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Universitarios, indígenas y ocupas comparten experiencias con voceros de la resistencia

Predominan las coincidencias en condenas al sistema en un seminario de reflexión

Rechazo unánime de los participantes en San Cristóbal al capitalismo y la dominación

Enviado
Periódico La Jornada
Miércoles 4 de enero de 2012, p. 11

San Cristóbal de las Casas, Chis., 3 de enero. La presencia de movimientos antisistémicos y organizaciones muy involucradas en el actual proceso continental de resistencia, a lo largo de las sesiones del Seminario Internacional de Reflexión y Análisis celebrado aquí, permitió entender, como resumiera Víctor Hugo López, director del Frayba y moderador de una de las mesas, que es sistémico el problema al que todos nos enfrentamos, y por ello todos los movimientos necesitan estar en contra de ese sistema.

Estudiantes universitarios de Chile y Cuba, líderes indígenas de Bolivia y Ecuador, representantes de Ocupa Wall Street, compartieron experiencias junto con voceros de la resistencia purépecha en Cherán y la defensa wirrárika del desierto de Wirikuta, en San Luis Potosí. La expresión cultural de zapotecos, mayas peninsulares, tzeltales y tzotziles, y el debate entre distintas corrientes del feminismo vinieron a encontrarse aquí, en un predominio de las coincidencias, la claridad de las demandas antistémicas y la condena a los partidos como monopolizadores de la política y las decisiones de gobierno.

La lucha es de largo aliento, advirtió Daniela Carrasco, del colectivo Tendencia Estudiantil Revolucionaria de Chile, al relatar cómo el movimiento estudiantil de 2011 desplazó a la derecha y a los partidos en la representación estudiantil. No somos un movimiento apolítico sino apartidista, pues ya no creemos en los personalismos ni en los partidos; se habla por eso de una crisis de la democracia representativa chilena, sostuvo.

Lo que no se avanzó en 20 años, se hizo en uno de lucha ferviente, celebró. También, la reivindicación de la lucha callejera, el apoyo de la población, la toma colectiva y horizontal de decisiones, la organización nacional mediante las nuevas tecnologías de comunicación, para rebasar al centralismo en un país de grandes distancias geográficas y mentales. Y aceptó como un pendiente la profundización de la unidad con los mapuche y rapa nui, los campesinos y los trabajadores de Chile. La juventud no está dormida, está ahí, aprendiendo, y con todas las ganas de seguir luchando.

Esto, en un país tan desigual como lo es México, señaló Paulo Olivares, de la Universidad Central de Chile. Lo nuestro no fue un movimiento espontáneo, añadió, sino cavado largamente por el topo de la acción popular.

En jornadas donde también participaron Luis Alberto Andrango, dirigente de la polémica Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (Fenocin) de Ecuador, y la dirigente indígena Julieta Paredes Carvajal, de Bolivia, confrontando las contradicciones de sus gobiernos considerados progresistas, pero aún anclados en prácticas de la vieja democracia partidaria funcionales con el sistema global de dominación, fue de particular interés la participación de los estudiantes cubanos, quienes, dijeron, hemos heredado una revolución de 53 años y tenemos el reto de refundarla y rehacerla, sobre todo en estos tiempos, como expresó Danay Quintana, del Centro Martin Luther King, con base en Marianao, La Habana.

Según reconoció el universitario Boris Nerey, “la idea de ‘refundar’ el Estado en Cuba puede ser demasiada pretensión”, pero el socialismo es una construcción permanente, y más aún, un verdadero proceso civilizatorio. Reconociéndose en la tradición revolucionaria de la isla, Nerey señaló la existencia de un proceso de reconstitución histórica de la resistencia cubana contra el gran enemigo que no ha cesado sus agresiones. Y, citando a Fidel Castro, apuntó que el proceso revolucionario ha producido dos fuerzas, una por la continuidad del sistema socialista, y corrientes a su interior que podrían hacerlo caer.

El rechazo frontal al sistema capitalista de dominación fue unánime en las participaciones de Marlina, del neoyorquino Ocuppy Wall Street; de Carlos Marentes, activista con los trabajadores agrícolas en Texas y Nuevo México, y miembro de Vía Campesina; de Santos de la Cruz Carrillo, representante wirrárika, quien reconoció que la resistencia indígena y no indígena ha impedido hasta que se inicie la explotación minera en el desierto, sagrado para su pueblo, de Wirikuta, en San Luis Potosí. O bien Salvador Campanur, de Cherán, donde un día la población decidió poner un ya basta a la destrucción criminal de sus bosques, así como al papel manipulador y de división de los partidos políticos en la meseta michoacana.

Por su parte, la boliviana Paredes describió la experiencia del feminismo comunitario en su país, sin negar la importancia que ha tenido para las mujeres bolivianas la lucha de las zapatistas, y denunció que la destrucción cultural y de la naturaleza está construida también sobre la opresión de las mujeres.