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Salón Palacio

José Agustín, un Premio Nacional para la contracultura

L

a entrega del Premio Nacional de Ciencias y Artes en lingüística y literatura al escritor José Agustín es también un reconocimiento a la vigencia de la contracultura. Lejos de contradecir a ésta (como seguramente dirán sus detractores), la entrega de este galardón desde la máxima instancia de gobierno significa que la irrenunciable postura incorrecta, crítica y transgresora de José Agustín obligó al consenso cultural a moverse (contracultura es sólo el instante del movimiento de la cultura). El pasado14 de diciembre, en entrevista con Arturo Jiménez en La Jornada (por cierto, hace 22 años Arturo y yo platicamos por primera vez con el autor de La Tumba en su casa de Campánulas 31), José Agustín reivindicó, sin cortapisas, su postura indomable ante todo lo que significa el poder; en particular, contra la nefasta clase política que nos gobierna.

En esa charla, el autor de Tragicomedia mexicana opinó sobre el sexenio del presidente Felipe Calderón: Es la decadencia del sistema. Si esto ya estaba corrompiéndose gacho, este señor se lo ha acabado de echar. Creo que ha sido uno de los peores presidentes que nos ha tocado ver. Nuestro Premio Nacional ha sido el más apasionado reivindicador del impulso contracultural, prácticamente a lo largo de todo su trabajo literario, pero particularmente en su libro La contracultura en México (la historia y el significado de los rebeldes sin causa, los jipitecas, los punks y las bandas), que publicó Grijalbo en 1996, en el que define así la escencia de este movimiento: “En la contracultura, el rechazo a la cultura institucional no se da a través de militancia política, ni de doctrinas ideológicas, sino que muchas veces se da de una manera inconsciente, mostrando una profunda insatisfacción. Hay algo muy mal que no te permite una realización plena. Eso es lo que expresa la canción Satisfaction de los Rolling Stones, que no por nada es un cuasi-himno de la contracultura...” Precisamente, para conmemorar los 10 años de la salida del mencionado libro, publicamos un pequeño volumen, ya agotado, donde una docena de escritores (incluidos los tres hijos de José Agustín, con fotografías de Fabrizio León), celebran al contraculturoso narrador. En estas amorosas páginas, el editor y poeta Andrés Ramírez describe así a su padre: Ante todo es artista, esa es su función básica en la vida; cualquier circunstancia pasa a ser secundaria; no importa su jerarquía. Pero (es aquí donde los límites valen madre) su condición creadora no se estanca en los libros, no, rebasa la vida misma. Es decir, cada acento equivale a otro matiz. Es un guerrero (de pluma y tintero) que rescata y regenera su esencia misma. Es el guerrero que afronta la condena como le viene, como se la dejan ir.

Homenaje al legendario librero Alfonso López

La vida cultural en Tijuana no se entiende sin la apasionada vocación del librero Alfonso López, propietario de la espléndida librería El Día. Alfonso ha peleado durante varias décadas por mantener en esa ciudad fronteriza una de las más bellas librerías del país, ampliamente surtida con lo mejor de la literatura mundial. Impulsor de numerosas empresas culturales, entre ellas la Feria del Libro de Tijuana, este incansable librero se ha convertido en una entrañable presencia en el mundo cultural tijuanense; prueba de ello fue el homenaje que se le rindió el pasado viernes (lamentablemente no pudo asistir por motivos de salud). Este singular reconocimiento consistió en la presentación de un libro donde se reproducen mensajes escritos, pinturas, performances gráficos y todo tipo de iconografías, cuya única característica en común es el formato redondo del tamaño de un portavasos, realizados por 74 amigos de Alfonso, para conmemorar igual número de años del homenajeado. Entre los convocados con este fin por el promotor cultural Leobardo Sarabia se encontraban: Octavio Hernández, Gabriel Trujillo, Javier Galaviz, Federico Campbell, Rosina Conde, Alfonso Lorenzana, Eraclio Zepeda, Elba Macías, Tere Vicencio, Jaime Chaidez, Julio Orozco y Ava Ordorica. Larga vida para Alfonso López.

Cerdo, pintxos literarios sobre el mundo del comer

Asistimos hace unos días al coctel navideño del bar La Bota, cuyo propietario, el editor y poeta Antonio Calera, obsequió a sus invitados un ejemplar del libro Cerdo, pintxos literarios sobre el mundo del comer, consistente en en una recopilación gruesa y muy poco rigurosa de ocurrencias sobre comida y bebida. Ya es ampliamente conocida la afición desmedida de Calera por el mundo de la cocina y su maridaje con todo tipo de bebidas etílicas. Así quedó demostrado en el grueso volumen Gula. De sesos y lengua (Editorial Aldus), publicado hace poco más de un año. Esta nueva edición es un muy divertido recuento de las más graciosas, ingeniosas, suculentas y hasta escatológicas frases, leyendas o, como su autor dice, simples ocurrencias, cuyo único fin es divertir a sus lectores, en particular a los clientes asiduos a este cálido espacio de las calles de San Jerónimo. Aquí un ejemplo: Tenía tanta hambre que eran dos hambres con todo. Tenía tanta hambre que se voló la tapa de las quesadillas de sesos. Tenía tanta hambre que se mordió la lengua. Tenía tanta hambre que lo mandaron a freír espárragos y se los comió.

Ascópolis, nueva publicación de editorial Moho

Hace unos días hubo gran reventón para presentar un libro más de la editorial Moho. Se trata de una selección de relatos del irreverente escritor José Ángel Balmori. Este bien diseñado volumen resulta tan corrosivo que sorprende incluso a su editor Guillermo Fadanelli, lo que ya es mucho decir; así consta en el comentario que se reproduce en la solapa al referirse al autor: Un escritor satírico y lleno de una energía destructiva como no lo habíamos publicado antes. Nada se salva ante su ojo depredador y pleno de humor negro; menos una sociedad apocada, sufriente y cómoda que es hacia donde él dirige sus dardos...