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El violonchelista es el primer músico en ingresar a la Academia Mexicana de la Lengua

Carlos Prieto conjuga las artes de la palabra sabia y de la música: León-Portilla

Contemplan ustedes a un hombre muy feliz, parafraseó el también escritor a Stravinsky

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Carlos Prieto al ser investido, anteanoche, como académico del cuerpo colegiado que preside Jaime Labastida, en la ceremonia efectuada en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.Foto Carlos Cisneros
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Carlos Prieto al ser investido, anteanoche, como académico del cuerpo colegiado que preside Jaime Labastida, en la ceremonia efectuada en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.Foto Carlos Cisneros
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Carlos Prieto al ser investido, anteanoche, como académico del cuerpo colegiado que preside Jaime Labastida, en la ceremonia efectuada en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Gonzalo Celorio, Vicente Leñero, Hugo Gutiérrez Vega y Miguel León-Portilla atestiguaron el actoFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Sábado 28 de enero de 2012, p. 6

El dramatismo de la vida de Dimitri Shostakovich en la extinta Unión Soviética –permeada por las luces y las sombras de la creación musical, y por etapas intercaladas de reconocimiento oficial, censura y zozobra ante posibles represiones– y la interpretación de una sonata del compositor ruso para piano y violonchelo, fue el camino elegido por el escritor y músico Carlos Prieto en su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, respondido por el historiador Miguel León-Portilla.

Carlos es maestro de la expresión armoniosa. Conjuga él, como muy pocos, como tal vez ningún otro en México, el arte de la palabra sabia con el arte de la música, esa otra forma de lenguaje del que algunos, entre ellos el gran sabio Nezahualcóyotl, han llegado a decir que es una forma de dirigirse a la divinidad, dijo León-Portilla la noche del jueves durante una sesión pública de la academia, realizada en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Encabezada por el filósofo y editor Jaime Labastida, la ceremonia formalizó el ingreso de Prieto –el primer músico en ser admitido–, pues hace un año, en sesión plenaria y a propuesta de León-Portilla, el filósofo Ramón Xirau y el poeta Eduardo Lizalde, la Academia Mexicana de la Lengua lo había designado como su nuevo integrante, con la silla número XXII, que ocupó el fallecido escritor, promotor cultural y publicista Eulalio Ferrer.

En varias sillas estaban académicos como Hugo Gutiérrez Vega, Vicente Leñero, Margo Glantz, Eduardo Lizalde, Julieta Fierro, Élmer Mendoza, Adolfo Castañón y Vicente Quirarte. En la mesa, con Prieto, Labastida y León-Portilla, estaban Gonzalo Celorio y Diego Valadés.

León-Portilla mencionó las dos razones para la elección de Prieto. “La primera porque es un artista, un músico de reconocida fama en México y fuera de él. La otra porque, además de ser un gran músico, cultiva también el arte del bien decir. De ello dan testimonio sus varios libros, entre los que destacaré aquí el que lleva el título de Cinco mil años de palabras. Obra interesantísima es esta en la que, desde diversas perspectivas, nos acerca al universo de la expresión a través del idioma”.

Admirador de Shostakovich

El historiador abundó y dijo que Prieto reúne atributos afines a los maestros del Renacimiento, y mencionó que aparte de violonchelista destacado es ingeniero, economista, conocedor del ruso y de otros idiomas, y atildado escritor sobre temas como Rusia, China y las andanzas de su violonchelo.

Acerca del tema del discurso de ingreso de Prieto, León-Portilla destacó la admiración del músico mexicano por Shostakovich, a quien conoció y trató en México y sobre todo en Moscú desde 1959, siempre entre el reconocimiento o el riesgo de ser deportado a Siberia, o asesinado, entre las creaciones geniales y también mediocres.

Prieto también conoció a otro gran compositor ruso, Igor Stravinsky, éste exiliado y que regresó a su país sólo en una ocasión para ser ovacionado en un acontecimiento atestiguado por el propio músico mexicano, quien vivió y estudió en Estados Unidos y en la entonces Unión Soviética.

Shostakovich, según lo refiere Carlos, conoció a la vez el éxito y la alabanza en el ámbito oficial soviético y vivió también la repulsa y aun condenación al ser considerado en más de un momento como músico burgués y decadente, apuntó León-Portilla.

Carlos Prieto mencionó momentos luminosos para el compositor ruso, como la presentación de su Séptima sinfonía, una épica de la resistencia heroica de las tropas rusas en Leningrado (hoy, de nuevo, San Petersburgo) ante el asedio del ejército de Hitler.

Al final, tras un revelador análisis del Octavo cuarteto de cuerdas, que muestra la sustancia profunda del propio Shostakovich y su oposición a todo tipo de fascismos, y después de recordar el día de 1962 en que Stravinsky fue ovacionado en Moscú, Carlos Prieto asumió las palabras de este último: Están ustedes contemplando a un hombre muy feliz. ¡Gracias!