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Agua preciosa

A

tlaquetzalli, agua preciosa era el término con que se conocía al chocolate, bebida apreciada por los nobles, sabios y poetas de la antigüedad mexicana. Miguel León-Portilla retoma la descripción que aparece en el tomo X del Códice florentino para dar la receta de aquel entonces. La que lo vendía en los mercados seleccionaba el grano, lo molía, lo remojaba y agregaba agua cuidadosamente. Luego, para lograr la espuma “lo levanta para que chorree, lo hace espumar, lo levanta, lo engruesa, lo hace pastoso, le añade agua, lo remueve. El chocolate se perfumaba de diversas maneras, agregando vainilla, hoja santa o acuyo y diversas flores.

Estos datos se encuentran en el número 105, Chocolate II, de la revista Artes de México. Ahí mismo, Martha Turok retoma la palabra quetzal, equivalente a precioso, cualidad de esa hermosa ave, para señalar la relación del cacao con este pájaro tropical. En uno de los murales de Cacaxtla se representa a un quetzal volando sobre un árbol de cacao; lo mismo ocurre en una estela de Jonuta, Tabasco, anterior a Cacaxtla; también en códices. Actualmente hay jícaras laqueadas con representaciones de aves, que pueden considerarse una forma de continuidad cultural.

Tabasco es uno de los mayores productores de cacao del país. El lugar emblemático de la producción de este grano es Comalcalco. Ahí tiene lugar cada año una ofrenda de petición de lluvia a san Isidro Labrador, al que varios grupos culturales asocian con Tláloc desde la Colonia.

Familias enteras acuden a depositar ofrendas de productos de la tierra; el cacao es el protagonista en esta ceremonia. En las imágenes puede verse un hombre en cada extremo de una garrocha, de la que cuelgan decenas de atados de frutos de esta planta. También forman cadenas con los granos de cacao.

Mario Aliphat y Laura Caso describen un policultivo integrado por cacao, achiote y vainilla practicado por los mayas desde la antigüedad. La vainilla se siembra al pie de los árboles de cacao y de las plantas llamadas madre del cacao porque le sirven de sombra; los troncos funcionan como soporte. Para marcar los linderos de las plantaciones, siembran achiote que requieren más luz. Estas plantas despiden sustancias que ayudan al control de plagas.

Las flores de la vainilla atraen insectos que contribuyen a la polinización natural de este sistema agrícola. El conjunto evidencia una vez más los amplios conocimientos botánicos que tenían y tienen los pueblos mayas. En Chocolate II puede encontrarse ésta y más información visual y escrita, sobre una de las plantas más importantes domesticadas por nuestro antepasados.