Opinión
Ver día anteriorMartes 10 de enero de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Astillero

Josefina reivindica guerra sucia

Solá, un peligro para México

Mancera, bajo la lupa

Protestas: Tec y Ayotzinapa

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Carlos Medina Plascencia, Rodolfo Elizondo y Antonio Solá conversan momentos antes del acto en que la precandidata panista Josefina Vázquez Mota presentó a su equipo de campañaFoto Guillermo Perea/Cuartoscuro
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a gestualidad y los tonos de estudiada proposición casi beatífica de la precandidata Josefina Vázquez Mota han dado paso a la peor cara posible de la suciedad política publicitaria, al hacerse acompañar sugestivamente por Antonio Solá, estratega del odio, el miedo y la polarización sociales implantadas en 2006 para imponer la percepción de que Felipe Calderón había logrado en meses el milagro de remontar electoralmente hasta hacerse de una presidencia no solamente precaria, sino ilegítima.

Solá ya se había encargado de presentar en sociedad derechista hispana a Vázquez Mota durante un viaje de meses atrás, pero ayer acompañó desde lugar privilegiado el nuevo lance josefino que pareciera constituir un signo de decantación del felipismo en favor de la precandidata, que a pesar del rechazo del círculo íntimo de Los Pinos ha logrado sostener su postulación y podría estar en condiciones de reproducir el escenario de discordias llevadas por las circunstancias a arreglos de supervivencia obligada que se vivió durante el foxismo, cuando el deslenguado mayor no tuvo más que aceptar al indeseado Calderón como candidato a la sucesión.

Ahora, uno de los pocos receptores de ciertas dosis de confianza del receloso ocupante de Los Pinos, Roberto Gil, ha pasado a ocupar la coordinación de la campaña de Vázquez Mota y, aun cuando el ex secretario particular ya tenía definida su inclinación en favor de la ex secretaria de Educación Pública, el momento y el contexto de esta designación abonan la tesis de que el desfondado Ernesto Cordero comienza a ser dejado de la mano de quien lo infló cuanto pudo, pero sin que el objeto de esa improvisación alcanzara cuotas aceptables para competir. En todo caso, para compensar esa lectura de desahucio del corderismo (a cuya cuenta se produjo el último intento fallido de ayuda calderonista: la famosa consulta indicativa, que nomás no pudo realizarse), a las filas del promotor de la vida en rosa mediante 6 mil pesos mensuales se añadió ayer Luisa María Calderón Hinojosa, la famosa Cocoa, quien en Michoacán ya mostró la vulnerabilidad del aparato pinolero de blanco y azul y que, en términos de contabilidad política fría, sólo agrega en estos momentos acciones devaluadas por los aires de la derrota.

En el flanco del sol azteca y sus aliados partidistas quisquillosos, las turbulencias se constriñen actualmente al plano capitalino, donde el precandidato oficial del ebrardismo regente, el ex procurador Mancera, es sometido por sus contrincantes a una revisión intensa de su hoja de servicios y sus indicios ideológicos. En aras de la apuesta mayor (la Presidencia de la República) se van haciendo concesiones tácticas (el gobierno del DF y las candidaturas viables a las cámaras), que por sí mismas significarán retroceso aun en demarcaciones proclives a una izquierda real, como la ciudad de México, y que constituirán una base de poder real para esas fuerzas secundarias (el marcelismo-ebrardismo y los chuchos, por ejemplo) si no se llega al Palacio Nacional.

En el activismo abierto, normalistas de Ayotzinapa reciben respaldo a sus sostenidas denuncias de que fueron agredidos por fuerzas policiacas sin que se hubiera producido una provocación armada de parte de los futuros profesores rurales. A pesar de sus sabidas limitaciones, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos dio a conocer una indagación en la que se confirma la autoría de agentes, federales o estatales, de la represión que dejó dos muertos. El gobernador parapriísta Ángel Aguirre sigue siendo defendido por el perredismo chucho-marcelista, que le ayudó a fingir alternancia en Guerrero. Y algo más: ayer mismo aparecieron volantes en los que presuntos grupos de civiles indignados por la falta de castigo para los normalistas amenazan con actuar por cuenta propia.

Carentes de la experiencia de los estudiantes de Ayotzinapa y colocados en otro contexto regional y socioeconómico, alumnos del Tec de Monterrey protestaron ayer en la capital de Nuevo León por la impunidad en que se mantiene el asesinato de dos jóvenes el año pasado durante una balacera entre presuntos narcotraficantes y soldados que no sólo dispararon contra los dos estudiantes de excelencia, sino luego realizaron maniobras para inculpar a los fallecidos mediante el recurso tantas veces practicado de catalogarlos sin prueba alguna como miembros del crimen organizado e incluso simular que habrían enfrentado a los militares que así se habrían visto obligados a soltar disparos mortales.

A pesar de que la protesta no concitó una participación masiva, enmarcada en la visita de Felipe Calderón al citado campus regiomontano del Tec, resulta notable la disposición manifestante en una institución que se ha mantenido silenciosa y evasiva respecto de lo que sucedió con dos brillantes alumnos. Ya pasaron los tiempos de contención que implantó Rafael Rangel Sost- man y ha llegado un nuevo rector general, David Noel Ramírez Padilla, contador público nacido en Lagos de Moreno, Jalisco, quien entre otras distinciones recibidas tiene la de ser Caballero de la Orden de San Gregorio Magno, otorgada por Juan Pablo II.

Ramírez Padilla ha llevado por los campus del Tec un discurso novedoso, cargado de crítica social y comprometido con la acción cívica, incluso con frases que confrontan el actuar de los gobiernos y la pasividad de los mexicanos. Los reportes de prensa de la visita de Calderón a esa institución agraviada no reportaban anoche ecos de esos vientos de cambio y crítica en las palabras o acciones del rector del Tec frente al visitante que ocupa Los Pinos. Por el contrario, se trató de acotar y disminuir la protesta de los estudiantes.

Y mientras desde Toluca Jorge Terrón propone que la famosa estela luminosa sea denominada 6C, en consonancia con los gustos militares del felipismo: Columna conmemorativa de los crímenes y corrupción del comandante Calderón, ¡hasta mañana, con las encuestas arregladas para que las pifias de Peña Nieto parezcan minucias remontables!

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