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Mauricio Jiménez se presentó el sábado en el Festival de Poesía en Voz Alta, en Casa de Lago

Morocco saca de los libros la sonoridad de los versos para compartirlos en la calle

El encuentro se combinó con el programa Sonidos Urbanos; se repetirá el 21, el 28 y en febrero

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El cuentista y poeta, en su interpretación de Egoísta y Nochectario, entre otras de sus obrasFoto José Carlo González
 
Periódico La Jornada
Lunes 16 de enero de 2012, p. a10

Ahí está con sus palabras habladas este exponente de las nuevas corrientes poéticas mexicanas, spoken word, slam poetry, poesía en voz alta, corrientes subterráneas, dicen, pero en realidad andan por las calles a flor de tierra, mostrando que abrevan de la vida y de la tradición literaria de manera muy singular, pero con el mismo fin, exprimir el lenguaje:

(...) el orden no altera el producto, el fruto manzana, malsana obsesión, oblación, o blasón, ¡oh, blasfemia!, la fe mía se agota, gota a gota, la copa está rota, la Rota, el Arcano (...)

Es sábado en la tarde y en el foro al aire libre de la Casa del Lago Juan José Arreola, en el bosque de Chapultepec, mucha gente se ha juntado ante el escenario, desde donde habla y declama el chorero y poetoide Mauricio Jiménez, Morocco, una de las figuras de la emergente escena urbana chilanga. Luego, en la segunda parte, vendrá el jovencísimo grupo poblano de rock Renoh.

Se trata de una combinación entre una selección del más reciente Festival Poesía en Voz Alta y el programa Sonidos Urbanos. Ecos que se repetirán los sábados 21 y 28 con Luis Felipe Fabre y Rodrigo Solís, y que al parecer continuará en febrero con Guillermo Rojo Córdova, Joaquín Pérez Tejada y otros.

Pero ahí está el de las palabras, Mauricio Jiménez (Distrito Federal, 1979), quien interpreta para el respetable y de memoria varios de sus poemas: Mi reina, Egoísta, La resaca, El cuarto de triques y Nochectario, degustable alebrije de palabras que dedicó a su hija, ahora de ocho años.

La poesía tiene un carácter sonoro que se ha ido perdiendo, dice después de su presentación. Se cree que su sonoridad ya está sepultada en los libros, pero hay quienes creemos que no, que puede salir y compartir con grupos de rock, en la calle, en el Metro, en los camiones.

Jiménez es cuentista y poeta, con pequeños libros publicados por la autogestiva casa La Tortillería Editorial: Cómo contarte otras cosas que me he callado, ¿Quieres un caramelo?, uno de los que más me gustan, y anda rolando por Internet un disco con algunos textos grabados.

Cuenta y comparte: Yo me hice leyendo; me di cuenta de que podía escribir, y me gustó. Sentía que tenía cosas que decir y lo que tenía a la mano era la palabra. En un principio quería ser trovador, pero yo sí tenía novia y prefería estar con ella que andar aprendiendo a tocar la guitarra.

Le gusta esta combinación de literatura y rock, para que la banda se acerque a la poesía y se dé cuenta de que no es algo aburrido. La selección de textos que leyó, dice, fue algo más familiar, por la hora, porque pasa gente que viene al zoológico, escucha ruido y se mete (al patio de la Casa del Lago).

Pero comenta que también tiene una vertiente erótica e incluso “textos más oscuros que no son tan buena onda, como María marioneta o Embotellado, sobre un amigo que metieron a la cárcel. Tengo otros textos críticos, como Welcome to la chingada, que pretendía fuera algo para la ciudad de México, pero creo que es para todo el país”.

El escritor comenta sobre el origen de su trabajo poético:

“Comencé escribiendo cuento. Le tenía mucho respeto a la poesía, porque pensaba que era algo cuadrado y rimado: las décimas, los sonetos, y no me sentía capaz de hacer eso. De repente me encontré con Jaime Sabines, que rompe con todo eso, y dije ‘¡ah!, ok, se puede hacer, no todo tiene que ser tan cuadrado’. Luego me encontré con Bukowski, y ya ahí la puerca torció el rabo.

“Luego me encontré con Mario Santiago Papasquiaro, y dije: ‘también puedo ir por acá’. Y conocí la obra de Rodrigo Solís, que hace lo mismo que yo, y lo hace en voz alta, y dije, ‘¡ah!, ok, no sólo quiero que sea escrito para que sea leído, también quiero que sea escuchado’.”

No lee sus poemas, los dice de memoria: Bertolt Brecht hablaba de la cuarta pared, la cual debe ser tu público. Si pones un papel o un libro frente a ti, no hay comunicación, estás bloqueando eso, no estás teniendo una verdadera comunión con la gente que tienes enfrente. La poesía tiene que verse a los ojos del oyente. Pero poseo mala memoria y por eso tengo que machetearle, aprendérmelos y repetirlos, para saber qué quiero hacer en cada momento.