Sociedad y Justicia
Ver día anteriorLunes 19 de diciembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Presentó el Grupo ETC el informe ¿Quién controlará la economía verde?

Se preparan las grandes empresas para penetrar en nuevos sectores industriales

Río+20 no tendrá éxito sin la participación de indígenas, campesinos y sociedad civil

 
Periódico La Jornada
Lunes 19 de diciembre de 2011, p. 41

Las empresas más grandes del planeta sacan toda la ventaja de la denominada economía verde y se preparan para su golpe más agresivo en la historia, que consiste no solamente en realizar más adquisiciones y explorar otros mercados, sino penetrar en nuevos sectores industriales, advierte el Grupo ETC.

La organización internacional que participó en Nueva York en las reuniones preparatorias hacia Río+20, que se celebrará en junio próximo en Brasil, presentó el informe ¿Quién controlará la economía verde?, en el cual revela el control que tienen las grandes compañías sobre el agua, la biotecnología, la distribución de alimentos y la agricultura, entre otros rubros.

Como ejemplo menciona que DuPont no sólo es la segunda empresa de semillas y la sexta más grande compañía de plaguicidas y químicos en el mundo, sino que también ha pasado a ser un poderoso referente en materiales, energía y aditivos alimentarios derivados de vegetales.

Destaca que empresas, como Monsanto, Syngenta, Dow, BASF y Unilever, tienen importante presencia en los sectores de semillas, plaguicidas, químicos y alimentos, además de que hacen inversiones estratégicas en tecnologías riesgosas y consolidan colaboraciones para investigación y desarrollo con la expectativa de convertir la biomasa vegetal en productos con alto valor agregado. Comercializar la biomasa que aún escapa del mercado es el objetivo principal de las empresas que persiguen para sus fines la economía verde.

El documento enumera las principales compañías en 18 sectores industriales para la economía verde, que son los negocios de agua, energía, semillas, pesca y acuacultura, procesamiento y comercio de alimentos, químicos, fertilizantes, plaguicidas, minería, farmacéutica, biotecnología y el comercio de granos, entre otras.

Señala que los nuevos remedios tecnológicos verdes son peligrosos porque promoverán una convergencia y una concentración del poder corporativo aún mayores e impondrán tecnologías patentadas en comunidades que no están discutiendo el tema ni están preparadas o son consultadas sobre sus impactos.

El acaparamiento de los recursos, implicado en las operaciones de fusión y adquisición corporativa –especialmente en los países en desarrollo– es impulsado mayormente por la lucha por alcanzar una seguridad en el abasto de materias primas, lo que significa la adquisición de recursos naturales estratégicos que incluyen la tierra, las materias primas a granel, los minerales metálicos y no metálicos, y ahora el material vegetal genérico, es decir, la biomasa.

Detalla que desde el inicio del milenio, la visión de una economía de base biológica va cobrando forma, con su promesa de resolver los problemas del pico petrolero y el cambio climático y con la esperanza de abrir la puerta a una era de desarrollo sustentable. Las nuevas tecnologías, sobre todo la biología sintética (o ingeniería genética extrema), potenciada con la bioinformática y la genómica, son la maquinaria principal de esta bioeconomía, que se pretende que funcione con insumos agrícolas como combustible.

Precisa que no se trata de rechazar la economía verde, sino construir economías sustentables, basadas en el uso apropiado y adecuado de la biodiversidad para satisfacer las necesidades humanas.

Concluye que Río+20 no tendrá éxito a menos que se tomen las medidas para fortalecer la democracia y participación de los pueblos dentro del sistema de Naciones Unidas. Los gobiernos deben asegurar la participación de los movimientos sociales, especialmente los indígenas.