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A la mitad del foro

Carnaval y Cuaresma

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El presidente Felipe Calderón inauguró ayer en Atenco la planta de bombeo Casa Colorada. Lo acompañaron el director de la Conagua, José Luis Luege, y los gobernadores de Hidalgo, Francisco Olvera, y estado de México, Eruviel ÁvilaFoto José Antonio López
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el gesto adusto a la sonrisa abierta; del ceño fruncido y la voz de mando militar a las bromas constantes y el humor desbordado tras la prolongada contrición. Felipe Calderón en campaña. En cierre anticipado del ejercicio irrestricto del mandato de seis años formales y de algo menos en la fatalidad del cambio de guardia que se adelanta al conocerse al sucesor. Dirán los de la democracia sin adjetivos que eso era antes, cuando la designación unipersonal del candidato, del delfín. Pero tanto los del cesarismo como los alternantes hacen suyas las palabras de Luis XV: Después de mí, el diluvio.

No es Capeto el michoacano, que heredó el odio al PRI. No es el tlatoani metafórico de los años del mando incontestado del Presidente dueño del unto de la expectativa. Pero ejerce el mando bajo el influjo de manu militari. Y jugó sus piezas en el proceso sucesorio con la misma fantasía que llevó a José López Portillo a decir que era como jugar ajedrez en tres distintos niveles. Nadie aclaró exactamente la oscura parábola del autor de Don Q, pero esos son otros López. Empeñado en el combate al crimen organizado, Calderón invocaría el espíritu de Miguel Miramón, del joven macabeo que combatió al juarismo y murió fusilado en el cerro de las Campanas, al lado de Maximiliano de Habsburgo.

Y no porque se repitiera la historia con el acre calificativo de farsa como impronta del 18 de brumario de Napoleón el pequeño. A pesar del fiasco inicial del golpe empresarial en Michoacán y de la victoria electoral de Fausto Vallejo, no cesaba la campaña de filtraciones y el uso de medios a modo para denunciar a los adversarios, a los del PRI que amenazan con volver a Los Pinos. Nada de maquiavelismos, con las premisas jesuíticas basta para no preocuparse por los medios. En la guerra, dicen, la primera baja es la verdad. Y en su guerra, Felipe Calderón desdeñaba las exigencias locales, nacionales y finalmente universales, de atender a la justicia, al debido proceso de ley, a la presunción de inocencia; a asuntos tan elementales como identificar las cadáveres de 50 mil muertos en la guerra, dar cabal razón del número de desaparecidos, rechazar el infundio de que toda crítica, toda denuncia, es complicidad con el crimen o con quienes “se aliaban con el narco”.

Pero, a pesar de la insistencia del general Galván en que se dotara a las fuerzas armadas del marco legal que amparara su accionar en asuntos del sistema de justicia, la tenacidad panista permitía presumir avances en el gobierno federal y que Felipe Calderón dejaría a la patria agradecida un cuerpo de policía nacional a la altura de los mejores del mundo. Y Genaro García Luna, ingeniero a cargo de esa obra de titanes, secretario de Seguridad Pública con un presupuesto mayor que el de las fuerzas armadas, dictaba cátedra en foros internacionales y ejercía poder de ministro en el sistema en que todavía son secretarios. Hay quienes dicen que el ingeniero es más ministro del Interior que monsieur Poiré, secretario de Gobernación, quien fuera heraldo de la política calderoniana.

El viernes inauguró el Presidente instalaciones de la división científica de la Policía Federal. Y se acabó el carnaval de la sucesión democrática, de la avanzada del arribo de Josefina Vázquez Mota, del desplante nacionalista con que se rechazó la soberbia solicitud del presidente de Francia para que se enviara a una cárcel de ese país a Florence Cassez, sentenciada por un juez mexicano a 60 años de prisión. Cierto, Nicolas Sarkozy usa retórica rimbombante y además del acuerdo internacional lucía galas de potencia civilizadora, y el estilo de M. Chauvin. Pero cuando acudió al Senado, cortesanos del señor de Los Pinos le sugirieron, le indicaron, que no hablara ahí del penoso asunto de la ciudadana francesa presa en México, declarada culpable por sentencia de la justicia mexicana.

El viernes se ensombreció el gesto presidencial y el ingeniero García Luna habló de su convicción y compromiso permanente en favor (...) de las víctimas de la delincuencia. Y diría que en la atención a los casos de secuestro, cuando los minutos son cruciales, la prioridad es siempre proteger la vida de las víctimas. Minutos cruciales, dice, después de saber del proyecto de resolución del ministro Arturo Zaldívar en la primera sala de la Suprema Corte de Justicia, en el que éste expone que no se puso a la detenida a disposición del Ministerio Público, que no se notificó al consulado francés, que se preparó un montaje para que las televisoras grabaran el arresto simulado, así como el rescate de las víctimas del secuestro, ya a salvo antes del teatral escenario montado con la aprobación de sus jefes.

La primera sala discutirá el próximo miércoles el proyecto del ministro Zaldívar. No irá al pleno, por ser asunto penal; no decidirán si es culpable la señora Cassez, sino sobre las torpes, graves, violaciones al debido proceso; distorsiones mediáticas que afectaron o negaron la presunción de inocencia, declaraciones de testigos y víctimas; no poner a la acusada a disposición del Ministerio Público y no avisar de inmediato a las autoridades consulares francesas. El ministro Zaldívar concluye que deberá ponerse en libertad a Florence Cassez. Y de inmediato hubo desgarramiento de albas vestiduras. Se entiende pida atención a las víctimas la señora de Wallace, madre de un secuestrado y asesinado por los delincuentes que ella misma persiguió. Pero no que lo diga la candidata a gobernar la capital de la República.

Si en los casos de secuestro son cruciales los primeros minutos, ¿cómo explicar, cómo justificar las dilaciones violatorias del derecho, particularmente la del escenario dentro del escenario ranchero para fingir primicias informativas y poner ante las cámaras un heroico rescate cuando ya habían sido liberadas las víctimas? En abril, Felipe Calderón tendrá que dejar de inaugurar obras y distribuir bienes. Se lo impone la ley. En abril hay elecciones presidenciales francesas, y Sarkozy ya asume actitud de respeto al sistema de justicia mexicano. Guerra de pastelazos. Y Calderón paga la cuenta. Los acuciosos observadores del proceso electoral, con abuso de filtraciones sobre procesos en los que son indiciados los priístas, los bárbaros a las puertas de Los Pinos, aseguran que no será despedido Genaro García Luna, que no renunciará por motivos de salud, como los del priato tardío, sino literalmente de salud pública.

Alto precio van a pagar. Josefina Vázquez Mota protesta hoy como candidata del PAN a la Presidencia, en el estadio Azul, ante 35 mil militantes. Llegaron los idus de marzo: Sus viejos elogios a la dictadura de Pinochet y el juicio de la historia a revisión circulan en las implacables redes sociales.

Andrés Manuel López Obrador rendirá protesta ante cada uno de los tres partidos que lo postulan. Goza de cabal salud, juega primera base y acertó al dejar testimonio escrito de su encuentro con el vicepresidente Joseph Biden. Pero para qué le informa del presupuesto, de que no aumentará impuestos, de la vía entre Salina Cruz y Coatzacoalcos, ¡para que bienes de países del Pacífico lleguen a Estados Unidos!

Con razón rendirá protesta Enrique Peña Nieto en Dolores Hidalgo, en salón cerrado, ante el Consejo Nacional. No dará el Grito. Y nada dirá en tanto no empiece la campaña definitiva. Ni modo. Entonces tendrá que demostrar que sabe lo que está haciendo y lo que propone para convencer a los que voten el primero de julio. La suerte está echada.