Opinión
Ver día anteriorDomingo 15 de abril de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
El Ben Bella revolucionario que conocí
A

hmed Ben Bella acaba de morir a los 96 años, 21 de los cuales los pasó encarcelado por los colonialistas franceses (seis) y después por la burocracia estatal argelina (15). Nació en 1916 en una familia de campesinos marroquíes muy pobres. Durante la guerra contra el nazifascismo combatió como sargento en el regimiento de Tiradores Marroquíes de las Fuerzas Francesas Libres y el general Charles de Gaulle lo condecoró personalmente con la Medalla Militar (ya tenía la Cruz de Guerra) por su valor en la batalla de Montecassino, en la que las tropas coloniales de Francia, los polacos y brasileños tuvieron a su cargo el ataque de infantería contra el inexpugnable monasterio defendido por tropas de elite alemanas que los estadunidenses y británicos sólo se animaban a bombardear.

El fin de la guerra marcó el comienzo de la lucha por la liberación de Argelia y Ben Bella fue el confundador del Frente de Liberación Nacional Argelino (FLNA) y su jefe militar. En un acto de piratería áerea sin precedente, la aviación militar francesa interceptó en el espacio aéreo internacional el avión marroquí en que viajaba con otros tres dirigentes y mantuvo a Ben Bella preso en Francia desde 1956 hasta 1962, cuando salió de la cárcel para ocupar la presidencia de su país.

En esos años la Cuarta Internacional trotskista, cuyo secretario era el griego nacido en Alejandría, Egipto, Michalis Raptis, Pablo, ayudó activamente a la revolución argelina y tanto Pablo como el holandés Sal Santen fueron presos por organizar la falsificación de documentos y dinero, y abastecer de armas a los argelinos. Pero la resistencia antinazi todavía estaba fresca en los recuerdos y muchos estadistas habían utilizado o fabricado documentos falsos y ocultado armas, de modo que ambos revolucionarios estuvieron presos sólo año y medio.

Como parte de esa colaboración con el FLNA, el partido argentino –del cual yo era uno de los dirigentes– envió tres militantes torneros-ajustadores a Argelia, donde durante años fabricaron clandestinamente armas para combatir contra los ocupantes franceses. En Argentina organizamos igualmente un Comité de Solidaridad con la Revolución Argelina con la Juventud Socialista, nuestro partido y varios centros estudiantiles. Ese comité –que yo presidía– trajo a Argentina en 1958 y recibió (no sin tener que vencer físicamente una batalla en el aeropuerto con los franceses reaccionarios) una delegación del Gobierno Provisional de la República Argelina, presidida por Youssef Ben Kheda.

Obtenida la independencia, tras una guerra que duró desde 1954 hasta 1962 y que costó a Argelia más de un millón de muertos (sobre 11 millones de habitantes), Ahmed Ben Bella fue nombrado presidente, a pesar de la oposición del ala moderada de su partido (Ferhat Abbas, el actual presidente Bouteflika, el bereber Ait Ahmed). Asesorado por Pablo, se lanzó de inmediato a construir una república socialista autogestionaria. Nacionalizó bajo autogestión de sus trabajadores las tierras que habían sido de los colonos franceses, al igual que las industrias y el petróleo, instauró la enseñanza obligatoria en árabe y la asistencia sanitaria gratuita, ayudó a todas las rebeliones en el mundo colonial (Mandela, por ejemplo, se entrenó militarmente en Argelia), recibió al Che y le dio apoyo militar para su lucha en el Congo, reconoció a China, Cuba, la Unión Soviética, hizo acuerdos con Nasser, propuso enviar 100 mil soldados para combatir con los palestinos contra Israel. Todo eso provocó una fuerte resistencia del aparato burocrático estatal, la cual llevó en 1965 a un golpe que instauró como presidente, con el apoyo de Moscú, al coronel Huari Boumedienne, quien encarceló a Ben Bella desde 1965 hasta 1980.

Una vez liberado, éste se vio obligado a exiliarse en Francia y, por último, la persecución policial lo forzó a huir a Ginebra. En París publicó una revista mensual que después de cada número era clausurada por la policía francesa y reaparecía cambiando de nombre y de director. El animador del grupo que editaba esa revista de nombre siempre provisorio era Gilbert Marquis, un revolucionario francés de la tendencia dirigida por Pablo, el cual se apoyaba en otros miembros de la misma, como el argentino Hugo Moreno. Por mi parte, colaboré con seudónimos árabes en por lo menos seis números de esa revista siempre única pero de nombres múltiples y tuve oportunidad de reunirme algunas veces con Ben Bella para conversar y discutir con él o para hacerle una entrevista, como una que publiqué en 1981 en el Unomásuno de México y en revistas italianas.

Ben Bella creía que el islam es compatible con el socialismo, pues en su opinión aquél no sólo se opone a la usura y al cobro de intereses sino que también combatiría la desigualdad social. No tenía una formación teórica socialista, como Mohamed Harbi, que había sido dirigente del FLNA en Francia y es el gran historiador de esa organización, pero quería combatir la pobreza, la ignorancia, la desigualdad, la opresión allí donde se presentasen. Era un hombre amable, sencillo y sensible, pero no una persona capaz de crear un partido, aunque, como ex conspirador y ex sargento, había creado en 1954 una organización militar de combate, porque ésta requiere sobre todo lealtad, disciplina y obediencia al mando. En el exilio, en cambio, la escasa definición de las ideas permitía que en su entorno abundasen los oportunistas y los informadores de la policía francesa, del gobierno argelino o de otros servicios.

Si en el exterior, con la ayuda de Pablo y de Marquis, pudo por lo menos mantener una publicación política, una vez retornado a Argelia quedó condenado a la impotencia. El gobierno de los enterradores de la revolución argelina, como Bouteflika, y de los constructores de una clase burocrático-burguesa neocolonial, canceló incluso el nombre de Ben Bella de la enseñanza, Pero no lo podrá borrar de la historia.