17 de diciembre de 2011     Número 51

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

AGENDA RURAL

Evento: Talleres para la Comunidad “Centro Social y Cultural Santa Martha”. Organizan: Varios. Fecha: Diciembre y enero. Hora: Diversos horarios. Talleres gratuitos. Lugar: Av. México casi esquina con Puebla, Barrio Santa Martha, Milpa Alta. Informes: 044-55-18-12-27-48 / 044-55-21-32-17-27.


Documental: El pueblo del agua. Director: Federico Zuvire. Informes: salmoblog.org/cucapa


Libro: La política alimentaria en México. Autores: Abelardo Ávila Curiel, Jesús Flores Sánchez y Gabriela Rangel Faz. Ediciones: Estudios e Investigaciones del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA).

Crisis alimentaria y avicultura;
un punto de inflexión*

María del Carmen Hernández Moreno
Investigadora del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C.
[email protected]

En el contexto de las recientes crisis alimentarias (2007/2008-2010/2011), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoce que la avicultura mundial ha sido capaz de mantener en 2011 una mayor disponibilidad de productos con precios inferiores a los registrados en 2008. En el caso particular de México, la Unión Nacional de Avicultores (UNA) ha documentado a lo largo de los años que huevo de plato y la carne de pollo continúan exhibiendo los precios más bajos del mercado pecuario; son los productos que ofrecen mayor volumen al poder adquisitivo del salario mínimo y sus consumos per cápita se han mantenido al alza por lo menos en las dos décadas recientes.

A pesar de lo anterior, es posible advertir que el modelo de avicultura intensiva enfrentará serios límites en los años venideros. Por el lado de la oferta, los pronósticos de encarecimiento de sus insumos básicos (cereales y oleaginosas) –que representan entre 60 y 70 por ciento de los costos de producción– hacen prever que será difícil mantener los precios bajos de sus productos; por el lado de la demanda, la crítica de los consumidores a los métodos intensivos de producción, por sus efectos en la salud humana y en el bienestar animal, afectarán inevitablemente la productividad de la industria y ello redundará en una nueva fuente de presión sobre sus precios.

Un elemento más a considerar es la incapacidad de los millones de mexicanos en extrema pobreza de hacer efectiva su demanda de productos avícolas. Es decir, independientemente de la tendencia de los precios, este amplio sector de la población no tiene los ingresos suficientes para acceder a ellos. Pero, vayamos por partes:

1. Recientemente la FAO, el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han advertido de manera reiterada sobre el fin de la era de los alimentos baratos y afirman que por lo menos en la próxima década los precios de los cereales y otros productos básicos se mantendrán a la alza, en virtud de una mayor demanda desde los países emergentes y del mercado de biocombustibles y por la incertidumbre generada por el cambio climático. Tan sólo en 2011 los incrementos en los precios de maíz, trigo y soya fueron de 74, 69 y 36 por ciento, respectivamente.

2. El tema del bienestar animal tiene peso en esta trama y no es un asunto menor, ni lejano. Parte de la premisa de que el bienestar animal incide en la inocuidad y calidad de los alimentos e identifica como principales detonantes de la reciente propagación de enfermedades y epizootias provocadas por bacterias y virus más resistentes, a la mayor movilización de los productos pecuarios, que a su vez es atribuible a la globalización, y a los métodos de estabulación, alimentación y cría, adoptados para intensificar la producción y aumentar la rentabilidad. Esta inquietud de los consumidores ha sido plasmada en el Protocolo Sobre Bienestar Animal, que entrará en vigor en la Comunidad Europea en 2013. Impulsado desde la sociedad civil, condicionará las políticas públicas sobre el ramo y la entrega de estímulos a los productores pecuarios de los países signatarios. El gran dilema para los consorcios avícolas es conciliar las preferencias de un consumidor más exigente, que se inclina por una producción avícola pastoril u orgánica, con sus propias expectativas de grandes rendimientos y dividendos que la producción intensiva les representa.

3. Respecto a la pobreza alimentaria, la FAO ha reconocido que la avicultura doméstica o rural contribuye a incrementar la seguridad alimentaria y a reducir la vulnerabilidad de las familias más pobres ya que puede aportar entre 20 y 50 de la proteína animal de su dieta, y contribuir a la economía generando pequeñas cantidades de efectivo, en especial en las épocas de estrechez. También, en las zonas más marginadas donde no se dispone de energía eléctrica, disponer de pollo y huevo fresco puede constituirse en la única alternativa alimentaria saludable y de alto valor proteico.

De manera muy sucinta hemos expuesto los elementos que a nuestro juicio incidirán un cambio de modelo avícola en los próximos años.

Difícilmente, la industria avícola podrá seguir respondiendo al alza de sus insumos con una mayor productividad derivada de la creciente intensificación de sus procesos productivos. El movimiento en favor del bienestar de los animales parece no ser una moda pasajera y sí un obstáculo que obligará, como ya lo han reconocido los propios líderes de esta actividad, a emplear nuevos esquemas productivos, menos intensivos. Es ahí donde se abre la posibilidad para nuevos modelos que permitan la participación de familias rurales integradas en redes de producción vinculadas a organizaciones de consumidores. Ello ya está ocurriendo en países desarrollados. Por el lado de la pobreza, las directrices de la FAO y el crecimiento de los contingentes en pobreza alimentaria obligarán a los gobiernos a incluir el fomento de la avicultura rural como estrategia para asegurar el derecho a la alimentación. Ambas opciones enfrentarán sin embargo una serie de retos para asegurar viabilidad, entre ellos destaca el tema sanitario que requerirá de protocolos de bioseguridad accesibles a las familias rurales.

*Parte de la información utilizada para esta colaboración proviene de: Hernández M.C., et al. 2008. “Seguridad alimentaria y promoción de la avicultura rural”, en A. Ramírez-Cuéllar et al., Reserva estratégica de alimentos: una alternativa para el desarrollo del campo mexicano y la soberanía alimentaria, CEDERSSA, SAGARPA, Universidad Autónoma de Chapingo, Cámara de Diputados LX Legislatura, Texcoco, pp. 169-180. ISBN: 968-839428- 9; y Hernández, M.C., et al. (en prensa): “Los retos de la avicultura mexicana frente a la crisis del modelo agroalimentario”, en José Luis Calva (coordinador), Nueva estrategia de desarrollo, UNAM

Dificultades financieras en la avicultura

La situación prolongada de elevación de los precios de los granos, aunada hoy a la devaluación del peso frente al dólar –que encarece aún más estos insumos dada la dependencia de importaciones– coloca a los avicultores en una encrucijada, al grado de que la Unión Nacional de Avicultores (UNA) afirma que “cada vez es más difícil el sostenimiento de los negocios; hay serias dificultades financieras”.

En su 48 Congreso Nacional, realizado en noviembre en Cancún, el presidente de la Unión Nacional de Avicultura (UNA), Jaime Criveli, dijo que es verdad que la avicultura nacional ha registrado un crecimiento constante en los años recientes, pero hoy está en entredicho el sano desarrollo futuro de la actividad. Y es que en un lapso de 18 meses los precios del maíz, el principal alimento de los pollos, se elevó en 68 por ciento, dijo, al pasar de 2 mil 747 pesos la tonelada en abril de 2010 a 4 mil 626 pesos en septiembre de 2011.

El alimento para las aves (maíz, sorgo y pasta de soya, fundamentalmente) representa el 68 por ciento de los costos totales.

Y la avicultura tiene un peso social y en la alimentación del país muy importante, pues de cada diez kilos de proteína animal que se ofrecen en el mercado nacional, seis provienen de la avicultura. México es el primer consumidor de huevo fresco en el mundo, con casi 23 kilos per cápita al año, y en pollo se registran 29 kilos per cápita. En términos de empleo, según la UNA, de la actividad dependen directa e indirectamente más de un millón cien mil familias en el país.

Considerando que el pollo y el huevo representan proteínas baratas relativamente, su demanda ha venido en aumento constante, y por tanto su producción se ha elevado a un ritmo mayor que el crecimiento demográfico. De 1994 a 2010 su consumo de insumos agrícolas (granos) aumentó en 3.2 por ciento anual.

Con estas ideas y con la consideración de que la producción nacional de maíz amarillo, principal insumo requerido, debería crecer a la par que la avicultura, Jaime Criveli dijo en su congreso, y frente al secretario de Agricultura, Francisco Mayorga, que la UNA propone el impulso de la siembra de maíz amarillo transgénico. Aunque no dio argumento alguno de por qué este grano aseguraría el aumento de oferta maicera.

“Ante el rezago de la producción de maíz amarillo en México, y la alta dependencia de importaciones de grano de Estados Unidos, para alimentar a las aves, sería muy conveniente iniciar la producción de maíces genéticamente modificados” y así garantizar el abasto al subsector pecuario del país y en particular a la avicultura, dijo.

Otra preocupación expresada por la UNA son las crecientes importaciones de carne de pollo. Para 2011 las estimaciones de la Unión son que sumarán 325 mil toneladas, 13 por ciento más que en 2010.

Las compras externas son sobre todo de pierna y muslo de pollo, aunque también figuran filetes, pollo entero, pechuga y alas. La preocupación es tal e implica la idea de que estos productos llegan subvaluados, que varias empresas avícolas han promovido una denuncia antidumping, misma que aún no prospera. La UNA pidió en su congreso que la Secretaría de Economía avance para resolver la controversia.