Opinión
Ver día anteriorSábado 24 de marzo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Infancia y Sociedad

Filosofía, desde prescolar

L

a posibilidad de que el doctor Juan Ramón de la Fuente sea el próximo secretario de Educación Pública, con AMLO, causa gran entusiasmo a quienes creemos que a través de un sistema educativo de gran calidad pueden resolverse la mayoría de los problemas que sufre la sociedad mexicana.

En este espacio, a partir de ahora, haremos propuestas que consideramos fundamentales para la renovación de la educación pública. Empezamos por lo primero: los miembros más jóvenes del sistema, los prescolares, y por la materia y método esencial que es la filosofía, para aprender a pensar y desarrollar esta facultad, que es la que nos hace realmente humanos.

Preguntar es un acto natural en la infancia, que lamentablemente la escuela tradicional no sabe aprovechar y suele inhibir. De ahí que a veces pareciera que los niños disminuyen su inteligencia al pasar del jardín de niños a la escuela primaria y que, conforme avanzan en esta última, se vuelven más pasivos intelectualmente. Lo que pasa es que sufren una suerte de domesticación mental: aprenden a dar respuestas prefabricadas, a no preguntar, a no investigar y a dejar de lado sus propios saberes y sus auténticos intereses, para someterse al programa escolar.

Decir filosofía para niños no significa presentarles a Platón y Aristóteles, sino que el maestro esté consciente de que los niños son seres pensantes, capaces de hacer preguntas bien estructuradas y crear estrategias de conocimiento.

Es necesario entender la filosofía como sabiduría natural y accesible a los niños y como parte esencial de una educación democrática, porque permite replantear el concepto de infancia y de la educación y sus fines.

Los programas de filosofía para la infancia, que ya funcionan en países como Argentina, Estados Unidos o España, muestran que las pedagogías más progresistas, propias de lo que se llamó alguna vez escuela activa, como las técnicas Freinet o los métodos de Paulo Freire, coinciden del todo y se articulan en esta visión del niño como ser inteligente y creativo, a cuya altura debemos colocar una escuela básica realmente moderna.

Ni qué decir sobre la importancia de los contenidos filosóficos y humanistas en los niveles medios y superiores de la educación, si queremos recuperar la formación de valores y multiplicar las mentes creativas. Pero mi convicción es que la calidad de producción epistemológica del sistema educativo se funda en la educación básica y que, aunque los científicos se gradúan y certifican en la universidad, los genios se producen en el jardín de niños. Corolario Uno: todo niño mexicano debe recibir educación prescolar de calidad.