Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 20 de mayo de 2012 Num: 898

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Huir del futuro
Vilma Fuentes

Palabras para recordar a Guillermo Fernández
Marco Antonio Campos

Nostalgia por el entusiasmo
José María Espinasa

Cali, la salsa y
otros placeres

Fabrizio Lorusso

John Cheever: un neoyorquino de todas partes
Leandro Arellano

Reunión
John Cheever

Carlos Fuentes en la
última batalla

Antonio Valle

Carlos Fuentes,
los libros y la fortuna

Luis Tovar

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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Matanza maya en Guatemala

Raśl Olvera Mijares


Paraíso en cenizas. Una odisea de valentía, terror
y esperanza en Guatemala,

Beatriz Manz,
FCE,
México, 2011.

Cuando uno se topa con la palabra genocidio piensa de inmediato en la shoah de los hebreos bajo el régimen nazi, o más modernamente en Corea bajo la política de Scorched Earth, aunque todas estas referencias son más bien distantes. Cuando uno se entera de que, entre 1981 y 1983, 200 mil víctimas, casi todas ellas de origen maya y lengua k’iche, cayeron durante la política de tierra arrasada bajo las balas de las fuerzas armadas de Guatemala, asesoradas por el gobierno estadunidense, es difícil hallarse en posición de apreciar la magnitud de la masacre que sumó más muertes que todos los perseguidos juntos en Chile, Nicaragua, El Salvador, Bolivia y Argentina. Después del pueblo azteca, es el pueblo maya el que signa con más expresión y riqueza la historia de México. No es raro que en la década de los ochenta se haya brindado asilo a más de 150 mil perseguidos guatemaltecos en los estados mexicanos de Chiapas y Quintana Roo.

Esta obra, realizada por la chilena de origen germano Beatriz Manz, exhibe el cuidadoso recuento de treinta años de investigación, comenzada en el altiplano de Guatemala y continuada en el Ixcán, una zona selvática no lejos de la frontera mexicano-lacandona. ¿Cómo es que un grupo de familias k’iche del altiplano terminó a 240 km de su lugar de origen, en un nicho completamente extraño y hostil? Su viaje a pie a través de bosques, cañadas y junglas, las parcelas en la selva donde se asentaron, el conato de exterminio del que fueron objeto, al que algunas de esas familias escaparon ocultándose durante semanas entre la maleza, su exilio en el vecino estado de Chiapas, su traslado posterior a los campos de refugiados masivos en Quintana Roo, su organización para el regreso a la patria y su lucha por denunciar los abusos de que fueron víctimas y para acusar a los altos mandos militares responsables, es lo que narra este trabajo etnográfico y humano.

La conclusión de la autora es escueta y algo desalentadora. La situación actual de pobreza, con la consabida desnutrición y exposición a enfermedades tropicales endémicas, es muy semejante a la que ella constató en los inicios de sus viajes a aquel vecino país durante los años setenta. Guatemala, para aquellos mexicanos que nunca han estado ahí, puede sonar casi tan remoto como Irak, Afganistán o Libia, pero está ahí, esperando a la vuelta de la esquina, son nuestros semejantes más cercanos. El agotamiento severo de los recursos naturales de la selva, el suelo empobrecido que cada día produce menos, la extinción masiva de especies animales y vegetales otrora abundantes en la región, la proliferación de enfermedades y el sufrimiento humano en general no deben resultar jamás ajenos. Constituyen más bien una advertencia de lo que muy pronto, de no cambiar las políticas adversas contra México procedentes del extranjero, nuestro país podría estar viviendo con esos indígenas mexicanos mayas, mixes, mixtecos, zapotecas, purépechas, otomíes y de otros grupos marginados.


Libros para leer juntos

Barbara Bonardi Valentinotti


El pastel revoltoso,
Jeanne Willis,
Ilustraciones de Korky Paul,
Editorial Oceano Travesía,
México, 2011.


Un día diferente para el señor Amos,
Philip C. Stead,
Ilustraciones de Erin E. Stead,
Editorial Océano Travesía,
México, 2011.

La literatura infantil ofrece hoy en día un sin fin de posibilidades para compartir lecturas de calidad con los niños. Entre la vasta oferta, dos libros ilustrados publicados recientemente por la editorial Océano Travesía no deben pasar desapercibidos, ya que destacan por sus textos y sus imágenes sorprendentes.

El pastel revoltoso propone una excelente traducción al castellano de un divertido cuento en rimas de Jeanne Willis, reconocida autora inglesa: “El señor Zarrapastroso comía guisos asquerosos. Su platillo favorito era un ratón relleno frito. Ollas llenas de babosas regordetas y olorosas, hamburguesas de lombriz con mocos de su nariz…” El libro comienza presentándonos un personaje original cuyos gustos culinarios peculiares lo meterán en serios problemas. Jeanne Willis aborda con mucho humor uno de los temas prohibidos que más llama la atención de los niños: con un lenguaje colorido y lúdico, cuenta una historia en la que lo repugnante y lo innombrable se convierten en fuente de hilaridad. Gracias a la imaginación desbordante del ilustrador Paul Korby, creador de la inolvidable Bruja Winny –serie publicada en español también por Océano Travesía–, los insólitos personajes cobran vida y las páginas se animan de detalles chistosos que invitan a una lectura de imágenes amena y enriquecedora. El ritmo sostenido del texto se ve reflejado en el dinamismo de las ilustraciones, que parecen querer asombrarnos a cada instante. El golpe de efecto final, lejos de espantar a los pequeños lectores, les roba una última carcajada.

Completamente distinto pero igual de imperdible, Un día diferente para el señor Amos es un libro ilustrado que sobresale por su sensibilidad y delicadeza. Amos, el protagonista, es un señor mayor que trabaja en un zoológico y quien, a pesar de sus múltiples tareas, siempre encuentra el tiempo para visitar a sus amigos: la tortuga, con quien juega a las carreras; el rinoceronte, al que le presta pañuelos porque siempre tiene catarro; el búho, a quien le lee cuentos para que no tenga miedo de la oscuridad… Hasta que un día el señor Amos despierta enfermo y se tiene que quedar en la cama. La ausencia de Amos entristece y preocupa a los animales, que toman una decisión importante. En este libro colmo de ternura, los autores hablan de empatía y de afectos; el mensaje es sutil y llega al lector por un texto sencillo que de repente calla para dejar hablar las imágenes, las cuales continúan con la narración de una historia de solidaridad entre generaciones, pero también entre amigos. Un magnífico ejemplo de cómo tocar temas esenciales sin caer en un discurso moralista y sin subordinar el aspecto literario a una voluntad pedagógica y educativa; ¡condición fundamental para hacer verdadera literatura!

A partir de los 3 o 4 años.