Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 15 de enero de 2012 Num: 880

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Reseña de un emigrante
Ricardo Bada

El medio milenio de Vasari
Alejandra Ortiz

Avatar o el regreso
de Gonzalo Guerrero

Luis Enrique Flores

La fe perversa
Ricardo Venegas entrevista
con Tedi López Mills

Smollett, el llorón
Ricardo Guzmán Wolffer

Senilidad y Postmodernidad
Fabrizio Andreella

La dama del armiño
de Da Vinci

Anitzel Díaz

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Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


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Alonso Arreola
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Tania Libertad, cincuenta años cantando

En diciembre pasado fuimos al concierto de Morrissey en el auditorio Plaza Condesa. Estuvo bueno pero algo faltó. Fue demasiado corto y su banda, pese a la buena competencia, interpretación y sonido, era demasiado joven. Es una crítica extraña, lo sabemos, pero definitivamente hay letras y acordes que no pueden ser ejecutados de la mejor forma por quienes aún no se hacen ciertas preguntas vitales, por quienes no han pasado una buena cantidad de años recorriendo caminos, conociendo gente, probando nuevas direcciones mentales. ¿Qué tiene que ver eso con Tania Libertad? Mucho.

La cantante, nacida en Chiclayo, Perú, cumple este año cinco décadas grabando y girando por el mundo, viviendo la música como pocos lo hacen en la actualidad, con autoridad y experiencia. Lo celebrará con dos conciertos en el Palacio de Bellas Artes, los días lunes 13 y martes 14 de febrero. Para ser más precisos, digamos que de muchas maneras y pese a la globalización y las posibilidades digitales que se ofrecen a tantos jóvenes, Tania sigue trabajando con un espíritu que revela un pasado lleno de sacrificios. Ése de cuando llegó a México sin mucho en las bolsas para luego abrir la boca y comenzar el hechizo. Ése que la llevó por carretera, en una camioneta manejada por alguno de sus músicos, a hacer presencia por todo el país sembrando personalmente lo que hoy tantos hacen a larga distancia.

De esas y otras cosas nos enteramos desde la primera vez que nos encontramos con ella, hace más de una década, cuando nos invitó a que trabajáramos en la promoción de dos discos: Costa negra y Arias de ópera. En un principio la idea nos pareció extraña pues nos dedicábamos a difundir eventos de jazz y rock; sin embargo, conforme avanzó la plática y con ella la tarde, varias cosas fueron quedando en evidencia. Estábamos en su hermosa casa de piedra y madera, entre pinturas de Soriano, Galán y Toledo regaladas a su voz.

Inicialmente nos llamó la atención su gran memoria, no sólo para recordar canciones y compositores sino viajes, anécdotas, lugares y personalidades del mundo intelectual latinoamericano. Luego, su genuino amor y conocimiento de los ritmos y géneros afroperuanos, y después lo más importante: su capacidad para disfrutar la vida en muy distintos niveles, asumiéndose como testigo y reflejo de fenómenos sociales y artísticos diversos.

Amiga de escritores, políticos y empresarios, Tania ha sabido convivir en muy distintos ambientes sin traicionar a la que fue en sus orígenes, a la que sigue siendo pero con kilómetros de sabiduría acumulada. Generosa y activa, ha apoyado a propios y extraños que le presentan proyectos o causas valiosas y, aunque a veces no se sepa, se ha mantenido activa grabando, componiendo y presentándose dentro y fuera de México como ya quisieran otros proyectos del pop y el rock. De España a su natal Perú –adonde ha vuelto recientemente para recuperar su posición de leyenda–, son innumerables las ciudades que en Europa, África u Oceanía la han escuchado interpretar míticas versiones de “Alfonsina y el mar” y “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, por citar ejemplos emblemáticos.

A nosotros nos tocó acompañarla hace algunos años en sus presentaciones por Rotterdam, Ámsterdam y París, ciudades que la aplaudieron de pie. Haciendo honores a Chabuca Granda, Mario Benedetti, Nicomedes Santa Cruz, María Greever y, claro está, a su colega y cómplice Armando Manzanero, Tania ha dejado huella con cerca de cuarenta discos, algunos editados en su propio sello Mulata Records, como el magnífico Live at Blue Note de 1996. Artista de la unesco por la paz, poseedora de la Orden de Río Branco del gobierno brasileño, Tania Libertad nos representa como pocas artistas, porque en ella confluyen la pasión, el conocimiento, el compromiso y el talento, características que normalmente se niegan a convivir. Nadie lo dijo mejor que José Saramago: “La primera vez que oí cantar a Tania Libertad tuve la revelación de las alturas de la emoción a que puede llevarnos una voz desnuda, sola delante del mundo, sin ningún instrumento que la acompañara. Tania cantaba a capella ‘La paloma’, de Rafael Alberti, y cada nota acariciaba una cuerda de mi sensibilidad hasta el deslumbramiento.”

Así pues, felicidades a Tania Libertad por este medio siglo cantando. Verla en Bellas Artes con tal pretexto será un privilegio y una obligación, pues no se nos ocurren muchos nombres que la superen en ese terreno que durante años gobernara Mercedes Sosa. Allí estaremos para escuchar, literal y poéticamente, “Historia de un amor”. Amor por la música. Amor por las palabras. Amor por lo mejor del hombre. Por su futuro.