Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 15 de abril de 2012 Num: 893

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Tres días en bagdad
Ana Luisa Valdés

Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova

Todos los hijos son poesía
Ricardo Venegas entrevista
con Rocato Bablot

De la saga chiapaneca
de Eraclio Zepeda

Marco Antonio Campos

Habermas y la crítica
de clases

Agustín Ramos

Una mujer de la tierra
Dimas Lidio Pitty

El alma rusa en Latinoamérica: breve historia de una seducción
Jorge Bustamante García

Poema del pensamiento
Andréi Platónov

Platónov, fundamental
y desconocido

Cabrera Infante y el cine
Raúl Olvera Mijares

Columnas:
Galería
Rodolfo Alonso

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Perfiles
Miguel Ángel Muñoz

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Alonso Arreola
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El 30-30 de ¡Qué Payasos!

Suena normal en nuestros días: una banda de rock “para niños y no tan niños” –como reza su eslogan– liderada por dos simpáticos personajes de cara pintada: Beto Batuca y Nacho Mostacho. Los ¡Qué Payasos! Y suena normal, aunque sigue sin ser común, porque hoy es posible ver de todo en internet y porque México rebosa de conciertos infantiles este mes (algunas ciudades, es cierto, pues otras viven tristemente sitiadas), pero sobre todo porque la música de hoy se intercambia, fluye y diversifica en poligámicos laberintos otrora impensables. Sin embargo, no siempre fue así.

Pensando en los años ochenta, cuesta trabajo imaginar el momento en que estos músicos dijeron: “hagamos algo distinto para los niños”.  En aquel tiempo aún se hallaban cerca las prohibiciones al rock y no teníamos conciertos internacionales. Apenas nacía MTV (el que ofrecía música, no estupideces) y el país seguía sumido en la dictadura perfecta. El poder de los medios de comunicación vivía un clímax de control e influencia. Dicho de otra manera: apenas gateaban quienes actualmente activan al país con Metallica en su Ipod. Ellos le deben mucho, sabiéndolo o no, al arte de bandas como ¡Qué Payasos!; arte heroico, primero, por durar tantos años y, luego, por participar activamente en un cambio cultural que dio frutos brindando una sólida alternativa frente a lo que muchos se han empeñado en instaurar, promover y etiquetar como “música para niños”, ergo: para tontos.

Dejando aparte a personas como el mastuerzo Chabelo, quien en algún momento de su vida hizo cosas notables, como Mario Iván Martinez y Luis Pescetti; a proyectos como Plaza Sésamo o la barra infantil de Canal 11, más algunos programas de radio e instituciones como la OFUNAM con sus conciertos El niño y la música; aparte de estos y otros casos contados –casi todos más jóvenes que los ¡Qué Payasos–, lo que Televisa y TVAzteca han inyectado en la mente niña de tantas generaciones y que hoy insiste con renovados bríos (Pequeños gigantes), es una aberración. Claro, no soslayamos que en algunos momentos intentaron cosas distintas y que los propios ¡Qué Payasos! participaron de ello, pero fue algo pasajero que no ha vuelto a repetirse.

En fin. Es por esto que la noticia del próximo concierto de ¡Qué Payasos! celebrando su trigésimo aniversario, a llevarse a cabo en el Plaza Condesa el día 30 de abril, resulta pretexto ideal no sólo para esbozar otra sonrisa cómplice, sino para re-al-men-te-ir-los-a-ver, pues muchos los halagamos sin hacer eco en vivo a causa de no tener un condimento que parece esencial: hijos. Empero, de verdad es una experiencia que vale para todo melómano que pueda acompañar a su ser interno y, así, no quedarse solo, pues de todas formas y como dicen Batuca y Mostacho: “Si el niño que lleva dentro se le echó a correr, no lo regañe, seguramente está en una función de ¡Qué Payasos!” Además, la oportunidad será doble, pues abriendo el show sonará Bandula, otra excelente banda dedicada a la infancia, pero con sabor latino.

En resumen, y para situar a los lectores que no saben o recuerdan la trayectoria de ¡Qué Payasos!, diremos que han tocado en muchísimos foros de México, destacando la Sala Ollin Yoliztli, la Miguel Covarrubias, el Palacio de Bellas Artes, el Palacio de los Deportes, la Plaza México, el Velódromo y el Centro Nacional de las Artes. ¡Quién puede sumar semejantes escenarios en su haber! Lo mejor es que antes, mucho antes, también sonaron en Rockotitlán, Hard Rock Live, L. U. C. C. y demás espacios míticos del rock mexicano, tendiendo extraños y prolíficos puentes entre géneros y generaciones. De ahí que su influencia haya sido decisiva en grupos posteriores, como Patita de Perro y Yucatán a Go Go.

Los discos editados que se reconocen en su página son: dos homónimos (¡Qué Payasos!), uno de 1987 y otro de 1989 (el segundo una suerte de relanzamiento por bmg Ariola); otro de 1994: Portada para colorear; uno más de 2001: Quién dijo que los payasos son sólo para niños; otro de 2006, De todo corazón, y el último de 2008: Se pintan solos, que trae temas como “¡Stop al fin!”,  “Un gato”  y  “Los guaruras”.  Finalmente, para sus presentaciones en vivo Beto y Nacho suelen acompañarse por Daniel Loyo en el bajo, Ewell Borrero en la guitarra, Miguel Sabath en la batería, Alejandro Villanueva en las percusiones y María Emilia Martínez en los coros. Seguramente tendrán invitados especiales, pues tres décadas no cualquiera las cumple y, además, no imaginamos quien les diga “no”. Felicidades pues a ¡Qué Payasos! por ser tan humildes y efectivos en eso que llaman “trabajar la risa”. Compleja, importante labor de vida.