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Andanzas

Giselle y el Ballet de San Petersburgo

L

as funciones de la esperada Giselle roja, versión de 1997 del coreógrafo ruso Boris Eifman con el ballet de San Petersburgo, planeadas para el 29 de febrero, primero y 3 de marzo, en el Palacio de Bellas Artes, se suspendieron por causas de fuerza mayor no atribuibles al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), pues parece que la carga del vestuario y demás elementos para la compañía no llegó a tiempo a México, sino se fue directamente a Nueva York, donde tiene fechas programadas, cosa que inicialmente se aprovecharía para las presentaciones en esta ciudad.

El ballet Giselle roja, de Eifman, basado en la obra original del repertorio clásico del siglo XIX, prometía algo my especial con la impecable tradición rusa en la danza clásica, fragmentos de la música de Bizet y Chaikosvski sobre la vida de la gran bailarina Olga Spessvitseva, en la Unión Soviética, y la concepción vanguardista del coreógrafo.

Olga Spessvitseva nació el 18 de julio de 1895 en una provincia de la Unión Soviética, hija de un cantante de ópera y de una mujer sencilla. Desde muy pequeña vivió familiarizada con la música, el canto, el ritmo, etcétera. A la muerte de su madre y posteriormente la de su padre, cuando aún era muy niña, fue aceptada en la Escuela Imperial de Ballet de San Petersburgo, creada durante el zarismo con niños huérfanos. Así, ingresó al mundo del ballet y al conocimiento de los secretos de la danza en 1906, mediante los mejores maestros, como Felia Doubrovska, Yeugenia Sokolova y Agripina Vaganova.

En 1913 se graduó en dicha escuela con honores por su calidad e impecable técnica. Poco tiempo después se integró al Ballet Imperial. Gracias a su personalidad, espíritu y presencia escénica pronto la promovieron como bailarina solista. Fueron célebres sus interpretaciones en El lago de los cisnes, El cascanueces, El corsario, Don Quijote, Esmeralda, La bayadera, La muerte del cisne y Giselle, obra que Olga marcó con su espiritualidad única para siempre. Así fue construyéndose la leyenda de Spessvitseva como la más grande bailarina romántica del siglo.

En 1916 fue invitada a una gira por América del Norte con el Ballet Russe, de Sergei de Diaghilev, en la que bailó con Vaslav Nijinsky El espectro de la rosa, que arrebataba al público por los míticos saltos de Nijinsky.

Con Diaghilev estrenó el célebre ballet La chatte, de Balachine, que resume el espíritu modernista en la danza, como el Ballet triádico, de Oscar Schlemmer, de la Escuela Bauhaus.

También bailó en el teatro Colón de Argentina en varias ocasiones siempre con la ayuda de su esposo, Boris Kaplun, funcionario del régimen stalinista, quien lograba los permisos para que Spessvitseva saliera del país.

Olga Spessvitseva, gran estrella mundial de la danza, realizaba giras, daba conciertos, impartía clases y realizaba todo tipo de actividades referentes al ballet, hasta que en 1922 regresó a Rusia, donde se unió a los artistas e intelectuales que lograron huir de la Unión Soviética hacia otros países de Europa y Estados Unidos.

Constantemente contratada por compañías de ballet, realizó una gira por Australia con la de Ana Pavlova. En ese tiempo los signos de agotamiento de su delicado espíritu ya eran notorios. Regresó a Buenos Aires y bailó por última vez en el teatro Colón. Ahí sufrió un colapso nervioso, que la obligó a regresar a Estados Unidos, donde radicaba desde 1939.

Debido a su depresión fue internada en una clínica para enfermos mentales en Nueva York, donde vivió 22 años. En 1963, viejos amigos del ambiente de la danza, como Anton Dolin, Felia Doubroska y Edward Fern, la sacaron de allí y la llevaron a un lugar llamado Farm Valley Cotagge, en Rockland, Nueva York, a la Fundación León Tolstói, donde la nieta del gran escritor atendió cuidadosamente a una Olga Spessvitzeva tranquila, que murió el 16 de septiembre de 1991.

Boris Eifman dice que distintos factores llevaron a la locura a la bailarina, que sufrió abandono, seducción, amor y delirio, lo que lo inspiró para su Giselle roja, retrato biográfico del exilio, en la compleja situación política durante la revolución socialista en Rusia.

Así, con un breve aviso del INBA nos quedamos con las ganas de ver esta curiosa obra. La productora Escenarte Internacional, responsable de la presentación del Ballet de San Petersburgo en el Palacio de Bellas Artes, notificó la cancelación de dicho espectáculo por causa de fuerza mayor.