jornada


letraese

Número 186
Jueves 5 de Enero
de 2012



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate



editorial

Joaquín Hurtado

Martillazos

Hace frío. Duelen los pulmones que no llenan de aire. Me hago ovillo. Hoy cumplí cincuenta años, la mitad de ellos como portador. Traigo un mensaje enredado en la lengua, una noticia que no alebresta, un evangelio que ya nadie quiere comprar. Hago un esfuerzo y me incorporo.
Subo los escalones hasta el cuartito en la azotea, pregunto a los chavos si ya mataron a dios. Los miro mientras se echan otro militar, en un exuberante tiro al blanco con tecnología LCD. Los guarros chamacos invierten su preciosa eternidad frente a la consola de videojuegos descuartizando oficiales. Hasta que les da hambre y piden a gritos otra pizza con anchoas y cebolla.
Mariguana y Efavirenz hacen una combinación perfecta para los rucos alcahuetes de la decadencia juvenil. Los chavales me han custodiado con esmero hasta mi entrada triunfal en la oquedad de este domingo. Con manos tembeleques les mendigo el porro vespertino.
Ellos son los verdaderos héroes de la batalla que yo he perdido en el catre y ellos libran en las calles toreando milicias. Con tal de mantenerme sosegado en las horas infecciosas, yo los retribuyo con mi pensión de burócrata disecado.
Es cuestión de saber respetar el sentido histórico que les pertenece. Ellos son dueños del futuro. Un lugar que yo sé que no existe pero que a sus novias aún les hace bonita ilusión. Los chavales artillados deambulan en la estrecha playa existencial donde sólo se amanece para morir. Gente así merece un trato distinguido.
De ellos aprendí el arte insolente de estar en el mundo. Pura estética del yo inservible. Políticas extremas del escombro. Me he colocado en el espacio de la callada rendición, bajo el auspicio de la famosa caída del pulpo cadavérico. Sobreentendidos del amor filial.
Pregunto a los chicos si la cifra que aparece en la pantalla es el puntaje acumulado por cada baja infligida al cuerpo de élite. Me ignoran. Aplaudo.
Aspiro el humo rudo de la mota. Quien vive con sida bajo una de las guerras más sanguinarias del orbe desarrolla esta dejadez cómplice. Me mantengo en la feliz reserva junto a quienes ya sellaron su destino. Los chavos se madrean, se solazan en la reyerta del software poderoso que les emociona hasta el aullido. Soy un espectro que se agazapa en la claridad del siguiente mazazo de grifa.
Mi habla se hunde, se atasca, no fluye. El tiempo colapsa. Me absorbe una dulce somnolencia. La yesca me saca flemas con textura de cascajo. Duele el martillo marro del corazón. Soy sólo el tío puto y desechable. Y ya no tengo remedio.


S U B I R