Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 8 de abril de 2012 Num: 892

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Alfredo Larrauri, arquitecto
Guillermo García Oropeza

Bárbara Jacobs entre libros
Juan Domingo Argüelles

Clase 1952
Leandro Arellano

Dos poetas

Julián, por Herbert,
a solicitud expresa

Ricardo Yáñez entrevista con Julián Herbert

Dickens y la esperanza
Ricardo Guzmán Wolffer

Para volver a dante
José María Espinasa

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Orlando Ortiz

Llamo al voto útil

Supongo que el solo enunciado le puso los pelos de punta a muchos que, de inmediato, se remitieron doce años atrás, cuando este tipo de voto llevó al pan a la Presidencia. En aquel entonces, “lo útil” era sacar al pri de la Presidencia. Las encuestas no eran del todo favorables para el prd, de ahí que quien deseaba que el pri pasara a la historia, considerara que votar por el pan era el único camino de lograr el objetivo. Se soslayó la filiación ideológica y política de este partido, y quienes sabían un poco de historia justificaron su voto evocando los planteamientos originales de Gómez Morín.

El voto útil devino en inútil, porque se quitaron unas siglas pero las nuevas no solucionaron los problemas del país y (no entraremos en las circunstancias, que desde luego han sido determinantes) sus personajes mostraron incapacidad, falta de horizontes y de perspectivas, además de torpeza y soberbia.

Hagamos un poco de memoria. Desde el período de Miguel de la Madrid, podríamos decir que se inició el deslizamiento hacia la aplicación de una política neoliberal que complicó muchísimo el estado de cosas, haciendo retroceder las políticas de carácter social en beneficio del capital. Los problemas del campo mexicano se hicieron de lado, porque los artífices de la nueva política consideraron que ya éramos un país urbano y la producción de alimentos no era prioritaria porque, al fin y al cabo, como productores de petróleo tendríamos dinero suficiente para comprar los alimentos en el extranjero. ¿Y los campesinos? O bien se podían trasladar a la ciudad para trabajar como albañiles, jardineros, diableros, limpiaparabrisas (también de precaristas, aunque éste no sea trabajo) o quedarse en sus tierras y esperar a que les mandaran dinero los hijos que se habían ido a Estados Unidos. El ejido y las formas ejidales de producción virtualmente desaparecieron, se les llevó a modelos  “civilizados”.  Al grado que en la actualidad a los ejidos y los ejidatarios se les ve como piezas de museo, que incluso son incapaces de producir para autosubsistencia. Otros han rentado sus tierras, las han vendido –gracias a las reformas de ley que se realizaron en tiempos de Salinas de Gortari, que los hizo “propietarios” en lugar de sólo usufructuarios– o las tienen abandonadas por falta de recursos e insumos para trabajarlas; incluso me temo que algunos ya han olvidado cómo se siembra una parcela, y lo que es peor, sus descendientes no aprendieron a hacerlo porque ya no les tocó ayudar a los padres. Los que trabajan en el campo estadunidense, lo hacen cosechando, u operando tractores e implementos que han mecanizado los trabajos del campo. Están acostumbrados a sembrar grandes extensiones de tierra, con máquinas enormes, y utilizarlas para trabajar una parcelita de tres hectáreas sería absurdo, equivalente a utilizar un cañón para matar un mosquito.

Conste que no estoy señalando lo anterior como los  “logros panistas”,  pues son cosas que se iniciaron desde antes, podría decirse, desde que, según López Portillo, debíamos olvidarnos de la pobreza y prepararnos para administrar la riqueza, porque teníamos petróleo para dar y regalar.

Por el lado de los obreros, las cosas no fueron muy diferentes. Se continuó la corporativización de los sindicatos, dirigidos por líderes corruptos, que dejaron pasar reformas a la ley del trabajo que echaron abajo anteriores conquistas de los trabajadores, lo cual repercutió en un deterioro del salario, desempleo, retroceso en las condiciones laborales, etcétera. A la clase media no le fue mejor. Y todo eso porque, según datos recientes, “sólo 11 empresarios poseen la mitad del ingreso anual de todos los mexicanos”.

Quienes en 2000 se fueron por la vía del voto útil, dejando a un lado sus convicciones ideológicas o simples simpatías, en esta ocasión deberían hacer lo mismo, decidirse por el voto útil, mas ahora por la opción a la que no le han dado oportunidad de demostrar si puede o no remediar los males del país que han azotado a los mexicanos en los últimos años: deterioro del poder adquisitivo del salario, desempleo, inseguridad, corrupción en todos los niveles de los tres poderes, corrupción sindical, “anorexia educativa”, capacidad diferente (porque ya no es correcto ni bien visto hablar de discapacidad) agropecuaria. Quizá piensen resistirse a hacerlo, argumentando que lo indicado será el voto blanco. Lo malo es que de acuerdo con las reglas, un voto blanco, en la actualidad, es un voto que anularán los que realicen el cómputo en las casillas. Por eso, insisto, el voto útil es la opción.