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Falleció George Whitman, fundador de una utopía socialista disfrazada de librería

Concluye un capítulo glorioso de la historia literaria de París

Shakespeare and Company alojó a Henry Miller, publicó la primera edición del Ulises, de Joyce, y apostó por Ernest Hemingway

El espíritu poco convencional del establecimiento permanecerá a través de su hija Sylvia Beach

Su verdadero legado es la generosidad, señaló

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La hija de George Whitman planea conservar la librería tal como su padre la quería. Arriba, ambos en Shakespeare and CompanyFoto Tomada de Internet
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Whitman ayudó a un esforzado y joven escritor llamado Ernest HemingwayFoto Tomada de Internet
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Como un guiño a la modernidad, Sylvia ha creado una página web de Shakespeare and Company e instalado un teléfono. En la imagen, con George Whitman, quien falleció el 14 de diciembre pasadoFoto Tomada de Internet
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La librería es un laberinto de estantes retacado de volúmenes nuevos y de segunda manoFoto Tomada de Internet
The Independent
Periódico La Jornada
Domingo 18 de diciembre de 2011, p. 2

París. Para los angloparlantes amantes de los libros en París ha llegado a su fin un delicioso capítulo en la historia literaria de la ciudad. George Whitman, fundador de Shakespeare and Company –librería, casa de huéspedes gratuita y utopía socialista–, ha muerto, a la edad de 98 años.

Whitman, quien hasta hace cinco años dirigió el establecimiento, cercano a la catedral de Nôtre Dame, fue uno de los últimos nexos con el glorioso pasado de la capital como centro del genio literario en lengua inglesa.

Durante la década de 1950, su desordenada y nada convencional librería alojó a Henry Miller y a los poetas estadunidenses de la generación beat.

En 1964 Whitman adoptó el nombre y el espíritu de una tienda y librería de preguerra que publicó la primera edición del Ulises de James Joyce y ayudó a un esforzado y joven escritor llamado Ernest Hemingway.

Hoy está al frente del establecimiento la hija de Whitman, Sylvia Beach, de 30 años. Su padre le puso el nombre de la fundadora de la primera Shakespeare and Company, quien falleció en 1962.

La tienda cerró el jueves en señal de respeto. En la calle se apilaron flores y velas. Las puertas fueron tapizadas de mensajes escritos. Uno decía: La librería fue el círculo de delicada energía que es el mundo de los grandes excéntricos del siglo XX.

Whitman nació en Nueva Jersey en 1913 y vino a París con una beca militar para estudiar en la Sorbona, después de la Segunda Guerra Mundial. En 1951 fundó la librería, en un principio llamada Le Mistral.

Desde los inicios ofreció alojamiento gratuito a escritores o a cualquier otra persona que accediera a trabajar allí dos horas al día. Se calcula que más de 40 mil personas se han hospedado en la librería en los 60 años pasados. La única demanda de Whitman a los huéspedes era que leyeran un libro diario y que antes de partir escribieran una breve descripción de sí mismos y de sus aspiraciones.

Su hija comentó que estaba asombrada de la cantidad de tributos anónimos a su padre.

“George era muy curioso con respecto a las personas –declaró a The Independent–. Era siempre generoso con personas que no necesariamente recibían oportunidades en otros lados. Les daba empleo, techo y un cimiento a partir del cual construir.

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Be not inhospitable to strangers, lest they be angels in disguise (Sé hospitalario con los extraños, podría tratarse de ángeles disfrazados) se lee en una de las paredes del establecimeinto ubicado cerca de Nôtre Dame, en ParísFoto Tomada de Internet
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La librería brindaba a los lectores una atmósfera íntimaFoto Tomada de Internet

“También fue una de las personas más excéntricas que he conocido. Soy hija única, pero siempre me decía que las personas que venían y se quedaban eran mis hermanos y hermanas. Se interesaba por las personas y quería ponerlas en el camino correcto, a menudo a través de los libros.

Su verdadero legado es la generosidad, algo cada vez más difícil de encontrar en una gran ciudad como París.

George Whitman gustaba de llamar a Shakespeare and Company una utopía socialista disfrazada de librería. En consonancia con otras utopías socialistas, no era del agrado de todos.

El laberinto de estantes, retacado de volúmenes nuevos y de segunda mano, es un paraíso para quienes gustan de husmear en busca de gangas o ediciones príncipes. Para quienes sólo desean comprar el thriller más reciente de Cormac McCarthy o Dan Brown, resulta confuso.

En los días calurosos de agosto, se ha sabido que a los compradores poco románticos les parece que las camas recién desocupadas entre los estantes brindan una atmósfera demasiado íntima. No captan lo esencial: Shakespeare and Company es mucho más que una librería.

Un mensaje garrapateado en la puerta este jueves iba más acorde con el espíritu de George Whitman. Decía: Siempre fuiste el viejo cabrón excéntrico que la situación demandaba.

Otro mensaje citaba un poema dedicado a William Shakespeare por su amigo y rival Ben Jonson: Seguirás vivo mientras vivan tus libros y tengamos ingenio para leerlos y elogios para prodigarlos.

Sylvia recordó que su padre comparaba a menudo la tienda con un libro. Con George todo era caos en verdad, pero al mismo tiempo era la magia de la locura organizada. Había magia y misterio; George solía decir que cada rincón de la tienda era como un capítulo inconcluso de la novela que jamás escribió.

Puede que un capítulo haya concluido, pero el libro de Shakespeare and Company no ha terminado aún. Sylvia planea conservar la librería tal como su padre la quería. Sin embargo, como un guiño al siglo XXI, ha creado un sitio web e instalado un teléfono.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya