Opinión
Ver día anteriorMartes 3 de abril de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Los candidatos ante la ciencia
E

l 23 de marzo en la ciudad de Monterrey tuvo lugar un evento organizado por la Asociación Mexicana de Directivos de la Investigación Aplicada y el Desarrollo Tecnológico (Adiat) que agrupa alrededor de mil 200 directivos de empresas tecnológicas, investigadores, académicos y rectores del país.

Ese organismo elaboró lo que llamaron la Declaración de Monterrey, con objeto de mejorar la competitividad y el desarrollo sustentable de México, a través de impulsar la llamada sociedad y economía del conocimiento. Los organizadores invitaron a los tres candidatos a la Presidencia a suscribir el documento y a expresar lo que pensaban respecto del tema. Los tres candidatos ese mismo día, pero a diferente hora, estuvieron durante hora y media manifestando sus opiniones en la materia. El primero que se presentó fue Andrés Manuel López Obrador (AMLO), a quien tuve el placer de acompañar en el presídium. Ahí se señaló que la Declaración de Monterrey tenía una coincidencia muy grande con el documento que se había elaborado por parte del candidato López Obrador en un encuentro que dos semanas atrás había tenido lugar en la ciudad de México con una cincuentena de investigadores, a quienes se describieron las estrategias que llevaría a cabo la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación que se pretende impulsar en caso de que ganara las elecciones. AMLO se manifestó sobre estas coincidencias, señalando que él impulsaría el crecimiento del sector científico y desarrollo de proyectos científicos estratégicos para la nación. Su ponencia se centró sobre qué haría para obtener los recursos que se requieren para fomentar el desarrollo científico del país.

Al término de la presentación de AMLO le tocó a Josefina Vázquez Mota. Yo me quedé a escucharla. Debo señalar que salvo en una breve intervención, cuando ella era secretaria de Educación y había participado en un evento en la UNAM, nunca le había escuchado: su participación en Monterrey me dejó claro que ella es sorprendentemente efectiva como oradora, pues acude a promover esta especie de emoción primitiva del ser humano, con lo cual mucha gente se puede identificar con ella fácilmente. Habla muy bien y es teatral. Lamentablemente para ella, pero más bien para los mexicanos, su discurso está vacío de ideas. No hubo una sola cosa sobre la Declaración de Monterrey, a la cual se refirió. Su discurso estuvo totalmente desprovisto de contenido puntual y salvo decir, sin gran convencimiento de que suscribía el documento, estaba claro que no lo había siquiera ojeado. Quedó también en evidencia que los que le escribieron su discurso, tampoco habían leído la Declaración de Monterrey con mucho detenimiento.

Josefina debería acogerse a lo que dijo el gran poeta alemán Goethe que cuando faltan las ideas sobran las palabras. Ella habló mucho de los niños a quienes en la educación básica les debían acercar la ciencia y bla, bla, bla, y que ella tuvo su gran oportunidad en la vida por haber ido a la Vocacional y bla, bla, bla, cosas que no tenían absolutamente nada que ver con el tema a tratar. Para mí fue evidente que la ciencia ni la entiende y ni le interesa. Y para muestra, un botón. Una de las preguntas del público tuvo que ver con cómo iba a impulsar o qué pensaba de la ciencia básica, a lo que respondió que ya había hablado de eso, aludiendo sobre lo que había disertado de acercar la ciencia a los niños que cursan los niveles básicos de educación. O sea, para ser claros, confundió la ciencia básica, la que genera nuevos conocimientos en los laboratorios universitarios con la enseñanza de la ciencia en la primaria. Está claro que si ella llegase a ganar, la sociedad y economía del conocimiento seguirá estancada y desdeñada, si no es que desaparecería totalmente como ya lo han intentado Fox y Calderón.

Yo realmente la tengo que felicitar por su capacidad artística como oradora, puede llegar a ser mesmerizante, sin embargo, es de lamentar lo vacío de su discurso. Habla mucho, demasiado y no dice gran cosa.

Por último, le tocó a Peña Nieto, a quien no me quedé a escuchar. Supe sin embargo, que su presencia estuvo acompañada de la prepotencia y que llegaron sus acólitos y manejadores de imagen a fortalecer aún más la prepotencia y a señalar, como ellos mismos dijeron, que están impulsando un producto. O sea, Peña Nieto no es un candidato, es un producto a quien quieren meter a como dé lugar en Los Pinos, aunque sea un producto cuyas cualidades son difíciles de encontrar.

El informe que escuché sobre la participación de Peña Nieto fue que hubo rollo con compromisos que se prometieron, si es que gana, pero parece sin mucha convicción, ni comprensión.

En fin, no sé si los de la Adiat quedaron contentos o no, por lo pronto hicieron un loable esfuerzo y lograron desenmascarar algunas de nuestras realidades.