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Los fotógrafos y curadores participaron en una muestra montada en el Centro de la Imagen

Frederick Baldwin y Wendy Watriss documentan el rompecabezas humano

Extraer las historias y la sensibilidad de las personas, leitmotiv de nuestro quehacer estético, dice

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Frederick Baldwin en el Centro de la Imagen, durante la entrevista con La Jornada Foto Yazmín Ortega Cortés
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Decorando coches, 1957, fotografía de Frederick C. Baldwin, incluida en la exposición que se montó en el Centro de la Imagen
 
Periódico La Jornada
Miércoles 6 de junio de 2012, p. 6

Más allá del arte está la documentación del rompecabezas humano, en especial el de Estados Unidos. Y más allá del ego y la aventura loca por el mundo, como fotoperiodista, está salir de uno mismo, ya para sacar personas del olvido mediante las imágenes, ya para juntarse con otros fotógrafos, ayudarlos y contribuir a que las cosas mejoren un poco.

Esas parecen ser algunas de las premisas de la vida y el trabajo de los fotógrafos y curadores estadunidenses Frederick Baldwin y Wendy Watriss, creadores desde hace 25 años de la Bienal Internacional Fotofest, en Houston, Texas, uno de los festivales en su tipo más importantes del mundo.

Ahora, con sus ochenta y tantos años, Baldwin visita México para revivir sus décadas de fotógrafo –profesión a la que renunció para centrarse en la de curador y promotor– y participar en las actividades de la exposición Mirando a los Estados Unidos (Looking at the U.S.): 1957-1986, integrada con decenas de fotos suyas y de Watriss, su compañera, que hace unos días concluyó en el Centro de la Imagen.

De él se mostraron series como las realizadas en los años 50 y 60 en Georgia, con temas como el Ku Klux Klan, la lucha de los afroestadunidenses o la pobreza de ciudadanos anglosajones. De ella, sus trabajos sobre la lucha de los veteranos de la guerra de Vietnam, afectados con sus familias por la sustancia química agente naranja. Y de ambos, las series de sus varios años por las zonas rurales de Texas, en las que abordan las fronteras mexicana, anglosajona y afroestadunidense.

Cercanía con Luther King

Baldwin publicó series en National Geographic, Newsweek y The New York Times, documentó las pandillas callejeras y la adicción a las drogas en Nueva York para un trabajo social encabezado por el fiscal Robert Kennedy, y trabajó de manera voluntaria y gratuita en el movimiento por los derechos civiles de los afroestadunidenses, en el que llegó a estar cerca de Martin Luther King.

En entrevista cuenta que, con reticencias de él y de Wendy, la exposición se montó primero en el Museo de la Fotografía de Charleroi, Bélgica, y la selección fue de Xavier Canonne, director del mismo, quien un día se encontró en los archivos unas fotos de ambos y quedó impresionado. Ni siquiera sabía que éramos fotógrafos, siempre nos trató como curadores, dice Baldwin.

Les habló, les propuso una exposición, le dijeron que no. Canonne voló a Houston, se les metió a su casa y a los archivos, y en tres días hizo una selección. La pareja debió contratar un fotógrafo que limpiara los archivos, los catalogara, escaneara e imprimiera.

–Su fotografía busca la documentación ¿también tiene una intención social o política?

–Me interesa mostrar asuntos que la gente no conoce bien o que ha cerrado los ojos ante ellos, o los ha olvidado. La intención no es política, necesariamente, pero al final todo tiene una repercusión social o política.

Menciona la falsa imagen de que Texas es sólo la tierra de cowboys blancos, el mito del hombre Marlboro. Y cuenta que la primera sorpresa que él y Watriss tuvieron cuando en los años 70 viajaron por ese estado fue que tiene una gran población de afroamericanos.

Se sabe, agrega, de la población de origen latino, especialmente mexicanos, cuyos orígenes se remontan a la Colonia, cuando Texas era parte de Nueva España y luego de México, tras la Independencia. “La mayoría de cowboys texanos son de origen mexicano o negros”, comenta.

En Texas también hay mucha población de orígenes alemán, polaco y checo, que llegó a mediados del siglo XIX, después que Texas se separó de México, pues las nuevas autoridades buscaban poblar el territorio. Esos colonos tenían esclavos afroamericanos, destaca, y agrega que cada uno de los grupos mencionados vive en zonas diferentes del estado.

–¿Qué le llamaba la atención de esas realidades?

–Mi interés principal no era la pobreza, sino qué pasaba con la vida de las personas, descubrir quiénes eran, cómo vivían. En Texas permanecimos una buena época en la granja de una familia afroamericana. Vivíamos en un cámper. Todo el mundo quería que les tomáramos fotos y todos tenían una historia que contar. Y las historias eran fantásticas.

“Teníamos un amigo anglosajón, hijo de un terrateniente muy rico. Un día, viajando Wendy y yo en su camioneta, me di cuenta de que traía pistola. ‘Ahorita vivimos en paz, pero nunca sabes cuándo ellos van a hacer algo’, me dijo. De regreso, al platicar con la familia afroamericana, nos dimos cuenta de que también consideraban a los anglosajones como ‘ellos’.

“Los afroamericanos sabían todo de la vida de los anglos porque muchos trabajaban en sus propiedades. Pero los anglos nada sabían de los granjeros negros. Lo que hicimos en todos esos viajes fue documentar la vida de los ‘ellos’ y de los ‘otros’.”

–¿Cómo abordaban el aspecto estético de sus fotografías?

–Esa parte artística ya la tienes como fotógrafo, o no la tienes. Si no la tienes, no la vas a adquirir. No nos interesaba acercarnos a las personas como artistas, imponiéndoles nuestro punto de vista estético, sino extraer las historias y la humanidad de esas personas. No estuvimos ahí para crear arte o ganar dinero, sino para dar un poco más de contexto a este rompecabezas de la historia humana.