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Ver día anteriorLunes 26 de marzo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a Morir

Pastores y rebaños

E

mpachados del discurso autocomplaciente de tantos metidos a pastores de cuerpos o de almas –¿verán la abismal diferencia entre sus niveles de acción y de congruencia?– mejor hurgar en las ideas de Michel Foucault, que al hablar del papel del intelectual dice que consiste en mostrar a la gente que son mucho más libres de lo que se sienten, que la gente acepta como verdad evidente algunos temas que han sido construidos durante cierto momento de la historia y que esa pretendida evidencia puede ser criticada y destruida. Cambiar algo en el espíritu de la gente, ése es el papel del intelectual con un espíritu alerta.

Para entender un poco las visitas papales a distintos países en fechas determinadas y con propósitos concretos, hay que recordar “la pastoría, ejercida por individuos que en la primitiva sociedad cristiana desempeñan el papel de pastor en relación con los demás individuos que son para ellos sus corderos o su rebaño (…) la introducción de este tipo de poder, de esta forma de dependencia, de dominación en la antigua sociedad romana, es un fenómeno inédito muy importante”.

“En la sociedad antigua griega o romana –agrega el autor en memorable conferencia–, nunca se concibió que ciertos individuos pudieran desempeñar el papel de pastores de otros, para guiarles a lo largo de toda su vida, desde el nacimiento hasta la muerte. En la literatura griega y romana los hombres políticos jamás fueron considerados pastores espirituales, ni siquiera pastores.

“Cuando Platón se pregunta en la Política –prosigue Foucault– quién debe regir una ciudad, no habla de un pastor, sino de un tejedor que organiza a los diferentes individuos de la sociedad como los hilos que anuda para formar un bello tejido. El Estado, la ciudad, es un tejido, y los ciudadanos son los hilos del tejido. No existe la idea de rebaño ni la de pastor (…) El compromiso colectivo es horizontal más que vertical.

“¿En qué consistiría –se pregunta– este poder pastoral tan desarrollado en Egipto, en Asiria y entre los hebreos? En que se opone al poder político tradicional, en la medida en que no se ejerce sobre un territorio: el pastor no reina sobre un territorio, reina sobre una multiplicidad de individuos. Reina sobre corderos, sobre bueyes…”

Siguiendo dócilmente al pastor en turno, por alejado que esté su pensamiento de la realidad de los países que visita, cabría agregar en estos tiempos de complicidades devotas sin límite.