Sociedad y Justicia
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Nuevo servicio del IMSS y nosocomios de la Secretaría de Salud

Acompañantes de pacientes son recibidos en tres albergues

Gestionados por la asistencia privada para población foránea, funcionan 365 días del año en instalaciones modestas y cobran de 20 a 30 pesos

 
Periódico La Jornada
Lunes 26 de diciembre de 2011, p. 38

Familiares y acompañantes de pacientes provenientes de estados de la República que reciben tratamiento médico por diferentes enfermedades en hospitales como el Centro Médico Nacional Siglo XXI, el Hospital de Especialidades La Raza o los nosocomios de la Secretaría de Salud son atendidos en albergues que funcionan para esta población foránea.

Dichos albergues, gestionados por la asistencia privada, se encuentran abiertos los 365 días del año para recibir a los acompañantes de los enfermos. Los refugios cobran entre 20 y 30 pesos por una cama, servicio de baño, dos comidas, lavadoras, áreas comunes, pequeñas bibliotecas y televisión. Cuentan con vigilancia permanente y los familiares pueden dejar sus pertenencias.

Con instalaciones modestas, los refugios tienen poco personal en preparación de comidas, la limpieza y seguridad.

Los usuarios pernoctan en habitaciones hasta de 10 camas con un solo baño. Los familiares, en su mayoría mujeres, también pueden hacer uso de estos espacios para bañarse o recostarse por breve tiempo, ya que muchos pasan el día en el hospital acompañando o atendiendo a sus parientes.

En la colonia El Porvenir, a unas calles del centro de especialidades médicas La Raza del Instituto Mexicano del Seguro Social, se encuentra un albergue con capacidad para 32 personas. Allí se encuentra Teresa, de 45 años de edad, originaria de Colima. Después de bañarse acomoda sus pertenencias en una mochila que dejará guardada hasta el día siguiente, cuando vuelva de cuidar a Antonio, su hijo de 16 años.

En mayo de este año Antonio fue diagnosticado con leucemia, por lo que lo trasladaron de Colima a La Raza para recibir tratamiento por dicha enfermedad. Teresa cuenta que desde entonces vienen a la ciudad de México por 30 días y vuelven a su ciudad tres o cuatro jornadas.

Durante estos meses ha pasado casi todas las noches junto a la cama de su hijo; un par de días, cuando su esposo puede trasladarse hasta el Distrito Federal, duerme en el albergue para ahorrarse un poco de dinero. Además del cansancio, son muchos los gastos, porque en el Seguro Social no tienen ni Tempra para bajar la fiebre a mi hijo y el tratamiento para un día cuesta 360 pesos en las farmacias.

Al sur de la ciudad, en la zona de hospitales, a unos pasos del siquiátrico Fray Bernandino de Sahagún está el albergue de Nuestra Señora de Lourdes, el cual tiene capacidad para atender a más de 150 personas; cuenta con cinco habitaciones privadas para enfermos en situación crítica y una capilla para los creyentes. En este hostal se sirven tres comidas al día y hay servicio de lavandería que los propios usuarios pueden operar; también se les pide que auxilien al personal encargado de las labores de limpieza.

En la colonia Doctores, a espaldas del Centro Médico Nacional, hay otra casa temporal para familiares. Josefina, proveniente de Cuatla, Morelos, ha pasado estos días en el sanatorio cuidadndo a su nieta y regresa a dormir al albergue, donde, dice, el trato es cordial y las instalaciones dignas. Otras personas que están en el albergue nos han dicho que la zona es poco segura y que ha habido algunos asaltos, pero hasta el momento nosotros no hemos visto nada de eso.

Cuando el paciente está en terapia intensiva o urgencias no se permite la entrada a los acompañantes; sin embargo, el hospital requiere la presencia de una persona que asuma la responsabilidad ante cualquier eventualidad. Es el caso de la familia Hernández, proveniente de Veracruz.

En la sala de espera del hospital Manuel Gea González se encuentran Rosa, Jorge y Manuel, quienes se organizan para turnarse el cuidado nocturno de su madre, quien se encuentra en el área de terapia intensiva.

Junto al baño de mujeres, esta familia de cinco integrantes –entre ellos una pequeña de dos años– ha montado una sala de estar con cartones y cobijas. Debido al estado de salud de su madre permanecen en este espacio casi todo el día. Aquí comemos; sólo vamos a bañarnos a la casa de unos parientes, porque está cerca. No sabíamos que hay un albergue para personas que no son del Distrito Federal, concluyen.