Opinión
Ver día anteriorSábado 28 de enero de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Infancia y Sociedad

Sin Dios y sin Estado

¿C

uándo la muerte es mucha? ¿Es peor el suicidio que morir de hambre? ¿Hay genocidio por omisión? ¿Es mejor hablar de suicidios colectivos para que los políticos reaccionen? El gestor artesano Ramón Gardea consideró que tal vez así lograría ser escuchado, y lo logró. Cumplido el objetivo, aclaró –en el canal 28 de Chihuahua– que no fueron suicidios simultáneos, pero que las muertes por hambre y suicidio son cada vez más frecuentes en la sierra Tarahumara; ocurren por tristeza. Aseguró que la Fiscalía General de Chihuahua tiene registrados 73 suicidios en 2011 y que esos datos fueron presentados al Congreso local para plantear la Caravana del Hambre al DF, porque la cobardía es la madre de todas las crueldades.

El comité de vigilancia de la Convención de los Derechos del Niño ya había alertado al gobierno mexicano, desde su informe de 2006, que se estaban incrementado los suicidios de adolescentes en las comunidades indígenas. En el idioma de los rarámuris se usa tehueque para referirse a un niño y tohuí para una niña. Tarahumaras es el castellano de rarámuris, que significa los de pies ligeros, por su tradición de corredores.

El hospital Santa Teresita, en el poblado de Creel, en noviembre pasado, recibió a 500 indígenas con el mismo problema: desnutrición y complicaciones infecciosas. En los primeros días de 2012, 10 niños ingresaron por desnutrición; algunos muy graves. José Guadalupe Gasca, director del hospital, denunció recientemente: Estamos igual que hace 46 años. Este es el hecho más grave: los gobiernos federal y estatal no atienden a poblaciones indígenas ni en Chihuahua ni en ningún lugar del país; pareciera que la apuesta es que las culturas indígenas se vayan reduciendo hasta desaparecer. A la adversidad climática de la sequía y el frío, hay que agregar la sentencia gubernamental tácita de desaparición de los indígenas. En la sierra Tarahumara, además, el entorno se ha violentado con la llegada del narco, la ausencia de turismo, la devastación ecológica, el cacicazgo y las largas distancias, que recorren en camionetas lujosas los criminales, los políticos, los sacerdotes y los caciques. Cerca está, eso sí, la tienda de raya.

En la filosofía rarámuri es primordial el respeto a la persona. A diferencia de nosotros. Eligen a sus gobernadores por virtudes espirituales y sabiduría; por honestidad y confiabilidad. A los hijos nunca se les maltrata y desde pequeños se les enseña a cuidar la tierra y los animales.