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El cineasta canadiense adaptó en seis días Cosmopolis, del escritor Don DeLillo

Cronenberg presentó en Cannes un filme sorpresivamente profético

Mientras grabábamos se daban sucesos descritos allí, como las manifestaciones en Wall Street, así que modifiqué muy poco para hacerla contemporánea, contó el director

La película, protagonizada por Robert Pattinson, compite en el festival internacional por la Palma de Oro

Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 26 de mayo de 2012, p. 7

Cannes, 25 de mayo. Con sólo mencionar el nombre de David Cronenberg nuestra mente evoca imágenes turbadoras que surgen de la incomparable filmografía de un realizador fundamental en el cine de las tres décadas recientes. Sin embargo, al dialogar con él se disipa toda imagen inquietante que podría aflorar de su trabajo como cineasta.

Ayer presentó en Cannes, en competencia, Cosmopolis, su adaptación de la novela homónima del escritor estadunidense Don DeLillo. El director canadiense sorprendió a todos al dar el papel de Eric Packer a Robert Pattinson, estrella de Crepúsculo, quien estos días ha cautivado la Croisette.

La trama se centra en este yupi millonario neoyorquino de 28 años, que decide recorrer la ciudad en su limusina para hacerse un corte de pelo, mientras Manhattan esta paralizada por la visita del presidente de Estados Unidos. El capitalismo está llegando a su fin, el caos se adueña de las calles y las amenazas se ciernen a su alrededor, mientras él asiste, impotente, al hundimiento de su imperio. Un descenso al infierno que lo cambiará para siempre.

Esta metamorfosis podría aplicarse al propio Pattinson, joven vampiro romántico que ofrece aquí una actuación madura, pero plana.

Increíbles diálogos

No había leído el libro, admitió Cronenberg. Fueron Paulo Branco y su hijo, Juan Paulo, quienes me sugirieron adaptarlo al cine. Conocía otras novelas de Don DeLillo, y también sabía de las grandes películas que Paulo había producido, así que pensé que valía la pena darle un vistazo. Esto es inusual para mí, ya que por lo general prefiero idear mis proyectos. Lo leí en dos días y les dije inmediatamente que contaran conmigo, explicó orgulloso de su entrega.

Croneneberg quería escribir él mismo el guión. “Sí, y lo hice en seis días, mi mejor récord. Lo que me motivó de este libro fueron precisamente sus increíbles diálogos, que aquí están transcritos intactos, palabra por palabra. La obra de DeLillo es famosa por éstos, pero los de Cosmopolis son especialmente brillantes, al igual que su estructura. El trabajo de Don muestra un excepcional poder expresivo”, explicó el cineasta, quien acotó: “Claro está que en la adaptación al cine se impregna esta fusión de sensibilidades: la del autor, en este caso DeLillo, y la mía. Es como hacer un niño, necesitas dos personas, y la película termina teniendo un poco de ambos ‘padres’”.

El libro fue escrito hace una década. Sin embargo, su contenido es muy actual. Es sorpresivamente profético. Mientras filmábamos la película, se daban sucesos que estaban descritos allí. La polémica por Rupert Murdoch y luego todo el revuelo por las manifestaciones en Wall Street. Tuve que modificar muy pocas cosas para hacer que la película sea contemporánea, admitió.

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La actriz Sarah Gadon y el director David Cronenberg llegan a la proyección de Cosmopolis, en CannesFoto Ap

En Cosmopolis hay un tema importante que el realizador no había abordado antes en su cine: el poder del dinero, la forma como éste modela el mundo. “No fue necesario realizar una gran investigación en el mundo de las finanzas. Sus agentes pueden encontrarse en cualquier parte, en televisión, en documentales, los periódicos… Nos bombardean. Ellos hacen y dicen lo que DeLillo escribió; sus patrones de comportamiento son como los de Eric Packer. Para mí, la referencia a Carlos Marx no es trivial. En el Manifiesto comunista Marx escribe acerca del modernismo, de los tiempos en los que el capitalismo habrá alcanzado tal nivel de expansión que la sociedad irá muy deprisa para la gente y donde lo impredecible reinará. ¡Lo escribió en 1848! Y eso es exactamente lo que puedes ver en esta película: el espectro del capitalismo. Suelo preguntarme qué pensaría Marx de ella, ya que muestra todas las cosas que él profetizó”, prosiguió.

Por exigencia del director, los actores pronunciaron cada línea exactamente como estaba en el guión. Así fue, afirma tajante. Puedes hacer una película que permita que los actores improvisen. Grandes directores trabajan así, pero yo tengo una perspectiva diferente. No creo que sea trabajo del actor escribir sus líneas. Sobre todo en esta película, donde los diálogos son fundamentales. Sin embargo, los actores tuvieron cierto margen de libertad, pues podían escoger el tono y el ritmo. Esto fue particularmente interesante para Robert Pattinson, ya que muchos personajes, encarnados por diferentes actores aparecían en su limosina, haciendo que él actuara diferente dependiendo del actor que se encontrara en frente suyo.

Difícil papel

El realizador admite que el de Pattinson es un papel difícil, pues aparece en cada toma. Es un personaje que ha hecho de la limosina su mundo, del cual es prisionero. Es un ambiente claustrofóbico, donde vive aislado y protegido.

“Estar dentro de la limosina es como estarlo en la cabeza de Eric Packer. Nos costó pensar en los interiores del auto, que luce como cualquier limosina por fuera. El tipo de trono en el que se sienta no es precisamente plausible, pero personifica el balance de poder, la predeterminada relación entre el amo del mundo y sus invitados.

“La elección de un actor es un tema de intuición, no hay reglas o instrucciones al respecto. Cuando vi a Pattinson en la saga de Crepúsculo me pareció interesante, aunque estuviera encasillado en un estilo particular. También vi Little Ashes y Remember me, y me convencí de que era perfecto para interpretar al protagonista”, concluyó Cronenberg.