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A la mitad del foro

Montar al tigre

M

añana habrá guardia de honor en el Monumento de la Revolución; se conmemora el natalicio de Lázaro Cárdenas Del Río. General de América, dijo Pablo Neruda. Y la prensa internacional refleja el sobresalto por la detención de tres generales por presuntos vínculos con el narcotráfico. Golpe histórico al Ejército Mexicano, dice El País en su primera plana de ayer: ...un duro golpe para la institución militar. Golpe en el silencio del arraigo, con la inusitada aclaración de la Procuraduría General de la República (PGR): Su detención (del divisionario en retiro Tomás Ángeles Dauahare y del brigadier Roberto Dawe González) carece de connotación política o de relación alguna con las campañas en curso o los candidatos en contienda.

Duro golpe a la institución, anticipo de tiempos sombríos para la República. El general Ángeles fue subsecretario de la Defensa; director del H. Colegio Militar; agregado a la embajada de México en Washington; tuvo a su cargo la sección Quinta, la inteligencia militar. Tuvo y tiene prestigio entre sus compañeros de armas y en el mundo académico y de la política. La que se ocupa de la cosa pública, no del trasiego de influencias, la empleomanía y el cambio de chaquetas que hoy es fiesta travesti en el pluralismo empeñado en ser híbrido de la unanimidad. Ya intervienen las comisiones de derechos humanos; en el turbio mundo de los arraigos, el abogado defensor del general Ángeles no tiene acceso a su cliente, ni ha sido reconocido como defensor por el Ministerio Público.

Ahí está la insólita aclaración de la PGR. Sin connotación política alguna. Pero el general Ángeles participó hace unos días en acto político organizado por la Fundación Colosio. El general retirado dijo ahí que no tenemos un apropiado marco de referencia sobre seguridad nacional. No tenemos una base de partida. Creo que habría que empezar por ahí. De la guerra contra el crimen organizado se trata, de la que Felipe Calderón decidió dejar de llamar guerra cuando la voz de la calle hablaba de la guerra de Calderón. En pleno proceso electoral, Felipe Calderón reivindica su estrategia, reclama a sus críticos no ofrecer alternativa válida alguna; mantiene en alto los fascios guerreros y marcha rumbo al juicio favorable de la historia. Pero la institución militar ha recibido un duro golpe. Y la policía, cuyo mando recibe apoyo irrestricto, espera se confirmen las acusaciones de los testigos protegidos.

Si no es guerra, es un combate al crimen organizado con más de 60 mil muertos y más de 150 mil desaparecidos. Habría que retomar lo dicho por Cuauhtémoc Cárdenas, lo irrebatible, lo incontestable: la seguridad pública debe estar a cargo de la autoridad civil. O de plano darle la razón al viejo Tigre Clemenceau: La guerra es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los generales. O aceptar la marcha al son del tambor de Felipillo santo, asomarnos al abismo y dar un paso adelante. Hoy que China recibe atención de nuestros empresarios de la globalidad, tendrían que recordar la dura frase de Mao Tse-Tung: El poder está atrás de la mira de un fusil. O el viejo adagio chino: Quienes pretenden montar al tigre, acaban dentro de él. Afuera, entre los mexicanos del común, no queda sino la esperanza en que se imponga el imperio de la ley.

Los empeñados en el combate electoral, guerra de lodo y no de flores, de agravios y no de ideas, ajustan su paso al ritmo que marcan los de arriba, los del dinero, los de la clerigalla, los del poder fáctico entre cuyos respectivos faldones buscan alivio los tres que aspiran a recibir el mandato del voto para ver depositada en su persona el Supremo Poder Ejecutivo de la Unión. Me hubiera gustado añadir aquí la definición constitucional de nuestra república federal democrática y laica. Pero los tres que aspiran y el ecologista en busca de refrendar el registro del partido que lo postula, acudieron a la misa papal, a la celebración de un acto religioso bajo la sombra del Cerro del Cubilete. Nada menos. Y ya con sus escapularios de Cristo Rey, uno tras otro atendieron al llamado de los obispos. La comunión de los jerarcas; el silencio ante los miles de jovencitas muertas al parir, en abortos clandestinos; de las muertes de recién nacidos; de los asesinatos y suicidios de adolescentes.

Ya no hay quien no crea en la república del amor. Abrazos y no balazos. Los cuatro jinetes de la apocalíptica sucesión presidencial galoparon rumbo a Acapulco. Donde los secretarios de Hacienda eran enviados por el Presidente de turno a informar a los señores del dinero sobre el estado que guardaban los asuntos de la cosa pública durante el cesarismo sexenal. Hoy va el Presidente mismo. Cosas de la democracia sin adjetivos. Y en el ágora electrónica, en las redes sociales de todos tan temidas, se reproduce el mensaje: Los banqueros también votan. ¡Ah! Josefina Vázquez Mota recibió una larga ovación de los banqueros y sus señoras. Enrique Peña Nieto les dijo que el crecimiento del PIB en México es el peor de América Latina, pero reconoció la virtud de la estabilidad macroeconómica, fruto de la autonomía del Banco de México. López Obrador, el de la intemperancia tropical, olvidó el Fobaproa y la extranjerización de la banca, para proponer a los banqueros trabajar en conjunto: Todos tengan confianza de que vamos a actuar de manera responsable.

Todos, porque los banqueros también votan. Y si no lo creen, pregunten a los griegos de abajo, los del Demos que subían al ágora en tiempos de Pericles y hoy pagan las cuentas de la austeridad, mientras los partidos de la coalición hegemónica se desploman, y la extrema izquierda y el neonazismo no logran formar gobierno. A votar de nuevo. Frau Angela Merkel les da trato de súbditos y demanda un referéndum sobre su permanencia en el sistema euro de la moneda única. En Grecia, España, Portugal, Italia, la banca siempre gana. Es el capitalismo financiero; es la economía de casino.

México goza de estabilidad macroeconómica; tenemos tantas reservas de divisas que la mitad de ellas bastaría para pagar la deuda externa, dice Felipe Calderón. Y nadie cuestionó lo dicho, ni los banqueros que envían sus utilidades al extranjero, ni los aspirantes a despachar en Los Pinos. Nadie preguntó a cuánto asciende la deuda externa, cuánto ha aumentado en los once años y medio de austeridad fiscal y guerra contra el crimen organizado; libres del autoritarismo del priato tardío, aunque no del miedo a su retorno, pesadilla de una política de vueltas a la noria, de alternancia en lugar de cambio de régimen. Esa deuda sí creció. Como la pobreza de la que se acordó Enrique Peña cuando dejó a los banqueros y fue a un mitin de esos en los que literalmente se da un baño de pueblo.

Nada que reprochar a Andrés Manuel López Obrador. El amor, el corazón, tiene razones que la razón no entiende. El de Macuspana redescubrió las juventudes estudiantiles. Son más de tres millones los jóvenes que votarán por primera vez el primero de julio; y más de 17 millones votarán por primera ocasión en una elección presidencial. Pero Jesús Zambrano pide el voto útil a los panistas. Ah, si Morena, el PT, el PRD y el Movimiento de Dante fueran de izquierda. Y también los jóvenes movilizados por la violencia, el miedo, la falta de oportunidades, no importaría el voto de los banqueros.

Aunque ahí queda la inquietante amenaza de los golpes a las instituciones, al Ejército Mexicano; al Ejército de la Revolución Mexicana. Todavía. Y con esos truenos, ¿quién duerme?