Opinión
Ver día anteriorMartes 10 de enero de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Mezquite sagrado

E

l mezquite en las culturas semidesérticas, especialmente en el norte del país, tiene gran importancia. Noemí Bañuelos Flores, del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), comenta que entre los mayos se encuentra el mezquite en cada rincón de su casa, sosteniendo la ramada, la hornilla, el pretil, el metate, el molino y hasta la tinaja de agua; en forma de mesa, banco, tapanco, tarima, batea, cuchara y bolillo. Le ayuda al mayo en su lucha diaria al ser convertido en una diversidad de herramientas de trabajo, como: mango de pala, yugo, arado, horquilla, polea, eje de rueda; y además su firme pero flexible corteza es usada como piola para amarrar la leña.

La evangelización trajo consigo nuevos conceptos y un calendario de celebraciones que trató de imponer por medio de distintos recursos didácticos, entre otros, diversas representaciones en las fechas más importantes para el catolicismo. Los novenarios fueron una herramienta más; es el caso de la que se dedica a san Ignacio de Loyola. Eréndira Nansen y Francisco Almada la analizan como lingüistas, en el ensayo Cuando las fuentes para la historiografía lingüística parecen no serlo (UNAM/Siglo XXI, 2004).

Un acercamiento al vocabulario actual de la lengua yoreme les permitió acceder a un universo cultural más amplio en torno al culto a este santo. A esta novena se le nombra también fiesta de la recolección del mezquite. Tiene lugar el 31 de julio y coincide con época en que se recogen las vainas de este árbol.

Nansen y Almada señalan varios aspectos en los que se entreveran ambas celebraciones. El color que se asocia con san Ignacio es el negro, como negra es la goma del mezquite que produce el tinte con que se tiñen las cobijas tradicionales de los yoreme. Otro dato interesante es que a diferencia de los rosarios de los encargados o fiesteros de otras celebraciones yoreme, que son de amolillo, los rosarios de quienes celebran la novena a san Ignacio se hacen con madera de mezquite.

La dureza de la madera de este árbol implica fortaleza espiritual; posiblemente por eso las cruces que protegen las casas de los malos espíritus y acompañan a los difuntos en su viaje al más allá son de mezquite. Cuando se tiene una pena se abraza el árbol como si fuera un santo para contársela. En las ceremonias religiosas la encontramos en la cruz mayor, en el sonajo de pascola y en el bastón de fiestero, objetos elaborados con el corazón del tronco.

Como afirman Nansen y Almada, la novena a san Ignacio ha permitido a los yoreme conservar una de sus celebraciones más antiguas, y así continuar honrando al generoso y apreciado mezquite.