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Tumbando Caña

Santana: ya es tiempo de que haya una presidenta y se legalice la mariguana

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uerte abucheo en la Arena Ciudad de México y gran revuelo en las redes sociales provocó el comentario político de Carlos Santana la noche del domingo cuando expresó: Ya es tiempo de que haya una presidenta, refiriéndose a la candidata del Partido Acción Nacional (PAN), Josefina Vázquez Mota. El público en el recinto de Azcapotzalco, que minutos antes lo había recibido con fuerte ovación, trocó aplausos en silbatinas y abucheos. Haciendo caso omiso, el músico subrayó: “Porque los hombres la han regado mucho (…) y este país, con tanta riqueza, merece un corazón que tenga compasión, humildad, integridad, para que exista unión, armonía, paz….”

El músico de Autlán, Jalisco, ciudadano del mundo con pasaporte estadunidense, había comenzado bien la velada con los temas Spark of the Divine y Back in Black, pero ante un público plural, en su mayoría adulto, y en vísperas de elecciones, sus palabras generaron reclamos. Quizá mucha gente no esté de acuerdo con mi forma de pensar, y está bien, pero eso es lo que creo.

Vestido de chaleco azul eléctrico, camisa negra y pantalón azul (¿coincidencia? Se preguntaron algunos), y a diferencia de presentaciones anteriores, en las que se había concretado a hablar de la espiritualidad, el amor y la paz, esta vez estuvo muy dispuesto a exponer sus reflexiones sociales.

Nostradamus y los indígenas predijeron el fin del universo. A la gente que se levanta con arrogancia sí se le va acabar el mundo. Que aquí en México nunca, nunca, vuelvan a suceder violencia ni asesinatos, dijo. Agregó: Se debe legalizar la mariguana. Y que ese dinero (empleado en el combate de las drogas) se utilice para escuelas, profesores y estudiantes.

Siguiendo esa línea, retó al presidente de este país a terminar con la ola de violencia que impide la paz: Le digo que haga lo que tiene que hacer (para), que amanezca el día en que las personas hagan a un lado las armas y se logre el anhelo de todos, la paz.

Santana venía de las presentaciones en Monterrey y Guadalajara, cumpliendo con su gira Sound of Collective Consciousness, y aparte de sus intervenciones concientizadoras, su concierto resultó redondo y sin afectaciones, ya que hubo calidad musical rayando en el virtuosismo.

La eficientísima y renovada banda de Santana está integrada por grandes músicos: los experimentados Karl Perazzo (timbal y percusión africana), Raul Rekow (congas), el preciso y vigoroso baterista Demis Chambers; el espectacular bajista (¡gran solo de 10 minutos!) Benny Rietveld; los cantantes Andy Vargas y Tony Lindsay; Bill Ortiz en la trompeta; Jeff Cressman al trombón (ambos provenientes de la esfera jazzística); el guitarrista Tommy Anthony, y el espléndido tecladista David K Matheus, quien suple de maravilla a Chester Thompson.

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El dinero del combate a las drogas debe utilizarse en la construcción de escuelas, dice el guitarristaFoto Notimex

Fue un concierto pulcro en la producción, elevado en lo musical, con múltiples intervenciones solistas (principalmente las de Carlos), que prendió fuego en las 8 mil almas que arribaron al recinto, pese a la lluvia y los conflictos de tránsito.

Dos horas y 50 minutos exactos de tralla santanera fue lo que duró el concierto. Tiempo suficiente para que el mago de Autlán prodigara su talento musical ordenando el curso de una noche plagada de sabores africanos, antillanos, de blues y jazz, motivando la euforia en un público que muy pronto se olvidó del rollerismo para entregarse a la magia musical de este hombre que, como se pudo apreciar, cuando toca la guitarra todo se le cree, pero cuando habla, no siempre.

Piezas iconos como Singing Wings, Crying Beasts, Black Magic Woman, ligadita a Gypsy Queen, Samba pa’ ti, Soul Sacrifice (que apoyó con el video clásico de Woodstock) y Pa’ los rumberos, entre otras páginas gloriosas, fueron alternadas con los más reciente piezas de su producción discográfica, como María María, Dale Yaleo, Corazón espinado, Africa bamba, Smooth (del multipremiado Supernatural, 1999) y temas del nuevo Guitar Heaven, en el que hizo versiones de Led Zeppelin, Def Leppard, los Beatles, Jimi Hendrix y Red Hot Chili Peppers, clásicos que siempre quise tocar y a los que ahora me he permitido dar un tratamiento personal, pero respetuoso, dijo el legendario músico mexicano, admirado por la rapidez y precisión con la que digita su instrumento, sus ideas musicales e iconoclasia interpretativa.

Cerca de las 11 de la noche Santana dio por concluido el concierto. La silbatina y el griterío, que ahora eran de alegría y emoción desborardada, hicieron que regresara para interpretar la clásica de clásicas Soul Sacrifice. En las pantallas de alta definición se proyectaron imágenes del momento de su participación en Woodstock. Aquello era locura danzaria. Vinieron, finalmente, Bridegroom y Peace and Happiness.

El público del Arena Ciudad de México salió feliz, pero más tarde en la red muchos tuiteros manifestaron reprobación a las palabras del músico.