Economía
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Cuando las clases medias y bajas protestaron por la creciente desigualdad
 
Periódico La Jornada
Domingo 18 de diciembre de 2011, p. 25

Nueva York, 17 de diciembre. El 2011 será recordado como el año en el que las clases medias y bajas de Europa y Estados Unidos, desde los indignados de España hasta el movimiento Ocupa Wall Street, salieron a protestar contra sus élites por la creciente desigualdad generada por la crisis económica.

El año que se va empezó con un imparable viento de cambio proveniente del norte de África, donde manifestaciones populares para derribar los regímenes en el poder se extendieron como una mancha de aceite desde Túnez a Egipto, Libia, Siria y Yemen, en un sorpresivo proceso llamado Primavera Árabe.

Esas protestas, que terminaron muchas veces en un baño de sangre, sirvieron de inspiración para la gente frustrada en Europa y Estados Unidos por el creciente desempleo, el caos financiero y la incapacidad de los gobiernos para encontrar soluciones a la crisis que comenzó en 2008.

En un mundo en el que el poder de las finanzas y las corporaciones parece tener demasiada influencia y controlar la política, las clases medias ven cómo su nivel de vida se deteriora rápidamente y los jóvenes recién egresados se encuentran sin empleo y, por lo tanto, sin futuro.

Los griegos dieron el paso inicial en 2010, saliendo a la calle en forma masiva para manifestarse contra los planes de ajuste adoptados para salvar al país de la quiebra.

El pasado 15 de mayo aparece en Madrid el primer campamento de los indignados, que se levantan contra los recortes presupuestarios que afectan a los sectores más vulnerables, mientras se siguen gastando miles de millones de dólares para salvar bancos que pagan salarios extraordinarios a sus directivos.

Este movimiento se extiende a otras ciudades de España, como Barcelona, Valencia y Zaragoza, y además traspasa fronteras con movilizaciones que se repiten en Lisboa, París, Bruselas e incluso Tel Aviv.

El 19 de junio 200 mil personas se congregan en Madrid. A principios de septiembre, unas 400 mil salen a las calles en Tel Aviv y en otras 15 ciudades en Israel.

En Gran Bretaña, la rabia de las juventud marginada explota en agosto con violentos incidentes y saqueos en Londres.

La protesta llega a Estados Unidos el 17 de septiembre, cuando el hasta allí desconocido movimiento Ocupa Wall Street (OWS), que no reconoce líderes y denuncia el poder del mundo de las finanzas, la avaricia y la corrupción de los más ricos, se instala en una plaza cerca de la bolsa de Nueva York.

Austeridad alimenta ira popular

Somos el 99 por ciento, dicen los manifestantes, que rechazan definir con precisión sus reivindicaciones y aprovechan las redes sociales para transmitir su mensaje a través de un país duramente afectado por el desempleo y en el que las corporaciones financieras parecen incontrolables.

Los Ángeles, Boston, Seattle, Washington, Filadelfia, campamentos similares al de OWS surgen en decenas de ciudades estadunidenses y luego en Canadá, Londres y Fráncfort, entre otros.

Su reclamo encuentra eco hasta en el presidente estadunidense Barack Obama, quien ha admitido recientemente que las desigualdades se encuentran en un nivel nunca visto desde la Gran Depresión de los años 30.

Tras asistir atónitas al nuevo fenómeno, las autoridades deciden a partir de octubre desmantelar los campamentos, muchas veces a través de violentos operativos policiales.

Sin un lugar público permanente desde el cual manifestarse, los movimientos de protesta buscan ahora nuevas estrategias para mantener viva su protesta.

En Estados Unidos, las elecciones presidenciales de 2012 aparecen como una caja de resonancia perfecta para que OWS redoble su presión.

En Europa el ajuste que llevan a cabo muchos países, y que no haría más que agudizarse el año próximo, promete también seguir alimentando la ira popular.