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¿La Fiesta en Paz?

Mexicanos, en otras condiciones

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El Fandi en una actuación en la plaza de toros Las Ventas, en Madrid, el 29 de mayo pasadoFoto Ap
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l principal defecto de los taurinos en el mundo es que son duritos de entendederas; incapaces de ponerse en los zapatos del público, pero sobre todo de la esencia de la tauromaquia; jactanciosos, pero insensibles; reacios a la crítica y a la autocrítica, refractarios a la opinión de quienes no sean iniciados; desdeñosos de un sentido común que rebasó el espíritu de la época, idiotizada como nunca.

¿Con qué cara pueden aspirar estos taurinos dizque profesionales a defender la fiesta brava, si en los ruedos las reses no tienen bravura, trátese de México o de Madrid? Oye, la bravura es muy incómoda, me aclaró una vez un ganadero que se mordía las uñas mientras lidiaban sus toros. Será incómoda para los toreros, pero para el público es el principal ingrediente de su emoción, le contesté.

No te equivoques, hoy los públicos no saben la diferencia entre un toro bravo y un novillo pasador, se revolvió engallado al tiempo que escupía un resto de uña. Puede ser que el grueso de los públicos no sepa, pero siente, y el espectáculo taurino es de sentir y de hacer sentir a partir de la bravura, no de las posturas; si no, la gente busca otras opciones, le dije.

A la crisis económica y nivel de desempleo que afecta a la hasta hace poco tiempo exitosa España hay que añadir la creciente desunión entre sus taurinos, primero con su indiferencia ante la suerte de la fiesta en Cataluña y después con unas pretensiones por derechos de televisión fuera de lugar por los diez toreros más cotizados, sin percibir la urgencia de apostar todos por un reacomodo de costos, difusión y beneficios para el fortalecimiento de la fiesta, en España y en los otros países taurinos.

Ausentes de esta Feria de San Isidro, los diestros europeos que figuran excepto Castella, Morante, Manzanares y Perera, el previamente premiado en México empresario de Madrid, Manuel Martínez Erice, por haber incluido a cinco mexicanos en la feria del 2011, decidió romper su récord y llevar este año a ocho diestros aztecas, como suelen decirles allá, a una tarde por coleta.

Así, el mayo madrileño se llenó de matadores mexicanos, los más con merecimientos, sólo que su capacidad de negociación con la empresa de Las Ventas dista mucho de las exigencias e imposiciones de ganado, fechas y alternantes, de que hacen gala las figuras españolas en los países latinoamericanos. Es la gran diferencia entre ser proveedor y ser dependiente e importador, por lo que a esta asimetría taurina se sumaron otros factores adversos para los ilusionados aztecas, empezando por la alarmante mansedumbre y el descastamiento del grueso de los encierros.

Allá, nada de toritos de la ilusión ni de alternantes a modo ni de fechas especiales ni de públicos postrados ni de crítica zalamera ni de orejas como confeti ni de toros de regalo, sino reses de escasa o nula garantía, excepto su edad y trapío, alternantes modestos o desconocidos salvo alguna excepción, y un público malhumorado ante la presencia de tanto extranjero, toreros o no, en medio de una creciente crisis.

Otro factor desfavorable aunque inconfesado es que los coletas mexicanos que intervinieron este año en San Isidro conocen de sobra las ventajas que aquí se otorgan a las figuras importadas, incluido el ninguneo a muchos nacionales, por lo que al ver que en Madrid sólo salía el toro a contraestilo –eufemismo taurino para decir que su embestida casi excluye el lucimiento convencional–, los aztecas pasaron con más pena que gloria, e incluso exhibiendo algunos cierta indolencia ante el lamentable desfile de catedrales con cuernos pero mansos, sosos, débiles o defendiéndose.

Se recoge lo que se siembra y también en lo taurino aquí hemos sembrado poco. El encastado Arturo Saldívar, triunfador de la pasada temporada grande en la Plaza México, ya no regresó por capricho del empresario. Sin idea anduvo El Payo, que fue el peor librado. Zotoluco alcanzó una actuación aseada luego de tanto novillón en México. Juan Pablo Sánchez tiene la onza, pero deberá quedarse toda la temporada en España, al igual que Diego Silveti. Felizmente, en septiembre tomará la alternativa el dotado novillero Sergio Flores. Fermín Spínola e Ignacio Garibay harán mejor en regresar.

Con un mes de anticipación, la modélica empresa Casa de Misericordia, de Pamplona, propietaria de la plaza, dio a conocer los carteles para la importante Feria de San Fermín, a efectuarse del 5 al 14 de julio. No aparece esta vez ningún diestro azteca.