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Que el espectador ponga en duda la veracidad de las fotografías, propone el artista

Fontcuberta tiende trampas para despojar de convicción a la imagen

Hoy día ya no representa al mundo: es mundo, reflexiona el académico sobre la facilidad con la que se toman instantáneas en la actualidad

Expone Fauna en el Museo del Chopo

Foto
Con Fauna, el artista pone en duda a la ciencia. La imagen, Centaurus Neandertalensis (1985-1989)
 
Periódico La Jornada
Domingo 19 de febrero de 2012, p. 2

En el trabajo de Joan Fontcuberta las imágenes dicen más de mil ficciones. La realidad es cuestionada de manera constante; un ejemplo es la muestra Fauna, que se encuentra en el Museo Universitario del Chopo, la cual tiende una trampa amable al espectador, con el fin de que reaccione de forma crítica a dos dispositivos autoritarios: el museo y la fuerza de convicción de la fotografía.

Fontcuberta (Barcelona, 1955), artista visual, ensayista, docente, cofundador de la revista Photovisión, autor de textos como La cámara de Pandora (Publicado por la editorial Gustavo Gilli) y ganador de numerosos premios, ha realizado otras instalaciones donde pone en entredicho la realidad, la verdad, como fue Sputnik, donde se inventó la historia –con fotografías y video documental– de un austronauta ruso que desapareció en órbita y después el gobierno hizo lo posible por ocultarlo... Todos lo creyeron.

–¿Nunca se le han acercado para reclamar que haya dicho una mentira, por ejemplo con Sputnik y ahora con Fauna?

–Curiosamente no. Yo esperaba a veces reacciones airadas, incluso más violentas, pero no, porque siempre me cubro la retirada; es decir, yo nunca miento.

Lo único que hago es gestionar la información para que el espectador proyecte sus propias interpretaciones, pero si se analizan fragmentariamente los enunciados que doy o las imágenes, nunca digo que ésa es verdad, por tanto eso desplaza la reflexión hacia por qué delante de determinadas imágenes que a nosotros nos parecen fotográficas proyectamos unas exigencias de veracidad, concedemos de manera ingenua nuestra confianza tácita en que estas imágenes son una transcripción literal de lo real.

La presunción de la ciencia

En el caso de Fauna, toca poner en duda a la ciencia: “Creo que cualquier obra de arte no aspira sólo a obedecer o a expresar lo que el autor intenta programar, sino que si la obra de arte es viva, tiende a resumar, a expandirse y a encontrar diálogos con los públicos a distintos niveles. Hay una relación crítico-humorística con la ciencia que, de manera muchas veces pretenciosa, se arroga el monopolio de la verdad y se presenta como la única interpretación posible de los fenómenos de la naturaleza, cuando hoy sabemos que la ciencia no es más que un conjunto de verdades provisionales y que estas verdades las podemos cambiar en la medida de que podamos inventar nuevas reglas o leyes que den cuenta de fenómenos hasta ahora inesperados.

Por ejemplo ahora en el CERN de Ginebra, unas partículas avanzan a una velocidad más rápida que la luz, entonces el límite einsteniano de que la velocidad de la luz era un umbral que no se podía sobrepasar queda superado y deben proponerse hipótesis para explicar esto.

–La realidad es relativa.

–La realidad siempre es relativa. Tengamos en cuenta que la realidad es algo intangible con lo que se han peleado los filósofos desde hace miles de años y que incluso hay modalidades de realidad según uno sea físico o neurólogo, o artista o místico; es decir, que la realidad es algo que barajamos en nuestra vida cotidiana, pero que nos pone en muchas dificultades cuando nos proponemos definirla.

“En mi caso, lo que me interesa, porque digamos mi pretensión es muy humilde, no es explicar la realidad, ese no es mi cometido; mi cometido es ver qué tipo de vinculación se establece entre la fotografía y una cierta noción de lo real, porque da la sensación de que debido a sus avatares genealógicos la fotografía representa un reflejo irrefutable de lo real, o sea la sensación de que la fotografía lleva en su ADN la capacidad de transmitir verdad visual. Mi trabajo, el de esta exposición y de otros proyectos similares, muestra hasta qué punto la fotografía es una ficción, como cualquier acto humano.

–Una imagen dice más de mil palabras, pero en su caso también dice más de mil mentiras.

–En efecto. Para mí la fotografía combate dialécticamente con esa asunción, diría que pasiva de lo real. Se presenta como una ficción, pero una que nos habla de la realidad, que nos acerca a ella. En el fondo, el estatuto de lo ficticio es una argucia que utilizamos los seres humanos para acercarnos a ese intangible de lo real.

–Entonces, ¿cómo entender la imagen hoy, cuando cualquier persona puede captar una foto en cualquier momento?

–Una primera respuesta es que toda imagen es una trampa. Una segunda respuesta es que la imagen hoy ya no representa al mundo: es mundo, se constituye en partes de la realidad. Asistimos a un fenómeno que me parece inusitado.

“Hay tantas imágenes del mundo, se toman tantos millones y millones de imágenes, que constituyen una hiperrealidad. Es un fenómeno del que muchos teóricos han reflexionado y han especulado, pero me parece que hoy nuestra experiencia común, es decir, sin tener que recurrir a Umberto Eco o Baudrillard, etcétera, es que en efecto hay tal cantidad de imágenes que éstas adoptan una dimensión distinta y deben ser analizadas con nuevas reglas de juego.

–¿Cuáles serían esas reglas?

–En primer lugar qué nos interesa de la imagen. Nos puede interesar la estética, su dimensión epistemológica, su semiótica; depende. Diría que cualquiera de estos ámbitos ve modificados los parámetros tradicionales. Por ejemplo, me interesa mucho hacer una comparación entre las imágenes fotográficas que manejamos hoy y las del inicio del propio procedimiento; entonces, en 1839, diría que prácticamente hasta finales del siglo XX, la fotografía se ha sustentado fundamentalmente en un andamiaje filosófico, ideológico, formado por la verdad y la memoria; este binomio es lo que ha justificado que las fotografías satisfagan unas necesidades de comunicación que teníamos.

Descrédito de la imagen

“En cambio hoy día la fotografía ni la asociamos tan directamente a la verdad, a la veracidad, porque sabemos que las fotografías se manipulan, hay un descrédito de la idea de documento en la fotografía. Ni la memoria: hoy día la mayoría de las fotos se toman y se desechan, no están concebidas para preservar un recuerdo, una memoria. O sea que la fotografía se está reposicionando en unos actos de comunicación que ya no son necesariamente la verdad y la memoria.

“Hoy, el propio dispositivo fotográfico ha cambiado; ahora se tiran muchas más fotografías con teléfonos celulares que con cámaras específicas, sean analógicas o digitales. Y se toman, se suben a Facebook o se envían y desaparecen, no hay voluntad de conservar la imagen: enviar la imagen tiene significado en sí mismo como acto de comunicación.

Esto nos lleva a una paradoja que me parece significativa: que hacemos tantas fotos, dedicamos tanto tiempo a hacer fotos, que no nos queda tiempo para mirarlas. Parece un absurdo pero así es, como que la fotografía no requiere ningún esfuerzo, ningún gasto, es tan sencillo: tenemos en el bolsillo un dispositivo, estamos constantemente tomando fotos que se pierden en la memoria del dispositivo, porque hay tantísimas que no disponemos del espacio mental ni del tiempo para mirarlas.

Frente a esta situación, “como artista me planteo una responsabilidad de no seguir contribuyendo a esta sobresaturación de imágenes, que lo que hace finalmente es provocar un ruido visual. Sacudir las conciencias de los públicos, los espectadores, para que reaccionen críticamente ante estas situaciones.

“¿Cómo hacerlo? En primer lugar hay tantas imágenes que da la sensación de que todo está fotografiado; entonces, una manera sería desplazar la atención hacia las imágenes que siguen faltando, porque no se han hecho, porque han sido censuradas, porque no son accesibles.

–¿Aún le queda la capacidad de sorprenderse?

–Sí, porque supongamos que hay millones y millones de imágenes que se producen cada día. En Facebook parece que hay 200 millones que se suben diariamente. Estoy seguro que las tipologías de esta imágenes en un 99.99999 son redundantes, son reiterativas, ociosas, pero sólo por obtener ese .00001 distinto, original, vale la pena pagar ese peaje.