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Hacer música, de los dones más grandes para disfrutar la vida y compartirlo, afirma

Nunca he trabajado, sólo toco el piano: confiesa con satisfacción Pascal Rogé

A partir de su afición por la pintura, el Impresionismo es el reperterio musical que prefiere

Dice que no le sorprenden los ejecutantes que son perfectos, pero que transmiten poco

 
Periódico La Jornada
Lunes 4 de junio de 2012, p. 7

Pascal Rogé dista mucho de sentirse avergonzado, tras confesar que en sus 61 años de vida nunca ha trabajado. Yo sólo toco el piano, exclama con orgullo. ¡¿Cómo algo tan hermoso y satisfactorio como eso podría considerarse trabajo?!

Y agrega: Hacer música, escuchar los sonidos, es uno de los dones más grandes que se me han dado para disfrutar de la vida y compartirlo es un privilegio.

De esa magnitud es el fervor que el pianista francés tiene por su profesión, el cual no se cansa de reiterar a lo largo de la entrevista con La Jornada, con motivo del recital que ofrecerá este martes, a las 20:30 horas, en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario.

Nueve años han transcurrido desde la más reciente visita que hizo a México este virtuoso intérprete, reconocido en el mundo, sobre todo, por su magistral dominio de las obras francesas de los siglos XIX y XX.

Justamente, de algunas de ellas está integrado el programa que interpretará en esta ocasión: Nocturno op. 33 No.1 de Fauré; Gimnopedia No. 1, y Gnossienme No. 3, de Satie; Estampas y Primer libro de Preludios, de Debussy; Improvisaciones, de Poulenc, y Sonatina, de Ravel.

La música francesa es mi idioma, forma parte de mi bagaje y mi juicio; en ella me siento como entre amigos, siempre ha estado presente en mi vida. No sólo nací en París, sino que mis maestros son del Conservatorio de esa ciudad y algunos de ellos conocieron e incluso estuvieron relacionados con Ravel, Fauré y Debussy, indica Pascal Rogé.

“Tuve la fortuna de estudiar con Marguerite Long, quien fue intérprete de Ravel, Debussy y Fauré. Yo era muy joven y ella muy mayor (90 años), pero todavía tenía muy fresca en su persona la memoria de esas experiencias.

Ha sido algo muy importante para mí; no cualquiera tiene el privilegio de aprender con alguien que a su vez recibió indicaciones y enseñanzas de forma directa de esos grandes músicos. Es una experiencia que sin duda se queda en el espíritu, en el corazón para el resto de la vida.

Como todo pianista, Rogé debió también aprender y tocar música de otras épocas y latitudes, lo cual representa asimismo un disfrute para él, aunque no de las dimensiones como ocurre con el repertorio de su tierra natal.

Se habla siempre de Beethoven, Schumann, Brahms, son los dioses de la música, pero para mí Poulenc, Ravel, Debussy son mis amigos; puedo hablar con ellos, me son muy familiares, pues pertenecemos a la misma cultura, la misma sensibilidad y pienso que puedo entenderlos mejor que a otros compositores, indica.

Me enorgullece poder transmitir sus emociones e ideas al público, dar cuenta de que la suya es música muy hermosa, tanto como los repertorios clásico y romántico. Esta música (la francesa de los siglos XIX y XX), según pienso, porta consigo otra clase de emociones, otra forma de conexión entre el solista, el instrumento y el público.

El impresionista, en específico, es el repertorio favorito del intérprete, a partir de su afición por la pintura, la cual, dicho sea de paso, es una expresión que, dice, le gustaría practicar, aunque asume que no tiene talento para ello.

“Cuando toco, por ejemplo, a Debussy pienso en colores e imágenes. Es como si viera pinturas de Manet, Pissarro o Van Gogh, pienso en ellos porque son parte de mí.

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Imagen del ensayo de Pascal Roge con la Orquesta Filarmónica de la UNAM, dirigida por Moshe Atzmon, en la Sala Netzahualcóyotl, el 1º de junioFoto Carlos Cisneros

La relación entre los sonidos y los colores usados por los pintores, la manera en cómo se mezclan, es como Debussy mezcla las armonías”, señala.

La relación con la naturaleza, la luz, con los colores nunca había sido tan directa en la pintura como con el Impresionismo. Con Debussy es lo mismo en la música. Su trabajo está muy conectado con la naturaleza, como lo evidencian los títulos de sus obras. Él usa los mismos elementos que los pintores, aunque en vez de valerse de los colores de las pinturas, usa los colores del sonido.

En el caso de Pascal Rogé no resulta lugar común decir que la música es su vida. Acaso hasta es una predisposición genética, pues su abuelo fue violinista y su mamá organista y maestra de piano.

Nací en y para la música. Estoy convencido de que mi amor por Poulenc se debe a que mi mamá estudiaba su concierto de órgano mientras estaba embarazada de mí. Eso da una idea de cómo la música es un elemento consustancial en mi vida, cuenta.

Desde que nací ha estado presente en mi entorno: mis padres tocaban y yo estuve muy sorprendido cuando ingresé a la escuela que fuera para aprender las letras y no para hacer música. Estaba muy sorprendido porque los amigos de mis papás también eran músicos. Recuerdo que aprendí a leer primero las notas musicales que el alfabeto. Para mí fue algo muy sencillo, pues son sólo siete notas. Admite que en el transcurso de su carrera ha debido enfrentar momentos difíciles, dudas e incluso depresiones.

“Pero afortunadamente la música siempre ha estado allí. Para algunas personas es un pasatiempo, yo estoy con ella todo el tiempo. Y lo que hago es maravilloso, porque muchas veces ayuda a sentirse bien a otras personas, a disfrutar. Es un privilegio propiciar alegría, generar sueños y bellos momentos.

Si algo he aprendido a lo largo de mi carrera, es que esto no se debe a mí, sino a la música, a la posibilidad se comunicar con ella algo tan extraordinario. Cuando uno es más joven, lo que se busca es establecerse, competir, hacerse de un nombre, es muy difícil. Ahora, mi búsqueda es más sencilla, se reduce a disfrutar la música y viajar.

–¿Qué opina de que algunos pianistas estén empecinados en hacer acrobacias con el teclado, más que en transmitir emociones y sentimientos?

–Estoy fuera de ello, sin duda. Cuando uno es joven, quizá se siente más atraído por el repertorio virtuosístico, uno busca interpretar a Liszt, Rachmaninov o Tchaikovsky, porque es música inherente o propia al temperamento de esa edad. Es algo que debe probarse, sin duda, para la técnica, se tiene que trabajar muy fuerte en el aspecto técnico y uno lo que quiere e incluso debe es mostrarlo.

“Pero a estas alturas del partido, en mi caso, no se trata de buscar impresionar a nadie. En la actualidad hay pianistas sorprendentes en el aspecto técnico, en China, Japón, donde sea, que son perfectos pero, ¿qué transmiten, cuál es su mensaje, su emoción, qué quieren compartir con la gente que los escucha?

Si sólo se trata de impresionar, están perdiendo el tiempo, siempre habrá alguien que pueda tocar más rápido o fuerte. La única manera en que uno puede sobrevivir, hacer una carrera y convertirse en artista es buscando algo qué decir, mostrar cómo es el alma, los sentimientos, las emociones..