jornada


letraese

Número 187
Jueves 2 de Febrero
de 2012



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate



editorial

Joaquín Hurtado

Comer

Pasado el festejo navideño ha llegado el momento de pagar las facturas del revoltijo. Con semanas de antelación me propuse cuidar la ingesta de todo aquello que pudiera comprometer mi sistema digestivo. Todo fue inútil.
Dos decenios de terapias antivirales más píldoras para cada achaque cotidiano han hecho estragos en glándulas y tripas. Sucede que el sólo hecho de pensar en comida me produce una diarrea de dios padre.
El placer de la comedera se ha transformado en la tortura de la corredera. Una pizca de grasa en un inocente consomé de pollo genera una catástrofe nuclear.
Y la comadre gozadora todavía me reclama:
-Pruebe este pozolito verde, don Joaquín, no me desaire.
-No, gracias, ya estoy completo.
¿Completo? ¡Completísimo mi apetito voraz! Intacta la gula que me arrastra a los infiernos de aquellas enchiladas chorreando grasa de cerdo, rellenas con panela fresca y un golpe de cebolla finamente picada en aliño de papas. La exquisita muerte entre fritangas.
La pena de ir a casa ajena y lo primero que hace la boca mía es pedir un tecito de Camomila y las instrucciones precisas para llegar pronto al inodoro. Me mantengo en mis fabulosos 50 kilos gracias a los nobles atolitos de maíz con derecho a nopales y pescados tristes. Adiós pastelitos en el postre o tapitas con quesos de hedor viril. Vinos tintos y cervezas me desmantelan en el acto.
Este declive comenzó con deposiciones color cocacola y retortijones a media noche. Los exámenes hallaron úlceras en un tubo extenuado y sangrante. ¿Y cuál es el pronóstico? Sólo el débil encogerse de hombros de mi médico y una mueca que significa: Ya no chilles maricón, atráncate con más chochos.
Si alguien me pregunta con jodona repugnancia el porqué de mi cadavérica constitución yo le echo la culpa a la colitis. Al sida lo escondo tras una coartada metabólica, porque si viera usted lo que uno sufre cuando el hígado nomás ya no procesa lípidos. Colesteroles y triglicéridos malditos.
Así cualquier amenaza que provenga de familiares y amigos impertinentes se convierte en complicidad, apapachos y consejos de banqueta: “la tía Gaudencia estaba malísimamente más pior que tú, pero desde que toma el hongo chino con infusiones de cocoliso, si vieras qué levantada se dio”. Ay, la gente...


S U B I R