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A la Mitad del Foro

La troika y los lobos

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Para el consejero presidente del Instituto Federal Electoral, Leonardo Valdés, corresponde al gobierno garantizar la seguridad durante la jornada electoral de julio, no al IFE ni a los ciudadanosFoto Carlos Cisneros
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o hay que desdeñar al ecologista del Panal, pero la pluralidad no da más que para la troika que llega al inicio de campañas al proverbial trote que cansa, sin haber galopado, y sin mantener firmes las riendas a paso que dure. El único desbocado es Felipe Calderón y no es candidato. Ni siquiera en la fantasía de los maximatos míticos que derivaron a minimatos ridículos. Pero el que despacha en Los Pinos está en plena campaña, inaugura obras sin concluir y anuncia logros históricos en todos y cada uno de los quehaceres del Ejecutivo a su cargo.

Apresurada fuga hacia delante, dirían los cronistas antañones que sentenciaban aquello de para presidentes de altura, ministros de cabotaje. Aquí no hay ministros sino secretarios, a los que el titular del Poder Ejecutivo puede designar y remover libremente. Aunque, sin cambio de régimen, Josefina Vázquez Mota propone crear un Ministerio del Interior para suplir a la inoperante Secretaría de Gobernación. Fouché en las horas sombrías de la semana que empezó con el desastre del estadio Azul, del silencio de la multitud que abandonaba el lugar, mientras enronquecía la oradora Josefina Vázquez Mota, con la vista perdida en la ilusoria democracia sin adjetivos, en el ensueño de las falanges defensoras de la cristiandad, de adherentes que no necesitan ser acarreados y operadores distantes, ajenos a la realidad, ebrios de poder y ahítos en la vacuidad de sus diplomas, doctorados y apellidos de relumbrón en la tierra de la gran inequidad donde persiste la aristocracia pulquera.

Dura, terca que es la realidad. En los preámbulos del coma agónico del priato tardío, los mexicanos vimos más de una vez vaciarse lentamente los espacios destinados a mítines en los que un candidato peroraba en lenguaje rimbombante, retórica ramplona o jerga tecnocrática que no entendían los del llano; los mexicanos del común, gustaba recordar Carlos Monsiváis. Era una lenta sangría, anticipo de la hemorragia finisecular. Los operadores de entonces decidieron celebrar esos actos en locales cerrados y poner vigilantes en las salidas, activistas en cada sección, atentos a mantener en sus lugares a los entusiastas partidarios. Quién iba a decir que 12 años en el poder provocarían un desastre así, una exhibición de impotencia y de incapacidad políticas, a cargo de los panistas que maldicen los antiguos modos del PRI, los montajes escénicos de contiendas imaginarias, que no se alteraron ni en 1976, cuando José López Portillo fue candidato único, no tuvo adversario ni en el PAN que entonces aspiraba al monopolio de la oposición.

Francisco Franco y su guardia mora. Benito Mussolini y los fascios y el saludo romano. La tentación de las masas anhelantes y a punto de entonar el Coro del Nabuco. De ahí el amargo espectáculo de la transmisión en vivo en las pantallas milenarias y la repetición instantánea y demoledora en las redes sociales. El pasmo del patético conductor que es Gustavo Madero; la estulticia de un vocero sacado de Bucareli; el sacrificio valiente y generoso de Roberto Gil, coordinador de campaña que asumió la culpa y a quien elogia la candidata Vázquez Mota para pedirle que siga en su puesto. En el IFE, la denuncia presentada por el diputado Lerdo de Tejada, representante del PRI, mientras callaban los colaboradores de Enrique Peña Nieto que pusieron anticuadas y grandes pantallas luminosas, remedo de teleprompters en el local cerrado donde su candidato rindió protesta.

Nunca más oportuno el silencio, oír y callar ante las críticas, ante la sorna de quienes veían justificarse sus burlas previas. En Guadalajara tropezó en serio Enrique Peña Nieto y mostró inesperada desazón, ausencia de recursos para aceptar el yerro literario, la confusión de autores, y retomar la iniciativa para conducir el resto de la entrevista por donde él quisiera, por donde le conviniera. Y pagó su cuota en los medios, en las redes sociales, en los comederos políticos. Pero calló, se mantuvo firme en el propósito, en la decisión repetida ante los representantes de los medios de comunicación y grupos sociales, de no responder a provocaciones, de no caer en el juego de descalificaciones, de esperar el momento de exponer ante los ciudadanos sus propuestas de gobierno, sus compromisos, proyectos y programas. Ya no hay partido hegemónico; ya no hay donde esconderse, ni cómo negar lo que es visto y multiplicado instantáneamente. Al callar, Enrique Peña acierta.

Hasta ahora. Porque Luis Videgaray, su jefe de campaña, habló en plena tormenta por las recientes revelaciones de Wikileaks sobre el doble discurso del gobierno de Felipe Calderón: la entonces secretaria de Energía, Georgina Kessel, dijo al ex embajador de Estados Unidos en México Carlos Pascual que la reforma energética de 2008 creó una ventana de oportunidad para avanzar ambos países en el sensible tema de la producción de petróleo en México, abriendo las puertas a las compañías petroleras internacionales. Y Videgaray declara a la agencia Reuters que Enrique Peña dará prioridad a una profunda reforma del sector energético y fiscal. Vale, pero anticipa que se impondría el gravamen del IVA a medicinas y alimentos y aunque dice que es indispensable compensar mediante programas sociales a las familias pobres afectadas y no excluye reformas al ISR, agitó un avispero. Seguramente mantendrá el silencio Enrique Peña, en tanto llega el inicio formal de esta campaña enloquecedora.

En la que habla sin cesar el presidente Felipe Calderón y se lamenta porque tendrá que callar cuando se lo imponga la ley. Campaña en el mundo del revés en la que el Peje sentencia: Ahora, más que la carga ideológica, se requiere juicio pragmático. Y remata: ser de izquierda en nuestro tiempo es ser honesto y de buen corazón. Atrás quedaron los Flores Magón, aunque se edite Regeneración; La Ciudad de Dios y San Agustín son tema en vísperas de la visita papal de Benedicto XVI; AMLO empieza el día desayunando con empresarios y al medio día imparte conferencia magistral en la Universidad del Valle de México.

Pausado discurso, pero buenos reflejos. No diremos dialécticos, para no evocar ideologías. Cuestionado por la falta de una maestría, aprovechó para ratificar que se tituló licenciado en ciencias políticas en la UNAM: y graduado en la universidad de la vida, tengo el título de dirigente y lo más importante, vocación de servicio. A los dirigentes del PRD tendió su mano franca. Ah, si hubiera acompañado la frase martiniana con una rosa blanca, el hombre hobbesiano, lobo del hombre, dejaría que el hermano lobo explicara al pobrecito de Asís que la marginación, la persecución, el miedo, lo convirtieron fiera, pero hoy sabe que llegó la hora de ser pragmático y de reivindicar los valores individuales, la familia, el amor al prójimo; de la unidad para lograr el cambio verdadero.

Claro como el lodo, decía Norbert Gutterman. Pero no andan juntos perros y coyotes. Todavía mandan los dueños del dinero y aumenta el número de pobres en esta triste república ensangrentada. Aquí, donde los enviados de la ONU denuncian complicidad de autoridades en la desaparición forzosa de miles de mexicanos y que hay cárceles ilegales en instalaciones militares.

Y Leonardo Valdés, consejero presidente del IFE, advierte: Vamos a unas elecciones bajo un clima de preocupación por la inseguridad pública... Corresponde al gobierno garantizar la seguridad, no al IFE ni a los ciudadanos. La confusión favorece a la tentación golpista.