serie completa de 45 piezas.

Son como las páginas de un libro que cuentan un poco de la autobiografía del autor, imágenes sueltas que él no quiso que se conocieran, reitera el curador.

La muestra, que incluye 13 grabados titulados Los fumadores, y cinco más conocidos como Retrato de familia, se ubica en las salas 32 y 33 de la colección permanente del museo, con el fin de imaginar un diálogo con artistas y obras de la época pertenecientes al Munal, mostrando relaciones formales, conceptuales e históricas entre las dos colecciones, señala la información del recinto.

La exposición estará abierta al público hasta el 5 de febrero de 2012, acompañada por un programa de visitas guiadas, así como un ciclo de cine.