Editorial
Ver día anteriorJueves 19 de abril de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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EU: obscenidad y debacle moral
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as imágenes dadas a conocer ayer por el rotativo Los Angeles Times, en las cuales se ve a soldados estadunidenses que posan con los cadáveres de presuntos insurgentes afganos, provocaron el rechazo y la condena de la opinión pública internacional. El propio Pentágono –que previamente había pedido al diario angelino no publicar las fotografías, según señalaron sus editores– se apresuró a condenar los documentos gráficos; ofreció, en voz del secretario de Defensa estadunidense, Leon Panetta, una disculpa y dijo que no representan el profesionalismo de la gran mayoría de los efectivos de Estados Unidos que sirven en Afganistán. Por su parte, el jefe de la fuerza ocupante en el país centroasiático, John Allen, y el embajador estadunidense en Kabul, Ryan Crocker, condenaron el comportamiento de los militares que aparecen en las imágenes –incompatible con los valores de la misión– y anunciaron que colaborarán plenamente con el gobierno afgano para esclarecer los hechos y sancionar a los responsables.

Más allá de las condenas y de los anuncios de pesquisas correspondientes por las fotografías, la difusión de éstas equivale a la repetición del ritual realizado por el gobierno estadunidense en julio de 2003 con la exhibición de los cadáveres de los hijos de Saddam Hussein, asesinados por tropas ocupantes en Irak; en octubre del año pasado, con la publicación de imágenes del cuerpo de Muammar Kadafi, muerto en el contexto de la revuelta alentada por Washington y Bruselas en Libia, y a principios de este año, con la salida a la luz pública de un video que mostraba a militares estadunidenses orinando sobre los cuerpos sin vida de supuestos talibanes afganos.

La obscena exhibición, a escala planetaria, de los cadáveres de quienes son considerados enemigos de Washington no sólo contraviene los más elementales principios de humanidad y de respeto al prójimo y es una expresión de vulgaridad, bajeza y mal gusto: según puede verse, las aventuras bélicas iniciadas hace 11 y nueve años en Afganistán e Irak, respectivamente, no sólo se han saldado con derrotas de Washington en el terreno militar y con el asesinato, a manos de Estados Unidos y sus aliados, de decenas o centenares de miles de afganos e iraquíes, tanto combatientes como civiles inermes, sino también han redundado en una debacle moral y humanitaria del país que se reclama paladín de la civilidad, la democracia y la defensa de los derechos humanos en el mundo.

Por otra parte, el caso comentado se inscribe en una cadena de escándalos y crímenes recientes protagonizados por las fuerzas estadunidense ocupantes del territorio afgano: los ya referidos videos de enero pasado, la quema de ejemplares del Corán por las tropas invasoras, un mes después, y la masacre de civiles perpetrada por un soldado estadunidense en la provincia de Kandahar, en marzo. Resulta arduo desvincular ese conjunto de agravios renovados del recrudecimiento de la violencia y la barbarie en la nación centroasiática, expresada en ataques como los lanzados el pasado domingo en barrios céntricos de Kabul, que produjeron una cincuentena de muertos.

Ante tal perspectiva, las disculpas ofrecidas por Panetta no bastan: es necesario que Washington ponga fin cuanto antes a la presencia militar de sus tropas en la nación centroasiática, esclarezca episodios de agravio como los que se comentan y castigue a los responsables. De lo contrario, estará alimentando, así sea por omisión, la proliferación de un encono antiestadunidense como el que se expresó en los atentados del 11 de septiembre de 2001.