Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 18 de diciembre de 2011 Num: 876

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Gira literaria
Vilma Fuentes

Correspondencia póstuma con Jorge Turner
Rossana Cassigoli

Efraín y María en
La Casa de la Sierra

Marco Antonio Campos

Gelman, el árbol
de la poesía

José Ángel Leyva

Santos Discépolo,
del teatro al tango

Álvaro Ojeda

La Banda Mágica
sin Beefheart

Juan Puga

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

Jorge Moch
[email protected]

Balance adelantado de un sexenio maldito

Seis años después en lugar de país tenemos trinchera. El verdadero peligro para México sigue allí, en la complicidad de las cúpulas empresariales, políticas y clericales, en la sumisión a Washington, en la ausencia de dignidad disfrazada con cuanta distracción hay a mano, en la pobreza. Las últimas de la fila allí siguen languideciendo: la tutela del Estado, la gratuidad en la educación de calidad –no orientada al perverso entrenamiento de mano de obra barata y eficaz para la maquila–, la cultura popular convertida, con el pretexto de lo popular, en tugurio, allí la concreción de un horizonte para la juventud mexicana. Pero mucho discurso, muchas pataletas, bien calculadas apariciones públicas con público apapachador, porque las primeras experiencias fueron muy amargas, pero sobre todo el impepinable tren de la propaganda regando arengas a toda hora, todos los días de la semana de todos los meses de todos estos años que son añicos: balaceras, granadazos, rumores de enfrentamientos, de secuestros, de escuelas tomadas, vuelos rasantes de helicópteros con francotiradores que asoman por sus costados.

¿Y las promesas de campaña de Calderón? Allá en una probabilidad escueta de empleos, de manos limpias en la administración pública. Predecibles desde ahora las componendas con la sucesión pactada en cuanto empiecen a surgir los datos del escándalo: la compra de propiedades en México y el extranjero, las cuentas de banco dentro y fuera del país, los negocios turbios, los desaseos expuestos una vez que Felipe Calderón haya perdido la discrecionalidad en el manejo de los secretos de Estado y las riendas del Estado Mayor Presidencial, ese cuerpo de élite de las fuerzas armadas convertido, por nauseabunda, histórica connivencia con el poder político súper concentrado que significa ser presidente en México, en cómplices del tiranuelo. Seis años que se fueron entre el sobresalto, el miedo, la risa amarga y socarrona y un reguero multitudinario de muertos. Al final de los seis años más largos en la vida de muchos mexicanos, el fracaso: las drogas no dejaron de fluir hacia el mercado gringo y comprador; el empleo cayó brutalmente a pesar de cosméticos declarativos de bien cebadas corbatas; la credibilidad en las instituciones de buena parte de la población –y decir  “instituciones” es decir también “transición presunta” y “remedo democrático”– está de bruces; la economía familiar del mexicano –no la celebrada por los déspotas siempre remotos del Fondo Monetario Internacional– es un mal chiste de seis mil pesos; el costo de la vida disparado a la estratosfera; la seguridad geoestratégica de México totalmente subordinada a los intereses geoestratégicos estadunidenses, fracturada la más elemental noción de soberanía, y en fin, la vida política convertida más que nunca en un estercolero; la convivencia social condicionada por los atributos de fuerza y violencia que sean capaces de exhibir los diferentes estamentos de los grupos de poder… Un país enfermo, enajenado, oligofrénico.

Un país pintado aparte por los medios masivos, por Televisa y tv Azteca pero también en los últimos años por los conductores del Once. Un país celebrado en las pantallas en los promocionales del gobierno espurio e inepto de Felipe Calderón Hinojosa, para beneplácito de políticos arrastrados y de empresarios monopolistas y sin escrúpulos que engordaron exponencialmente sus chequeras implementando una saturadora, intensísima campaña de propaganda continua con que tratar de enjuagarle un poco de realidad a la realidad misma de un gobierno ineficaz, mentiroso, cobarde y cruel, un gobierno de enanos mentales, de gente ruin y oportunista que, en términos generales, actuó para beneficio propio o para solventar intereses de grupo, y decir  “grupo” es decir los consorcios empresariales de siempre, los de los ricos de siempre, como el Bimbo de Lorenzo Servitje, el Telmex de Carlos Slim, el Grupo Maseca de Roberto González Barrera… los mismos de siempre, los cercanos a Salinas de Gortari, al arzobispado, al Tec…

Un país que claudicó a la dignidad en su política exterior. Un país que es tumba de migrantes latinoamericanos pero el paraíso para pederastas gringos, canadienses y europeos que vienen a pervertir niños a Cancún, Acapulco, Puerto Vallarta…

Un país, diría Juan Marsé, deliciosamente emputecido, sobrepoblado, depauperado, violento, miserable y enfermo, enfrentado a sí mismo en un último año de sexenio, difícil, tramposo y seguramente violento.

Y que un año no es nada, dicen.