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Todo indica que habrá segunda vuelta en mayo; sondeos prevén una victoria del socialista

Ambiente combativo en París con los mítines de Sarkozy y Hollande, favoritos a la presidencia

El discurso del actual gobernante francés, sobre economía; su contrincante pugna por la igualdad

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Nicolas Sarkozy, presidente de Francia en busca de la relección, ayer en un mitin celebrado en la Plaza de la Concordia, en París. A la derecha, su rival más fuerte en las encuestas, Francois Hollande, del Partido Socialista, ante simpatizantes en la explanada del castillo de VincennesFoto Xinhua y Ap
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 16 de abril de 2012, p. 26

París, 15 de abril. Hacía frío en Francia. En los tianguis del domingo, en Burdeos y pueblos aledaños, los militantes de los partidos, envueltos en chamarras y bufandas, distribuían sus volantes en medio de cierta indiferencia y reserva.

En cambio en París y, más aún, en la cercana Vincennes, el ambiente, a pesar de las nubes negras y del viento, se sentía más ardiente y combativo. Apenas terminado el maratón de París se abrieron los dos grandes mítines, con sabor a segunda vuelta. Con Francois Hollande, del Partido Socialista en la explanada del castillo de Vincennes. Con Nicolas Sarkozy, el presidente que busca la relección, en la Plaza de la Concordia. Un lugar emblemático para la derecha francesa donde, en 1944, el París liberado recibió al general De Gaulle y donde este último organizó, en 1968, la manifestación de la mayoría silenciosa, donde también, en 1995, Jacques Chirac festejó su victoria y Sarkozy hizo lo propio en 2007. Dos mítines al aire libre, como si Jean-Luc Mélenchon que, de la Plaza de la Bastilla al Capitolio en Toulouse y la playa del Prado en Marsella, les hubiera recordado la importancia del ágora en la Grecia antigua, aquel lugar de las instituciones democráticas y de la vida social.

Sarkozy y Hollande son los favoritos de la elección del domingo para quedarse en el primer y segundo lugares, y enfrentarse el próximo 6 de mayo en segunda vuelta. El reto de las concentraciones de ayer era, para el primero, volver a animar la esperanza de la victoria, golpeada por los sondeos que ven a Francois Hollande victorioso en la segunda vuelta con 55 por ciento de los votos contra 45 por ciento. Lo más preocupante para Sarkozy es que tiene poca reserva de votos. Los representantes de corrientes más centristas, como los ex ministros Dominique de Villepin, Jean-Louis Borloo o Hervé Morin, que pensaron un tiempo presentarse, terminaron por desistir. Sólo podrá contar con una parte indefinida del electorado de Marine Le Pen (extrema derecha) y de Francois Bayrou (centro).

En el discurso de Sarkozy, pocos temas nuevos. Quizás el más relevante sea la alusión al papel del Banco Central Europeo (BCE). Si Europa no quiere quedarse fuera de la economía mundial, tiene que reanudar con el crecimiento, dijo, lamentando los límites que le puso el tratado de Maastricht –que apoyó– e intentando así contrarrestar el proyecto de Hollande de renegociar el tratado de disciplina presupuestal, firmado en marzo pasado por 25 países europeos, y añadirle un párrafo sobre el crecimiento.

Para Hollande, en un mitin fiestero y musical con ambiente de kermés popular, el objetivo era evitar dar a pensar que todo estaba ya escrito y que la victoria era ineludible. El recuerdo de 2002 sigue siendo omnipresente en las mentes (el socialista Lionel Jospin quedó afuera, dejando el segundo lugar a Jean-Marie Le Pen del Frente Nacional). Hollande tiene reservas de votos.

Además de su base tradicional y del voto anti Sarkozy, en la segunda vuelta, la disciplina republicana le dará la mayor parte de los votos de Jean-Luc Mélenchon (Frente de Izquierda), pero también de la ecologista Eva Joly; algunos, aunque pocos, de los candidatos trotskistas Nathalie Arthaud (Lucha Obrera) y Philippe Poutou (Nuevo Partido Anticapitalista), y de los centristas. Pero el peso de sus propios votos será de gran importancia en el rumbo, izquierdista o liberal, que tomará el probable nuevo presidente. Por eso insistió en los dos temas mayores de su programa: la reforma fiscal y la prioridad que dará a la educación pública y a la formación y empleo de los jóvenes.

Durante los últimos cinco años, Sarkozy ha despedazado el Estado francés al reducir el número de los trabajadores del Estado, maestros, profesores, ferrocarrileros, personal de salud y justicia, incluso ejército y policía, golpeando todos los sectores vinculados al bienestar social y a los bienes comunes. Y promete seguir con el objetivo de terminar con cero Estado, con una flexibilización total del empleo para, finalmente, poder privatizarlo todo. En su discurso, señaló que no quería una Francia nivelada, igualitarista, que le daría la espalda al talento porque le tendría miedo. Contrastando con el discurso de Hollande, que afirma: el reto es la igualdad, el alma de la república.

La última semana de la campaña puede reservar nuevas sorpresas. Hoy se ha de lanzar, desde Alemania, un nuevo producto financiero de especulación contra la deuda francesa, probablemente autorizado por el gobierno actual. Un escándalo que puede desestabilizar el país a unos días de la elección.