Opinión
Ver día anteriorLunes 12 de diciembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Durban y México, sin milagros
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iempo de pedir al Altísimo el milagro de que los poderosos hagan a un lado sus intereses y piensen en la humanidad. Ese Altísimo que, sostiene Fernando Vallejo, de existir, ha hecho mal las cosas, es injusto, hace sufrir a los animales, el ser humano. En busca de un milagro, la presidenta de la reciente cumbre climática, Maite Nkoana-Mashabane, acudió en Durban a rezar a una iglesia presbiteriana ubicada en un barrio negro establecido cuando el apartheid reinaba en Sudáfrica. Se unió en oración a los feligreses del lugar a fin de conseguir un resultado creíble, justo y equilibrado.

Mientras rezaban, los poderosos imponían su ley e impedían los acuerdos requeridos para contrarrestar los daños que ocasiona el calentamiento global lo mismo en África que en el resto del planeta.

Imposible lograr un acuerdo favorable si el gobierno de la mayor potencia económica y militar se encuentra maniatado por los intereses de las grandes corporaciones y por una opinión pública que, ante los efectos de la crisis, no desea hacer esfuerzo alguno en favor del medio ambiente. Por ejemplo, reducir su derroche energético. Nada bueno nos espera si en el Partido Republicano campea la idea de que, si llega a ocupar nuevamente la Casa Blanca, reducirá la esfera de acción de la agencia gubernamental responsable de los asuntos ambientales: la EPA, por sus siglas en inglés.

Termina en malos términos la Cumbre 17. De fracaso habla la mayoría, fracaso que se fraguó en Cancún hace un año. Se dejan  para 2015 y 2020 los asuntos urgentes, inaplazables, y debilitado el poder de negociación de las agencias internacionales relacionadas con el clima, pese a que en Durban hubo información abundante sobre el calentamiento global y los efectos nocivos que trae por doquier.

Reza la presidenta de la cumbre pero se olvida que al único dios que responden los grandes intereses es al del dinero. Primero los negocios, luego la suerte de la población. Incluso la de los países industrializados que también padece sequías prolongadas y lluvias nunca vistas e inesperadas. En contraste, se conocen los exitosos resultados financieros de las compañías petroleras, de las que dominan el mercado mundial de alimentos, de los grandes bancos. En medio de la desocupación de millones, los que  ocasionaron la crisis con sus maniobras especulativas y el visto bueno de los gobiernos, cobran bonos millonarios y son salvados con el dinero público en Estados Unidos y en Europa.

Tiempo de congratularse de que los negocios marchen bien. Como lo hace la empresa Interjet al celebrar sus primeros siete años de actividades: en anuncio de dos planas en los principales diarios nacionales agradece públicamente al cielo y a la Virgen de Guadalupe por los éxitos cosechados con base en un servicio aceptable y precios más bajos que los de Aeroméxico, la consentida de los funcionarios que se encaminan a  convertirla en monopolio a costa de Mexicana y Aviacsa, por ejemplo.

Quienes tienen a su cargo el gobierno también recurren a Dios en busca de ayuda para resolver los problemas mayúsculos que enfrentan. Lo mismo la violencia, que el desempleo, la desigualdad social y económica. La sordera, por lo que vemos, reina en las alturas porque nada se arregla, todo se complica. Tampoco le ha servido a los funcionarios que gobiernan lo mismo en nombre del PAN que del PRI o el PRD, la bendición de  los jerarcas de la Iglesia católica, minados en su credibilidad por ser cómplices de las políticas oficiales y de connotados pederastas.

Hoy se anunciará oficialmente la visita a México de Benedicto XVI. En un nicho que la arquidiócesis de León construirá en el cerro del Cubilete, a los pies del monumento a Cristo Rey, Felipe Calderón rezará por la paz con Benedicto y todos los obispos de América. El ocupante de Los Pinos, el más obligado a cumplir el principio de laicidad del Estado mexicano, violará nuevamente dicho precepto. Oración por la paz, pero de los sepulcros, de decenas de miles víctimas de la guerra contra la delincuencia. Y en compañía de quien solapó a Marcial Maciel, el criminal que ayer el Vaticano y poderosos empresarios calificaban de santo. No hubo milagro en Durban. Tampoco en México.