jornada


letraese

Número 188
Jueves 1 de Marzo
de 2012



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus


pruebate


reseña

Para documentar nuestro laicismo
El Estado laico y sus malquerientes
Carlos Monsiváis
UNAM, Random House Mondadori / 2008


Ironías de la historia. La jerarquía de la Iglesia católica enarbola hoy una de las banderas del liberalismo que hace siglo y medio combatió férreamente cuando se opuso a la libertad de cultos y de conciencia reclamando su ‘derecho natural’ a decretar a la católica como la única fe válida y verdadera en México.
En los tiempos presentes en que el conservadurismo parece regresar por sus fueros, blandiendo precisamente el estandarte de la libertad religiosa, traducida en sus términos como el derecho de trasladar el catecismo a las escuelas, la lectura de El Estado laico y sus malquerientes resulta de lo más ilustrativo. Dividido en dos partes, su autor, Carlos Monsiváis, traza en la primera, a manera de crónica histórica, los procesos de secularización social y de liberación del ‘espíritu laico’ que posibilitan la construcción del Estado laico. En particular, aborda las hazañas de la extraordinaria generación de liberales del siglo XIX, a quienes Monsiváis admira profundamente, autores de las grandes reformas que separan a la Iglesia del Estado.
En la segunda parte del libro, el autor reúne, a la manera de su aplaudida columna periodística Por mi madre bohemios, declaraciones, escritos, alegatos y demás confesiones de los malquerientes actuales del Estado laico.
Si en el siglo XIX el laicismo está indisolublemente ligado al progreso del país –“independizar del dogma la esfera de lo público” es la condición histórica de la viabilidad de México como nación–, en el siglo XXI el laicismo se relaciona íntimamente a la democracia. El reconocimiento de las diversidades religiosas, étnicas, sexuales y de género amplían las fronteras del Estado laico.
En siglo y medio de historia patria, el discurso de la derecha clerical y conservadora apenas ha cambiado, y nadie como Monsiváis para describir, con su peculiar ironía, las paranoias de la derecha, de sus falsas profecías apocalípticas, de sus pánicos morales ante la progresiva e irreversible secularización de la sociedad mexicana. (Alejandro Brito).

 


reseña

Ser o no ser
Toda un hombre
Teatro El Milagro, Milán 24, Col. Juárez, México DF

La mirada cabizbaja y tímida de Adele, clavada en el piso y sin la intención de convivir con su exterior, refleja el enorme tormento que padece la monja en su interior. Confesiones con el sacerdote y el silencio absoluto provocan su resignación a ser lo que la sociedad le ha dictado, situación que ella misma no cuestiona, debido a que no conoce otro horizonte.
Sumida en una vida conventual, en la cual se puede proteger su secreto debido a la alta represión a la sexualidad, jamás cuestionó su ser hasta que su salida a la sociedad provoca un cambio en la visión que Adele tiene de sí misma.
Mediante su interacción cotidiana como dama de compañía surgen emociones y acciones desconocidas que hasta entonces que le provocan un debate interno sobre quién es en realidad y cómo le es posible incorporarse a una sociedad en la que no tiene cabida.
De esta manera, se origina un debate entre su deber ser y lo que verdaderamente es mediante un diálogo científico y religioso en el cual nunca se toma en cuenta su opinión, aunque aparentemente se busque su bienestar.
Así, Adele se revela al mundo como una persona intersexual –con variantes genéticas que la colocan en un cuerpo andrógino– a la que pretenden convertir en hombre y llamarle Abel. Su identidad social es la de una mujer, aunque de acuerdo a los criterios médicos, es más hombre que mujer.
Basada en los diarios de Herculine Barbin, persona intersexual francesa nacida a mediados del siglo XIX, Toda un hombre muestra como ciertos prejuicios hacia lo desconocido permanecen vigentes al paso del tiempo, y en aras de beneficiar a la persona para incorporarse a la “normalidad” se cometen un sinfín de atropellos.
Toda un hombre, de Alberto Castillo, cierra una trilogía de obras de teatro titulada “Otros cuerpos, otras identidades” en las que se analiza de manera profunda y crítica los roles de género y las implicaciones sociales de éstos en diferentes ámbitos. Se presenta los lunes, martes y miércoles hasta el 28 de marzo. (Leonardo Bastida Aguilar)

S U B I R