Opinión
Ver día anteriorLunes 12 de diciembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Astillero

Lavandería invisible

FC nada sabe

Más pifias de EPN

Las corbatas de AMLO

Clase Política

El libro de García Luna

Julio Hernández López
Miguel Ángel Rivera
Dinero

Salario mínimo: bofetón de despedida a la prole

Sólo subió $13 este sexenio

Peña se hace bolas con los números

México SA

CNSM: decisión perversa

Hambre para Vivir Mejor

Salario mínimo real: 10 pesos

Enrique Galván Ochoa
Carlos Fernández-Vega
Reporte Económico

Crisis sistémica. Reflexión final (IV)

American Curios

Fin del capitalismo

David Márquez Ayala
David Brooks
Balance de la Jornada

Tres décadas y millones de dólares para el tercer título de Tigres

Washington: factor de naufragio
L

a vocera del Ejecutivo federal, Alejandra Sota, afirmó ayer que el gobierno mexicano desconocía las operaciones de lavado de dinero realizadas por la dependencia estadunidense de combate a las drogas (DEA, por sus siglas en inglés) y que fueron dadas a conocer el fin de semana antepasado por The New York Times. A partir de esa revelación, ha salido a la luz que, desde 1984, agentes de la DEA han trasladado millones de dólares a través de la frontera común y han depositado el dinero en cuentas indicadas por narcotraficantes o en cuentas propias, con el pretexto de investigar cómo mueven el dinero las organizaciones criminales. Según el subsecretario de Justicia, Ronald Weich, tales operaciones encubiertas están en curso.

Carlos Hernández
El Correo Ilustrado

Niega que Narro haya firmado demanda contra Calderón

M

e permito aclarar que existe un error en el encabezado de la nota del 11 de diciembre que se refiere a la participación del rector de la Universidad Nacional Autónoma de México en el Congreso Estatal Ciudadano de Derechos Humanos celebrado en Querétaro. El doctor José Narro Robles no suscribió la demanda contra el presidente Felipe Calderón presentada ante la Corte Penal Internacional.

El reto de los jóvenes
D

urante años se creyó que las generaciones venideras tendrían una expectativa de vida mejor que la de sus antecesores. Esto ha dejado de ser cierto, al menos en la sociedad estadunidense.

Arturo Balderas Rodríguez
Durban y México, sin milagros
T

iempo de pedir al Altísimo el milagro de que los poderosos hagan a un lado sus intereses y piensen en la humanidad. Ese Altísimo que, sostiene Fernando Vallejo, de existir, ha hecho mal las cosas, es injusto, hace sufrir a los animales, el ser humano. En busca de un milagro, la presidenta de la reciente cumbre climática, Maite Nkoana-Mashabane, acudió en Durban a rezar a una iglesia presbiteriana ubicada en un barrio negro establecido cuando el apartheid reinaba en Sudáfrica. Se unió en oración a los feligreses del lugar a fin de conseguir un resultado creíble, justo y equilibrado.

La fase simbiótica
E

n su discurso con motivo del quinto año de gobierno, Felipe Calderón tuvo un momento de lucidez al afirmar que en materia de inseguridad ya hemos rebasado las fases predatoria y parasitaria, en las que existen claras líneas divisorias entre las autoridades y los delincuentes, para evolucionar hasta la fase simbiótica, donde simplemente ya no hay diferencia entre el Estado y sus instituciones y los criminales. En este contexto, los criminales se apoderan de las instituciones policiacas y ministeriales, actúan a través de la policía y se diversifican hacia la extorsión, el secuestro y el cobro de piso para quedarse con las rentas de la sociedad (discurso disponible en: http://bit.ly/tsvyeV).

Iván Restrepo
John M. Ackerman
Terrorismo estatal e impunidad
U

na noción no visibilizada, cuyo ocultamiento ha servido para generar mayor confusión durante el estado de excepción permanente no declarado del régimen de Felipe Calderón, es la que alude al derecho penal del enemigo. Tal noción, que tiene que ver con los discursos que dan forma a la relación entre la guerra y el control social penal –y sus consecuencias en el marco de los modos del mantenimiento del orden interior del Estado mexicano–, deriva de la transformación de los vínculos entre las categorías enemigo y criminal, entidades fundamentales de la guerra y del derecho penal, respectivamente.

Momento de peligro
H

ace un mes reflexioné en estas páginas sobre la situación radical en que vivimos: ese periodo de despertar colectivo cuando una condición adversa que afecta a todos en su realidad y en sus expectativas coincide con la evidencia de que los remedios en uso agravan las dificultades en vez de aliviarlas, y entonces se desgarra el velo que cubre la mentalidad dominante. Se produce así la ruptura que puede permitir la transformación radical.

Carlos Fazio /V
Gustavo Esteva
Tiempos y acomodos políticos
E

n Europa se expresa hoy la complejidad de los acuerdos políticos para hacer funcionales las necesidades de la globalización económica y las exigencias de los mercados a los Estados. La dificultad para establecer un armazón institucional ha sido clara a partir de los efectos de la crisis financiera de 2008, que imponen un replanteamiento del mecanismo de integración que se estableció con la unión monetaria en torno del euro.

Zombilandia
T

uvo que venir un Récord Guinness –ese monumento a la trivilización del número– para confirmar que somos una nación zombi. Qué orgullo. Los zombis están entre nosotros y quizás no deba sorprendernos que se junten 9 mil 806 jóvenes para marchar al Zócalo manchados, maquillados, gruñentes, hechos unos zombis. ¿Sí debe sorprendernos que no se reunieran 9 mil 806 indignados frente a la Bolsa de Valores, donde Edur Velasco sostuvo una solitaria huelga de hambre por más de 40 días? (¿Habrá un récord Guinness del ayuno? Seguramente.)

León Bendesky
Hermann Bellinghausen
Toros
Diego y Charro Cantor se hicieron uno
R

asguearon los dedos sobre las cuerdas de la guitarra y puntearon una serie de pases naturales que nos hicieron entrar a los aficionados en delirio. Diego Silveti emocionó a la parroquia torera de tal forma que la México volvió a temblar como la noche anterior. Qué manera de torear del niño, qué belleza, qué naturalidad y empaque, qué manera de meter el toro en la muleta, qué lentitud al ritmo del toro. Diego Silveti había iniciado la faena remojando la garganta sequita por unos lances novedosos con un dulce, en recuerdo de su padre y rompió a cantar quejumbroso el toreo de siempre; echar la muleta delante, templar y mandar y se fue al espacio en la noche que se volvió eterna ¡Cómo toreó el niño! En la misma forma que quejumbrosos los aficionados se fueron a la Basílica a dar gracias por la resurrección del toreo silvetista.

José Cueli