Opinión
Ver día anteriorMartes 17 de abril de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Melón

Machito y Leonardo Acosta

Foto
Imagen tomada de Internet de Machito (con maracas) y un grupo de músicos de la época
S

i a usted, mi querido asere, le gusta leer y es aficionado a la música cubana, no dude en comprar libros de Alejo Carpentier, Fernando Ortiz, María Teresa Linares y Lino Betancourt. Con el presentimiento de que se me olvida algún otro, quiero platicarle –antes de que llegue el alka-seltzer– del señor Leonardo Acosta, de quien soy admirador y he leído varios de sus libros, los cuales me parece no tienen desperdicio, por eso los recomiendo. Aquí, un título que a los jóvenes les llamará la atención, Del tambor al sintetizador, pero puedo asegurarle, mi enkobio, que lo que lleve la firma de él es bueno.

Este señor de todos mis respetos, a quien no tengo el gusto de conocer, es músico que en un tiempo perteneció a la tribu de Benny Moré, así que ya dije, el que sabe, sabe. Si usted quiere empezar a medirle el agua a los camotes y sabe llegarle a la Internet, le dejo la siguiente dirección: salsaman.freeyellow.com/machito.html, para que se dé cuenta de cómo escribe y cuánto podemos aprender con este señor. Espero que los sabios se bajen de su nube y dejen de querer dormir al velador. Asimismo, que se den una vuelta por Motolinia y visiten a mi amigo Miguel, que tiene a la venta grabaciones de un figurón llamado Machito.

Antes de garabatear me puse a leer algo que escribió Leonardo Acosta titulado Machito: padre del jazz latino y la salsa. Aquí copio algo, con lo que compruebo que no es lo mismo la gimnasia que la magnesia de que hacen gala dos personajes a los que tengo parados en el caracol del ombligo y de quienes no diré el nombre para no balconearlos, pero le advierto, monina, que hay más que también dejaré en el anonimato.

Machito murió en Londres en 1984. Durante más de 40 años dirigió su banda, Machito y sus Afrocubanos, y dicen los críticos estadunidenses y europeos, como Marshall Stearns o Joachim E. Berendt, que lo consideran el Count Basie de la música afrolatina. El finlandés Pertti Luhtala dice sin reservas: Machito es el verdadero padre tanto del jazz latino como de la salsa.

Estoy consciente de que cada generación tiene sus gustos, su moda, su música, etcétera, pero este servidor ha sido testigo de conversaciones de jovencitos y neófitos que piensan que esta música empezó cuando ellos se interesaron en ella. Craso error. Esta música de mis amores ha evolucionado, como dijo Arsenio Rodríguez, de manera espantosa. No es crítica de mala leche, pero ya es tiempo de que se bajen de la nube antes de que les pase lo que a Cornelio Reyna. Me refiero a los sabios que tanto mal han hecho al talento nacional. Sólo recuerden: al que obra mal... etcétera.

De mi cosecha, aquí van algunos nombres que colaboraron con Machito: en primer término, Mario Bauzá, su cuñado y director musical de la orquesta, así como René Hernández, arreglista y pianista. Ahora, mi enkobio, le voy a contar cómo estuve en un baile que fue un sueño. Creo que ya le platiqué que Fabrizio, el roquero, fue el que nos obligó a Lobo y Melón a olvidarnos del dinero y a aceptar el ultimátum de Chico Sesma, al saber que compartiríamos tarima con Machito, Tito Puente y Eddie Cano. Creo que un cubano diría ¡qué cosa más grande, caballero! Seguro estoy de que habrá gente que diga que estoy soñando, pero hay testigos y como he dicho en otras ocasiones, ya no se puede mentir. Además, en lo que menos pienso es en presumir. Relato lo que he vivido y esto fue el principio, como dijo, no sé quién: caminante, no hay camino, se hace camino al andar.

Durante mucho tiempo estuvimos negociando y no lográbamos llegar a un acuerdo. Chico Sesma mandó un ultimátum a la oficina del Güero Gil, y Fabrizio se encargó de hacérnoslo llegar. Al escuchar nuestra negativa sólo dijo: Ustedes se lo pierden. Iban a alternar con Machito y Tito Puente. Al unísono respondimos: Saca el contrato y el anticipo. Salimos un sábado; el baile fue al día siguiente, domingo, y regresamos el martes. Chico y los Solorio, que se encargaban de la oficina de la RCA Víctor en Los Ángeles, nos llevaron a Pomona para oír a Tito Puente. Machito tocaba en Oakland y Graciela, su hermana, contó a Marcos Salazar y Dionisio Sánchez lo que tuvieron que hacer para llegar a tiempo a my from (así le digo a Los Ángeles).

Ese baile está en mis más caros recuerdos, y con cariño me vienen a la memoria, por supuesto, Mario Bauzá; René Hernández; Chocolate Armenteros; Rafael Chaparro, trompetista venezolano, y Graciela. Lamento no recordar los nombres de todos quienes formaban esa maravillosa orquesta. De la otra sinfónica –eso fue lo que me parecieron–, recuerdo a Mr. Bridge, Santos Colón, Jimmy Frizaura, Puchi Boulong, Chuky Pérez, Bobby Rodríguez, y como cosa extraordinaria la manera en que terminamos el baile: Machito, Tito Puente, Lobo y Melón con su grupo, en una descarga de campanillas. Lugar de los hechos: el Hollywood Palladium en 1961, pero como decía Raúl Velasco, ¡aún hay más!