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Íbamos a perder autonomía por un plato de candidaturas

El dirigente habla de la ruptura electoral con el PRI

Asegura que las negociaciones de la coalición se hicieron con Peña Nieto. La cancelación se debió a que los priístas querían ampliar el pacto en entidades en las que necesitan votos de partidos menores, como en los casos del DF, Campeche, Sonora, Chihuahua, Aguascalientes y Baja California

 
Periódico La Jornada
Domingo 22 de enero de 2012, p. 8

No estuvimos dispuestos a renunciar a nuestra autonomía a cambio de un plato de candidaturas. Unas horas después de la ruptura entre el PRI y el Partido Nueva Alianza (Panal), habla así su presidente, Luis Castro Obregón.

El plato era de 24 candidaturas a diputados y cuatro para senadores, y no llegó a la boca porque, dice Castro, se volvieron a imponer los conservadores que están haciendo en el PRI cosas que Enrique Peña Nieto ni quiere ni le convienen. La gota que derramó el plato, siempre siguiendo al presidente del Panal, fue la insistencia priísta de ampliar la coalición a otras entidades incluyendo el Distrito Federal.

La cucharada capitalina no era para el menú del Panal de Elba Esther Gordillo. Son dos ecuaciones sencillas, la política y la aritmética: hay arreglos que no podemos asumir y representa 20 por ciento de nuestra votación para el Senado.

La primera ecuación tiene por nombre Pablo Escudero, aspirante a la senaduría por el Partido Verde y yerno del senador priísta Manlio Fabio Beltrones.

–¿Quién les va a creer que ustedes echaron abajo la alianza?

–La parte conservadora del PRI, los mismos que en 2003 echaron a la fuerza reformadora legislativa, son los que quisieron trampear la coalición. Y no se trata de que nos crean o no, se trata de que la gente nos crea que somos una fuerza que quiere estar del lado de la sociedad. La verdad es que el análisis nos demuestra que a Nueva Alianza le conviene, en el mediano y largo plazos, competir por separado.

–Ese análisis lo tenían antes, ¿por qué decidieron entonces ir a esa coalición?

–Fuimos con la idea de construir una mayoría ganadora que nos permitiera impulsar los cambios que requiere el país. Y se pactó para 125 distritos de esfuerzo, donde la suma nos permitía ser competitivos. Y fuimos porque coincidimos, porque nos compran toda la parte social y educativa de la plataforma. Con quien hablamos siempre fue con Enrique Peña Nieto y con la parte del PRI cercana a él.

–Contaron con los buenos oficios de Humberto Moreira.

–El convenio se acordó durante la presidencia de Moreira, con quien hubo una buena coordinación. Con Pedro Joaquín no me he reunido.

–¿Nunca se reunió con él?

–No, y llevamos dos semanas seguidas de conversaciones. Las negociaciones fueron con gente de todas las confianzas del candidato, con quien no tenemos ninguna diferencia.

Una parte del PRI, un lastre

Luis Castro llegó al primer círculo de Elba Esther Gordillo por la vía más segura: los afectos familiares de la lideresa. El ahora presidente del Panal fue compañero, en la universidad, de la hija mayor de Gordillo, Maricruz Montelongo.

En 1986, cuando la lideresa fungía como delegada general del PRI en Chihuahua hizo algunos estudios electorales para ella. Siguió una larga carrera a su lado, en puestos de toda índole que fueron desde la secretaría particular a subdelegado en Coyoacán. Luego, una estancia de más de una década en España, de donde fue repatriado un mes antes de ser nombrado presidente del Panal.

Han sido meses tan intensos para Castro que habla del ya muy lejano noviembre, cuando el Panal jugaba a tres bandas, antes de optar por la coalición con el PRI y el Partido Verde.

–En la ruta de la coalición mantuvimos pláticas con las tres principales fuerzas políticas del país. Hablamos con el PAN, que está en un proceso interno más complejo y largo. Y con una parte del PRD, pero dependía de varias condiciones.

–Que el candidato fuera Marcelo Ebrard.

–Sí, y otras cosas… de qué posiciones comunes podríamos tener. Pero dado que la ley nos obligaba a registrar el convenio antes de que se definiera la candidatura, definimos con el PRI, aunque acordamos una cláusula que nos permitía salir.

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Luis Castro Obregón explica la decisión del Panal, en entrevista con La JornadaFoto José Carlo González

–¿Por qué se deshace?

–Una parte de los priístas está actuando tradicionalmente, buscando equilibrios y trampeando u obstaculizando los cambios que quiere impulsar Peña Nieto. Por eso tiene que aparecer José Murat en el comité nacional o por eso tiene que aparecer Mario Marín en los mítines. Creemos que eso no es ni lo que quiere ni lo que le conviene a Peña Nieto.

–¿Qué quiere Peña?

–Para que se hagan los cambios que México requiere, se necesitan dos cosas: que el gobierno que surja del proceso electoral tenga liderazgo y que en las cámaras se puedan construir mayorías. Esa era nuestra apuesta. Ahora encontramos que la forma más viable de conseguirlo es competir por nuestro lado, porque la parte tradicional y conservadora, que sólo es una parte, de los aliados, venía a ser un lastre.

El verde de Manlio Fabio

–La idea generalizada es que en el PRI se oponían a llevar como candidatos a Mónica Arriola y Fernando González (hija y yerno de Gordillo, aspirantes al Senado).

–Esas son especulaciones, si quiere las vemos una a una.

Castro no entra en mayores detalles pero dice que los nombres no habían sido discutidos, salvo en el caso de González, quien incluso ya había registrado su precandidatura.

–¿Entonces la aspiración de Mónica Arriola era un invento?

–Existían precandidatos, como en Chiapas, con Manuel Velasco. Está también, por ejemplo, el verde de Manlio Fabio (Pablo Escudero, casado con la hija del senador sonorense), que querían que avaláramos. O la hija de Ricardo Salinas, Ninfa, pero no estaban en la mesa los nombres.

Hubo, sigue el dirigente partidista, resistencia de los excluidos en las entidades donde los aliados llevarían mano, pero también deseos de modificar el convenio de coalición, encabezados por priístas que querían ampliarla a entidades donde necesitan los votos de partidos menores. Pone en la lista a Campeche, Sonora, Chihuahua, Aguascalientes, Baja California y, claro, el DF.

–¿Esa fue la gota que derramó el plato?

–Sí, que no aceptamos ir en más estados, entre ellos en el Distrito Federal.

–¿Quiénes son los resistentes?

–Los labastidas, los augustos santiagos, los que representan el pasado. Y también los que querían más y más, los que decían que estando tan arriba en las encuestas no nos necesitaban.

La soledad del Panal

En las negociaciones, dice Castro, el Panal se opuso a ampliar el convenio amarrado a la idea de que requería concentrar sus fuerzas y recursos en 75 distritos para crear identidad partidaria y apelar a sus electores (en 2006, el Panal obtuvo 4.7 por ciento de la votación nacional para diputados).

¿Quiénes votan por el Panal? Castro dice que son jóvenes de 22 a 35 años y mujeres de clase media hacia abajo, además de ofrecer un dato relevante: 90 por ciento de sus votos son de la sociedad abierta, es decir, que sólo 10 por ciento están vinculados a la condición del Panal como brazo político del SNTE.

–¿Van con Ernesto Cordero?

–No, vamos solos.

–¿Con una candidata ciudadana al estilo de Isabel Miranda?

–Con candidato o candidata propia.

–Pero si conservan tal aprecio por Enrique Peña, ¿no irán a la alianza de facto como hicieron en 2006?

–Vamos a seguir creciendo a nuestro paso y a nuestro ritmo; si somos eficaces y convincentes tendremos una mayor votación.

En ningún momento de la entrevista con este diario menciona Luis Castro a la profesora Elba Esther Gordillo. Unas horas después, sin embargo, las cúpulas del Panal y del SNTE se reúnen con la profesora para comenzar a trazar su futuro, tras su nueva ruptura con el PRI.