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65 Festival Internacional de Cannes

Atrapados en la inercia
C

annes, 25 de mayo. En vano han sido las esperanzas de que la teoría del autor viniera a redimir lo alicaído del último tramo de la competencia. El canadiense David Cronenberg ha sido un autor con altibajos en su filmografía, pero nada nos preparaba para la decepción de Cosmopolis, película chata y aburrida, adjetivos que nunca pensaríamos se aplicarían a ese autor.

La premisa era incluso promisoria: en un ambiente apocalíptico, un genio de las finanzas (Robert Pattinson), decide atravesar en su ostentosa limusina una caótica Manhattan con el único fin de cortarse el pelo. En el camino, el joven entablará diálogos cerebrales con diversos pasajeros sobre el estado de las cosas. Adaptada de la novela de Don DeLillo por el propio Cronenberg, el viaje carece de elementos cinematográficos que distraigan sobre el carácter verborreico y sofocante de la narrativa. Ni excelentes actores, como Juliette Binoche, Matthieu Amalric o Paul Giamatti, consiguen dar vida a sus breves escenas.

Lo confirmado, en cambio, es que Pattinson es un caso perdido, desprovisto de presencia escénica y talento; estamos ante ese raro fenómeno, el único actor británico en vida realmente nulo. (Las jovencitas del mundo han enloquecido con él a partir de la serie Crepúsculo… pero debe tratarse de alguna deficiencia glandular.)

El cineasta ucraniano Sergei Loznitsa fue una de las revelaciones en el festival del 2010 con su Mi alegría, impredecible road movie por la Rusia profunda, alimentada por una visión corrosiva y despiadada. Ninguna de esas cualidades se repite en V Tumane (En la niebla), drama bélico situado en la Bielorrusia de 1942, cuando la invasión nazi se dedica a perseguir y ejecutar partisanos.

Lejos de ser una de esas epopeyas del cine soviético de antaño, la película se centra en una especie de santo seglar, perdonado por los nazis para que así sirva de anzuelo y otros partisanos sean capturados al tratar de matarlo. El Loznitsa de Mi alegría pudo haber aprovechado el potencial dramático de ese argumento de forma inspirada. Sin embargo, ahora ha optado por un ritmo narrativo denso, que transcurre en buena parte bajo las sombras de la noche, y en el que los personajes hablan con la lentitud de estar dando un dictado. Antes de que uno pueda defenderse a tiempo, Morfeo ya se ha instalado como compañero de butaca.

Tal vez si se hubiera programado al inicio del festival, cuando el cansancio aún estaba ausente en la mayoría de los asistentes, V Tumane hubiera encontrado una reacción más atenta a sus innegables virtudes estéticas.

No toda la crítica internacional ha sido adversa a Post tenebras lux, del mexicano Carlos Reygadas, pues ha encontrado defensores en ciertos sectores (los británicos o los italianos, por ejemplo). A pesar de que el cineasta es considerado un descubrimiento francés, como no se cansan de repetir los directivos del festival, la crítica local ha sido la más hostil. En última página de la revista Le Film Français hay un cuadro en el que críticos galos de diversos medios califican las películas con diferentes símbolos, ya sea la Palma de Oro misma o una o varias estrellitas. La desaprobación se expresa con una carita triste. Hasta ayer, el título con el mayor número de estas, cinco, había sido Paradies: Liebe (Paraíso: amor), del austriaco Ulrich Seidl. Post tenebras lux lleva ahora el liderazgo con seis caritas tristes.

Lo que sí es consenso es que la competencia de este año llegó a su punto más alto durante el lluvioso fin de semana. Desde entonces se ha marcado una línea descendente de calidad que parece programada con alevosía. Si bien sobra decir que los criterios de los jurados son complicados de adivinar, sería motivo de disgusto si el palmarés no reconociera los valores de, en orden de preferencia personal, Amour, del austriaco Michael Haneke; Dupa delauri (Más allá de las colinas), del rumano Cristian Mungiu; De rouille et d’os (Óxido y hueso), del francés Jacques Audiard; Moonrise Kingdom, del estadunidense Wes Anderson, y Vous n’avez encore rien vu (Aún no han visto nada), del también francés Alain Resnais. Y hasta Jagten (La cacería), de Thomas Vinterberg, si me apuran.

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Twitter: @walyder