Opinión
Ver día anteriorLunes 20 de febrero de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Fábricas de tiempo
P

asajero en una bicicleta roja conducida por una muchacha que decía venir del futuro, Rogelio Medrano se vio rodeado de reflectores y columnas de fuego, le pareció que de repente, pero en realidad les había tomado un rato atravesar largos tramos de fachadas grises, mortecinas, quizás deshabitadas, antes de alcanzar esa zona industrial o lo que fuera. Tampoco en el futuro las cosas son fáciles de explicar.

Todo ocurrió demasiado rápido. Ni siquiera se habían presentado. La muchacha detuvo la bicicleta y ambos posaron un pie en el suelo, y luego el otro. Para lo monumental de la conflagración que los rodeaba, el fragor era más bien sordo, para nada aturdidor. Rogelio dijo él y extendió la mano, que ella tomó distraídamente, como si fuera un pescado crudo, sí, ajá, mucho gusto y la soltó enseguida. Rogelio la miró y ella hizo que no se daba cuenta. ¿Y tú?. ¿Yo qué, dijo ella. ¿Tienes un nombre?, dijo él, y ella, sí, claro, y tras una pausa, todos tenemos un nombre, a veces es lo único que tenemos.

Era de noche, pero igual podía ser día. El calor, abrasador. Ella se sacó el casco y él la chamarra que agarrara al salir de casa una noche fría de invierno, intentaba recordar. Comenzó a atársela en la cintura, como en los días escolares, decidió que para qué y la tiró a un lado. La ciclista también se quitó su sudadera y la dejó caer, igual que Medrano. Vestía un leotardo deportivo en regla, un top sin mangas color malva opaco, y sobrepuesto un short de mezclilla deshilachado. Tenis gris. Sin calcetines. Con una de esas piernas se había tropezado él allá en el parque.

Éstas sí son temperaturas, pensó Rogelio del sofoco que sentía. Vaya que lo eran, pocas veces el término le apretó tan recio. Sudaba. ¿Y aquí qué es?, preguntó a su guía, una mujer blanca como la nieve, de piel frágil y sensible, ruborizada por el esfuerzo y el calor. Evidentemente la musculatura le funcionaba a la perfección. Esta es la Zona de Tiempo dijo, lo cual para Rogelio no explicaba nada, él veía fábricas resplandecientes, gordas chimeneas escupiendo cantidades horrorosas de vapor, y otras más altas un humo pardo, abigarrado, seco, que cubría el cielo de negro.

Es el complejo industrial donde se producen cantidades astronómicas de minutos y segundos, horas, días. Después de muchos trastornos, que son historia, en el futuro México se convierte en líder exportador de tiempo. Con tecnología de punta, los segundos manufacturados en la capital de la Provincia de México son muy apreciados en Europa e inundan el mercado de Norteamérica muy por encima de los coreanos, que acaparan el mercado asiático hasta Rusia. Sólo India y Sudamérica producen su propio tiempo, y lo exportan a Sudáfrica y Australia con excelente aceptación.

La expresión de Rogelio no podía ser más atónita. ¿De qué le estaban hablando? La chica prosiguió como si nada, sosteniendo con una mano fina y fuerte el manubrio: Otra cosa que produce México a montones es calor, tanto que la FONU (Federación de Organizaciones de Naciones Uniformes) le impone sanciones económicas a cada rato. Las industrias más desarrolladas en este México son las política y ambientalmente incorrectas en el Primer Mundo, pero alguien tiene que hacer el trabajo sucio, producir ciertas materias indispensables.

¿Cómo tiempo? aventuró él. Y ella: Como tiempo, y eso genera un desperdicio de toneladas de tiempo. No todos los días ni los segundos salen bien; hay temporadas de sobreproducción, y entonces las plantas arrojan al desagüe todo el excedente para no desequilibrar los mercados. Hace poco el canal central se obstruyó con un masacote ilegal de semanas de desecho y dragarlo tomó una semana Premium, que son las más costosas. Los desechos van a dar normalmente a unos campos, por así llamarlos, por el lado del estado de México, tú sabes. Allí, millares de personas viven de pepenar el tiempo sobrante. Pero como has de suponer (Rogelio no suponía nada), el tiempo se pudre peor que una lechuga, así que la peste es insoportable. Si quieres te llevo, pero sin mascarilla no te lo recomiendo. Y Rogelio: ¿Mucho calor? Insoportable.

Aunque no entendía ni jota, Rogelio comenzaba a acostumbrarse a la situación, y como quiera se había dejado llevar sin mucho pensarlo, no tenía derecho de quejarse. Cuando se agotaron las últimas reservas de oro y petróleo, México dio un gran salto de reconversión pasiva y se consagró, en un plazo récord, como productor neto de tiempo, siguió la chica de la bicicleta roja. Lo malo es que para el consumo nacional se coloca la producción más deficiente, los minutos se hacen eternos, los días se descomponen y con frecuencia hace falta remplazarlos, lo cual resulta oneroso y muy agotador. Los trámites de sustitución de la mercancía son pura perdedera de tiempo. Me imagino, mintió Rogelio, que no lograba imaginarse de qué le hablaban, ni descifrar lo que veía.