Opinión
Ver día anteriorMartes 29 de mayo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Los de entonces no somos los mismos

El espíritu del legislador vs la tremenda corte

C

uando pisé por vez primera los salones de la Facultad de Derecho de la UNAM, las clases ya habían empezado. Yo me perdía al salir de La Lagunilla, mi barrio de origen. Para mejor ubicación les diré que en el 38 de República de Chile, mi primer hogar chilango, vivió antes que yo, Frank Jackson o Ramón Ivánovich López o Jack Monard o Ramón Mercader: cuatro nombres falsos y un solo crimen verdadero: el de Lev Davídovich Bronstein o, lo que es lo mismo, León Trotsky. Me perdía también en CU y aun en la propia facultad. Encontrar el grupo 5 era más difícil que acampar en la sierra de Zapalinamé.

Desde mi primera epatante clase de sociología, con el inolvidable Leopoldo Baeza y Acévez, comencé a escuchar que mis maestros, excepcionales todos, frente a muchas dudas y controversias esgrimían un argumento incontrastable: Así lo dejó claro el espíritu del legislador. Como no conocía a nadie (y todavía no juntaba para mis libros), nunca pude preguntar quién era ese fregón legislador cuyo espíritu estaba en todos lados. Un día, con vergüenza, reflexioné: ¡idiota Ortiz! ¿Qué no eres coahuilense? Obviamente el espíritu no puede ser otro que don Venustiano.

Pasaron muchos años (yo soy de lento aprendizaje) para que entendiera el sentido de la expresión, y un día, ante los integrantes de la L legislatura, después de platicarles lo anterior, les comuniqué alborozado mi descubrimiento: el espíritu del legislador era yo. Sí, yo. Y también cada uno de ustedes, les dije. Nosotros, todos, somos ese mentado espíritu.

En razón de esta verdad recién revelada, convoqué a ejercer esa responsabilidad de privilegio de manera contundente, comprometida, monolítica: por encima de ismos y banderías, para lograr que el derecho a la información de los ciudadanos, pudiera ser elevado a rango constitucional.

Ciertamente el tema irrumpía como algo inédito en la agenda de la reforma política y por eso el apoyo que conseguía para mi iniciativa entre los compañeros era más un gesto de solidaridad amistosa que de reconocimiento a la importancia del asunto.

Mi perorata durante el debate, pena me da reconocerlo, fue tan densa y abrumadora, que el gentilísimo González Guevara se vio en la necesidad de enviarme una tarjeta para agradecerme que omitiera las 3 mil 28 fojas que restaban a mi alegato.

Cosa rara, hubo final feliz. Don Jorge Garabito, coordinador de la bancada panista, con la galanura y hombría de bien que le es característica, desde la tribuna hizo suyos mis puntos de vista, no sólo teóricos sino de insurgencia por la progresiva abdicación del Estado frente al monopolio (en ese entonces), de los medios electrónicos que él mismo había creado. Doña Marcela Lombardo, por su parte, retiró las objeciones que desde la izquierda (de ese entonces), había formulado a la iniciativa de reforma al artículo sexto constitucional y ésta fue aprobada por unanimidad.

Aunque se dude, todo el relato anterior me sonroja. Jamás en 35 años lo he publicitado aun cuando sea mi orgullo y mi derecho. Lo hago ahora, porque me he propuesto iniciar un serio y respetuoso alegato contra los 7 sabios del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y necesito, contra su titánica presencia, un mínimo ladrillo en qué treparme para justificar mi insolencia. La litis: dice el TEPJF: No es posible ordenar la cadena nacional para la difusión del debate entre los candidatos presidenciales. Yo no estoy de acuerdo. Próximamente, no en un mano a mano, sino en 2 manos vs 14 expondré mis sencillas razones. Piense todo el apoyo que necesito en este atrevido disenso: El espíritu del legislador vs la tremenda corte.

Los tiempos electorales permiten un minuto para rememorar Los porvenires del recordar.

Nueva Rosita es un poblado con Historia. Así, con mayúscula. Como todos los pueblos mineros es tierra de trabajo, de sacrificio y también de un altísimo umbral de dignidad personal y colectiva. Arrejuntada con Cloete, Agujita, Pasta de Conchos y con Barro Terán y Paláu, del municipio de Múzquiz, esta región fue cuna de la heroica caravana minera de 1951. Una de mis grandes frustraciones es no haber podido, cuando hacer películas era mi responsabilidad, convertir en un documento fílmico la crónica fidedigna y emocionante de Daniel Molina.

Foto
La actitud de Manuel Espino ante Enrique Peña Nieto, a quien ofreció su apoyo y el de sus 941 mil 100 seguidores, es grotesca, indignante y cínicaFoto José Carlo González

Bueno pues, en Nueva Rosita el PRI tenía a uno de sus cuadros fundamentales: don Raúl Flores de la Fuente, presidente vitalicio del comité municipal. Para acompletar, don Raúl era también, de manera rotativa, agente del MP, oficial del registro civil, recaudador, en fin, un servidor público de (y a la) carrera. Durante la elección de don Braulio Fernández Aguirre para gobernador, estaba don Raúl cumpliendo su obligación cívica de presidente de casilla, cuando se acercó a la mesa don Germán Madariaga, viejo lagunero avecindado hacía ya tiempo en esas tierras. Le asombrará verme por aquí, le dijo a don Leopoldo, pero como don Braulio y yo somos de San Pedro, consideré que después de 20 años de no hacerlo, hoy sí, por mi paisano, debía venir a votar. –Ni se me despreocupe don Germán, en todo ese tiempo usted nunca ha dejado de hacerlo, para eso tiene buenos amigos. Un tanto desconcertado don Germán se dirigió a la calle, pero de pronto se detuvo, se volvió y preguntó: ¿oiga don Raúl y ya que estuvo usted tan acomedido, me podría decir siquiera por quién voté? ¡Óigame no, don Germán, cómo se le ocurre preguntarme eso! Usted sabe que el voto es secreto.

Tiempo de canallas, llamó Lillian Hellmann (compañera nada menos que de Dashiell Hammett, padre intelectual, a su vez, del detective Sam Spade), a los años negros de McCarthy y la cacería de brujas. ¿Qué raro mecanismo mental me habrá hecho recordarlo ahora que vi a Manuel Espino ofrecerle (u ofrendarle), su voto y los de sus 941 mil 100 seguidores, a Enrique Peña Nieto?

Yo conocí a Espino en una comida en casa de Alfonso Durazo (muy proclive también al pluripartidismo), un sábado de sol radiante, lo que me hizo dudar de las informaciones de Bram Stoker, sobre las consecuencias letales del astro rey sobre los descendientes del señor conde. Vestía con un traje de empleado de funeraria y era hermético, tenso, torvo. Haberlo incluido en el reparto del panfleto fílmico La cristiada, le hubiera dado a éste un mínimo de credibilidad, aunque se hubiera llevado de calle a Andy García. Luego, como presidente del PAN lo vi enfrentarse al presidente de a de veras (del PAN, por supuesto) y comenzó a simpatizarme, aun cuando seguía siendo de aquellos fanáticos de Pedro el ermitaño (López Velarde, dixit). Su protesta y rebeldía me impulsaron a buscarlo y expresarle mi simpatía. ¡Qué bueno que me tardé!

La actitud de Espino ante Enrique Peña Nieto es grotesca, indignante y cínica ¿Revisamos todo lo que Espino ha dicho contra el PRI, sus principios, sus militantes, sus acciones? Y aún ahora, nos enteramos que gracias a su febril activismo y a su asombrosa capacidad de persuasión logró, él solito, que cuadros partidarios y funcionarios públicos priístas le cerraran los atajos a Madrazo y ¡sácatelas! Que lo refunden al tercer lugar. Don Manuel rechaza al PRI, pero se acurruca en Peña Nieto ¿Qué anda buscando Espino: nómina, candidato o roommate? Menos mal que ya anticipó que en tres años regresa al PAN.

Informe ultra confidencial del cuarto de guerra de la señora Vázquez Mota: existe gran tensión entre los miembros selectos del war room, pues algunos consideran que las múltiples pesetas que se otorgan al despacho de Sola son correspondidas con simples baratijas y bisutería propagandística. Después del gafe de plagiar al ingeniero Cárdenas el nombre de su programa Un México para todos, ahora el vendedor de espejitos le ha presentado una serie de lemas que no terminan por convencer al experimentado y sagaz Gil Zuarth. La última propuesta de Sola fue que, tomando en cuenta los descalabros de la señora, y previendo un litigio poselectoral difícil, le arrebataran a López Obrador su emblemático reclamo y comenzaran, desde ahora a exigir en todo el país: botox por botox.

Se asombra don Felipe de Jesús de que las protestas juveniles sean contra un candidato y no contra el Presidente. Inevitable e inmediata remembranza del actor canadiense Leslie Nielsen, protagonista de ¿Y donde está el policía?, ¿Y donde está el piloto?, ¿Y dónde está el exorcista? ¿Y donde está...?